Participantes: Nori, Luis, Enrique, Victoria, Manolo, Lucía, Antonio de
Fornes, Antonio Muñoz, Antonio Usieto, Paco, Pepe y Jesús
Distancia recorrida: 18,7 km
Desnivel acumulado: 930 m
Una calurosa bienvenida a Nori. Hacía mucho tiempo que no caminaba con
los jubilados. También hay que dar bienvenidas a Luis y a Victoria que
últimamente los vemos poco.
Desayuno en el Puerta Nazarí de Órgiva. Excelentes tostadas con aceite,
jamón y queso, cafés e infusiones con repetición. 3€ por cabeza. Hay que pedir
medias tostadas.
Con este grupo de categoría, comando por Antonio Muñoz, nos pusimos en
marcha desde la zona de fuentes y área recreativa en la carretera de Soportújar,
poco antes de Barranco Frío.
Soportújar ha cambiado su fisonomía con el proyecto Embrujo. De siempre
se ha llamado a los soportujeros brujos y brujas. El proyecto ha tratado de
aprovechar esa fama para poner en valor lugares, tradiciones, y celebrar
anualmente la feria del embrujo que culmina con la noche de las brujas.
Pasamos por detrás de la iglesia y subimos hacia la acequia de la Vega.
El empinado repecho de la subida, antes terrizo, está hormigonado y bien
conservado. En la acequia, descansito para recuperar el resuello y admirar las
vistas hacia el valle.
La acequia también ha sido acondicionada para el paseo en un buen
trecho. Aquí caminamos a la sombra muchísimo más tranquilos, olvidando el
empinado tramo inicial. Antonio Muñoz dejó que el personal que no conocía el
recorrido pasara delante para que se sorprendiera con el hermoso espectáculo
del Dique 24 y el Rio Chico cayendo. Venía poco agua y el personal pasó como si
nada por ese magnífico y emblemático dique. Poco más arriba paramos y Antonio
explicó la historia del dique y sus características constructivas.
Caminamos a la sombra de cipreses, robinias y pinos de repoblación por
el zigzagueante carril que sube a la pista primero y al vivero de Montechico
después.
Otra vez Antonio nos ilustró sobre el vivero y sus vicisitudes,
incluida la colección de castaños autóctonos, hoy perdida.
Las enormes, recias, encinas ayudan a remontar el repecho desde el
vivero. Luego la senda, aunque sigue subiendo, va mucho más suave por ese
magnífico encinar que tapiza la ladera izquierda del Río Chico. Aprovechando la
sombra del bosque paramos al Ángelus con frutos secos, dátiles, pasas,
chocolate, pastas y ese té de la sierra tan aromático que Fini prepara y
Antonio trae. Unos caramelitos griegos de Luis y Nori… y al camino.
Alcanzamos la pista a Puente Palo y por el ramal a Capileira subimos a
la acequia del Almiar. Llevaba menos agua que en otras ocasiones, aunque la
suficiente para que su frescura y rumor alegraran el caminar a su vera, bajo
esas encinas y robles que tamizan y protegen del sol. El tramo de la acequia es
tan agradable que por él sólo merece la pena subir.
Terminada la acequia nos reagrupamos a la sombra de unos pinos en la
loma de la Matanza que Antonio volvió a poner en contexto. El vértice de la
Atalaya estaba allí al lado, a 200 m, pero el personal empezó a remolonear
pensando en la comida y en unos robles cercanos se plantaron algunos dando el
ultimátum de “a comer aquí o aquí” con el argumento de que después tendríamos
peor sombra.
Con el grupo tan grande de hoy Usieto tuvo que bregar lo suyo para
imponer orden y que las viandas saliesen según su secuencia lógica. Así
aparecieron los aperitivos de tomatitos, boquerones y chacinas para empapar las
escasas pero frías cervezas. El gazpacho de Paco también contribuyó a quitar la
sed de los primeros momentos. Después pasamos a los primeros con ensaladas
varias y sin solución de continuidad a pescados y carnes. Mucha comida. Siempre
traemos más de lo que necesitamos, de modo que casi no nos queda apetito para
los quesos, chocolate y bombones. Vinos de Calatayud, Cuenca, Toro y Bierzo,
buenos, algunos incluso fresquitos, tés y orujos. Con esa opípara comida no
había quien se levantase, más bien nos tumbamos un ratito sin ganas de cargar
con las mochilas.
