Participantes: 17
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Luci, Manuel de Nerja, Paco
Ruiz, Jerónimo, Paco Ponferrada, Ana, Manolo de Tarifa, Lola Díaz, Lola
Valle, Paco Zambrana, Manuel de Rincón, Isabel y Carmen de Málaga, Ricardo,
Carlos, Marisol y Jesús.
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Distancia recorrida:
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Unos 17 kilómetros
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Desnivel de subida acumulado:
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620 metros
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Altura mínima: 0 metros
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Altura máxima: 444 metros (vértice Sª S. Bartolomé)
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Tipo de recorrido:
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Circular
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¡Qué poder de convocatoria tiene Tarifa! O Manolo. El caso es que
hacía tiempo que no teníamos una participación tan nutrida. Incluso Isabel y
Carmen que llevaban casi un año sin salir con nosotros aparecieron
inesperadamente. Y quedamos muy satisfechos por la caminata y por las tapitas
del viernes por la noche en el Pasillo. Una noche templada y con el viento en
calma, impropia de Tarifa. Estupendo sitio este del Pasillo, estupendo trato y
estupendo ambiente aunque, por poner algún pero, quizá deberían haber tenido
algo más de comida vegetariana.
Partimos del aparcamiento de las Palomas, detrás de Manolo, por
una sendita arenosa hasta la carreterita a Paloma Baja que tomamos en dirección
suroeste. La carreterita atraviesa la duna de Paloma y esta fue la primera
sorpresa del día. Ver cómo la duna, en su progreso al oeste, iba enterrando y
asfixiando el matorral y los pinos. Algo parecido a lo que vimos hace ya tiempo
en Doñana. Precioso ejemplo de que hay que respetar la Naturaleza, sino ésta
vuelve por sus fueros.
Pasamos por las antiguas instalaciones militares y cuando se
acabaron se acabó también la carreterita sustituida por un carrilillo que
terminó poco después en una senda entre los pinos. Manolo nos mostró unas
canteras donde los romanos sacaban piedra para tallar, algunas de las cuales no
llegaron a su destino, Bolonia, y se quedaron de muestra por el camino. Nos
enseñó también uno de los canales de abastecimiento de Bolonia y nos explicó el
material empleado para su recubrimiento y las enormes tégulas que lo cubrían.
¡Qué bien hacían las cosas para que se hayan conservado durante dos milenios!
Seguimos caminando entre el pinar primero en dirección noroeste y
norte después, con el mismo suelo arenoso por el que cuesta andar. Al fin el
arenal terminó sustituido por un suelo de greda con peñascos aislados.
Agradecimos el cambio. Salimos del área protegida a una carreterita que nos
llevó al caserío del Chaparral mientras contemplábamos delante la sierra de San
Bartolo, nuestro objetivo.
Por encima del Chaparral Manolo disertó sobre las tumbas
antropomorfas talladas en la arenisca. Incluso nos demostró cómo quedaban allí
los fiambres. Y al lado de las tumbas tomamos el ángelus. Brindamos por la
sierra, por el día, pero nos olvidamos de haberlo hecho por los viejos
ocupantes de esos aposentos.
El camino fue ascendiendo hasta una zona llana, antigua laguna
casi colmatada, que aún recoge agua de vez en cuando según nos dijo Manolo.
Desde allí cambiamos el carrilillo por la sendero de Ignacio Morales y
comenzamos a ascender por una pendiente más pronunciada pero no menos bonita,
con una vegetación muy tupida y peñones aislados aquí y allá. Durante el
ascenso paramos en un par de miradores para contemplar Bolonia, el Chaparral y
el valle entre ellos. Un par de buitres nos hicieron una exhibición de vuelo y
aterrizaje mientras íbamos adentrándonos en la niebla.
Al llegar a coronar la sierra la niebla se espesó más y comenzó a
obsequiarnos con una lluvia fina. Protegidos por los impermeables llegamos
hasta los peñones del extremo norte a un mirador de poco uso en ese día.
Cresteamos la sierra hacia el sur, pasamos por el vértice geodésico y seguimos
en esa dirección, descendiendo, y encontrando niebla menos densa lo que nos
alentaba a proseguir.
Se iba haciendo tarde y el guía Manolo no se enteraba de que la
tropa necesitaba condumio. Poco a poco se iba urdiendo un golpe de estado para
deponer al jefe que tantas privaciones nos hacía pasar…pero la sangre no llegó
al río porque al fin Manolo paró en una praderita. Entonces nos explicamos
porqué no paraba. Toda su comida fue una barrita energética. No le imitamos el
resto que nos sentamos, sacamos las viandas y comenzó la rueda de fiambreras de
un lado para otro. La lluvia acortó la comida y volvimos otra vez al camino ya
por zona urbanizada y en poco tiempo llegamos al aparcamiento.
No nos acompañó el tiempo por la niebla y la lluvia. Tarifa es
incierta. Ya se sabe. Pero eso no impidió de que pasáramos un excelente día
visitando cosas nuevas y aprendiendo algo de lo que nos legaron los romanos.
Enhorabuena a Manolo por su excelente labor de guía. Sugerirle que la próxima
vez se prepare una honda porque para dirigir a un ganado tan numeroso y poco
disciplinado la necesita. Volveremos a esa zona.
Mapa de la ruta
Por la carretera, con la duna de Paloma que incansable, una vez tras otra, la invade y oculta.
Silene littorea
Anagallis monelli (Murajes/Centaurea real)
Uno de los acueductos que llevaban el agua a Baelo Claudia
Sentada en un trozo de historia
Linaria pedunculata
Cistus crispus - Jara rizada
Prado de margaritas cerca de El Chaparral
Erodium primulaceum
Explicación sobre las tumbas antropomorfas
En el borde de La Laguna, hoy seca por este otoño-invierno escaso en lluvias.
Bolonia
Flor masculina del lentisco - Pistacia lentiscus
Parte del grupo
Pinar
Entre gamones
Buitres leonados en los canchales
Por la cresta, atravesando un paso entre rocas
Metidos de lleno en la niebla, bajo una fina lluvia.
Buscando un sitio para comer, que es tarde y el hambre y la sed aprietan.
Vinos
Cerinthe major (Ceriflor)
Perfil de la ruta