Al fin arrancamos para contemplar la preciosa panorámica del valle del
Poqueira desde el vértice de La Atalaya. Al decir de Manolo, nuestro experto en
vértices, el único vértice que él conoce al que se accede bajando.
Del vértice al estanque del centro budista hay unas arboledas con
deliciosa sombra que podían muy bien habernos cobijado en la comida, pero ya
estaba hecha. El estanque alberga una Tara grande, voluptuosa, nada que ver con
los tétricos cuadros y esculturas de nuestras iglesias. En el templete de la
última Tara nos sentamos un ratito para absorber la última sombra.
La solanera en la sendita a la pista y después en la misma pista es
justiciera. Y eso que la hicimos descendiendo. Por eso se coge tan a gusto la
arboleda del vivero de la Sombra en la casa forestal de Soportújar.
Por el empinadísimo camino de herradura de Soportújar a la Sierra
bajamos. Tiene de vez en cuando alguna sombra, pero incapaz de mitigar la
solanera de la tarde. Por ello cogimos tan a deseo la fuente del Vino o del
Chorro a la entrada de Soportújar. ¡Con qué gusto remojamos cabezas y gaznates!
Y cundo las cosas viene de cara, pues hay que aprovecharlas. Estando en
la fuente pasó el muchacho del bar y debió figurarse nuestras ganas de
refrescos. “Voy a dar una vuelta a mi madre y enseguida vuelvo al bar” nos
dijo. Le esperamos, nos aposentamos en la sombra de la calle y sacó cervezas y
refrescos que nos supieron a gloria, además de unas tapas enormes de queso que
quedaron allí porque estábamos sedientos, no hambrientos.
En la bajada el grupo se había dividido. Enrique y los Antonios de
Fornes y Muñoz iban por delante. Los llamamos para que vinieran a la cervecita
fresca. Enrique y el de Fornes vinieron; Muñoz no es amigo de bares y marchó
para Granada.
Celebramos con esos refrescos la graduación de Luis. El único jubilado
que conocemos que ha sido capaz de sacar una carrera universitaria después de
jubilarse. Y con nota. Muchas gracias Luis por tu invitación.
Día ya caluroso que soportamos gracias a la sombra del bosque de la
ladera izquierda del Río Chico, al robledal de la acequia del Almiar, a nuestra
fortaleza y ánimo, y a las cervecitas finales.
POR LAS CALLES DE SOPORTÚJAR
ÓRGIVA DESDE SOPORTÚJAR
SUBIENDO LAS PENDIENTES DE SOPORTÚJAR
POR LA ACEQUIA DE LA VEGA
EL DIQUE 24
EL GRUPO ATENTO A LAS INFORMACIONES DE ANTONIO
SUBIENDO POR LA ZONA DEL VIVERO
SUBIDA EN ZIGZAG
POR LA ACEQUIA DEL ALMIAR
LOS ENORMES ROBLES QUE DAN SOMBRA A LA ACEQUIA
LA ALBERCA
CABRAS BIEN ALIMENTADAS
MARÍA VICTORIA TRANSPORTANDO PIEDRAS PARA ASIENTOS
LOS VINOS
LA RUEDA DEL RESTAURANTE
LLEGANDO A LA ATALAYA DE SOPORTUJAR
EL VÉRTICE GEODÉSICO DE LA ATALAYA
PAMPANEIRA, BUBIÓN Y CAPILEIRA DESDE LA ATALAYA
CASETA DEL VIGILANTE DE INCENDIOS
CONTEMPLANDO EL PAISAJE
TARA VERDE
REFRESCANDOSE CON AGUA EN LA FUENTE DEL VINO
EL DESCANSO DEL CAMINANTE
CON LA BRUJA DE SOPORTUJAR
CERVECITA FINAL
FUENTE DE LAS BRUJAS DE SOPORTÚJAR
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