jueves, 27 de febrero de 2020

sábado 29 Febrero: Las Escarihuelas de Busquístar


Participantes: Fini, Antonio Muñoz, Pili, Paco Ponferrada, Jesús R., Lucía, Manuel de Nerja, Nori, Luis, Luci, Manu, Ricardo, Carlos y Jesús C.
Distancia recorrida: 11 km
Desnivel acumulado: 700 m

Desayuno en el Puerta Nazarí de Órgiva. Buenas tostadas con jamón, a 3€.

Este era el último sábado que Carlos podía venir. Quería hacer una caminata por la Alpujarra y, claro, no le íbamos a quietar ese capricho. Las escarihuelas de Busquístar fue la ruta elegida para esa despedida de temporada.

Al pasar por Pampaneira todos los aparcamientos y la carretera estaban llenos de coches. Turistas aprovechando los días de fiesta de jueves a lunes. Llegamos a Busquístar y calle y aparcamiento público estaban casi vacíos. Pocos turistas llegan aquí.
Por Busquístar pasa el PR-A299, “Ruta Medieval”, de Pórtugos a Juviles, PR que nos acompañaría hasta el Portichuelo de Cástaras. Sale el camino por las eras del Portichuelo para internarse en las antiguas huertas, hoy dedicadas a cultivar cereal para alimento del ganado, fundamentalmente caballar. 
El camino es llano y permite solazarse con las vistas al valle del río Trevélez y a los cercanos cerros de Busquístar, Conjuro, del Santo y del Almirez, éstos últimos cayendo a pico sobre el río y entre ellos una cañada por cuya ladera izquierda, debajo del Almirez, serpentea nuestra senda de regreso.
Entramos en la zona del Majuelillo, con el cortijo del Majuelillo justo donde el camino se divide yendo el de enfrente a Trevélez mientras el de la derecha desciende hacia el río, hacia la escarrihuela de los Helechares. Pasamos al lado de los cortijos de Alfonsico y de Catifa Moreno antes de atravesar los barrancos Seco y de los Llanos, ambos con su chorro de agua, especialmente el de los Llanos. 
Los sauces en los barrancos estaban en plena floración, aún sin hojas, en cambio los fresnos sí que tenían flor y las primeras hojuelas.
Cada vez tenemos más cercano el río cuyo sonido va siendo más y más fuerte y cuyos rápidos se entrevén por los huecos del bosque de ribera de sauces y fresnos.  Cada vez están también más cercanos los enormes tajos de la ladera izquierda del valle, adornados por alguna encina y rezumando agua. ¡Qué tremendos tajos! Y la senda debe subir por ellos, pero ¿por dónde? No se adivina lugar accesible alguno. Después de pasar junto a las ruinas del cortijo Panizo, al trasponer un recodo, aparece la solución: un puentecillo salva el río y de él parte la primera curva de la escarihuela de los Helechares excavada en la roca.
El puentecillo ha sido rehecho con vigas, pero afortunadamente se ha conservado la estructura antigua, muy endeble a primera vista, pero ha soportado durante muchos años el tránsito de arrieros entre Busquístar, y Cástaras y Juviles. El puente está sobre un desfiladero de menos de cinco metros de anchura. No se podía elegir mejor punto para cruzar el río.
Al otro lado del puente comienza la escarihuela del Helechar. Esa maravilla de camino que a base de continuos zigzags y adaptación al terreno salva, primero los imponentes tajos hasta el cortijo del Cura o venta del Helechar, y después la tremenda pendiente de la ladera, por medio del encinar, hasta el Portichuelo de Cástaras para los berchuleros y Portichuelo de Busquístar para los castareños.
Por evitar la carretera fuimos paralelos a ella, por el pinar y por el monte bajo, hasta situarnos debajo de Cerrillos Negros. Subimos monte a través a la caseta de incendios de Cerrillos Negros que ofrece una panorámica inigualable de todo el valle del Trevélez.
El viento nos echó de Cerrillos Negros. Por la carretera le dimos la vuelta a lo que las minas del Conjuro han dejado del antiguo cerro de Busquístar, y dejamos la carretera en la venta de Carpio o del Relleno para tomar la GR-142 hacia Busquístar.
Antes de meternos en la escarihuela paramos a comer en un llanito junto a la misma senda. Aperitivos de chacina variada, ensaladas de naranja y de tomate, dos tipos de habas, berenjenas picantitas, tortillas variadas, alguna muy original, carnes, etc. Quesos, y buenos y abundantes vinos, antes de los tés y orujos. De postre, cáscara de limón con chocolate que prepara Nori. Otra vez echamos de menos la tarta de Jerónimo.
Después de una larga sobremesa, con esfuerzo nos pusimos en pie, para continuar por la senda, al principio bajando con relativa suavidad por la ladera del cerro del Almirez, pero después el descenso es fortísimo y solo salvable por los apretadísimos zigzags de la escarihuela de Busquístar. Este camino es el que hacían los mineros entre Busquístar y el Conjuro. ¡Qué bonita escarihuela! La disfrutamos a placer, con mucha tranquilidad, porque el pueblo estaba ahí al lado.
La escarihuela termina en el río Trevélez, atravesado por el puente del Molino junto a las ruinas del molino del Puente, que estuvo activo hasta los años 60 del pasado siglo. Del río sale la senda mediante una cortita escarihuela por la zona del cortijo de la Casería. La senda se transforma en carril y con él llegamos a las primeras casas de Busquístar. 
Día magnífico, con un poco de viento por la zona del Conjuro, y ruta preciosa. Las escarihuelas de Busquístar nunca defraudan.


SALIDA DE BUSQUÍSTAR





BARRANCO DE LOS LLANOS


PUENTE SOBRE EL RÍO TREVÉLEZ


EN LA ESCARIHUELA DEL HELECHAR


LA VENTA DEL HELECHAR




LLEGANDO A CERROS NEGROS 
TREVÉLEZ

LA CASETA DE CERROS NEGROS




LA MINA DEL CONJURO
TOLVAS DE CARGA DEL MINERAL DE HIERRO EN LAS VAGONETAS QUE SE DESPLAZABAN POR CABLE AÉREO


LOS VINOS Y EL RESTAURANTE







BAJANDO LA ESCARIHUELA DE BUSQUÍSTAR




EL PUENTE Y EL MOLINO

LAS CALLES DE BUSQUÍSTAR



DE COMPRA EN LA VELEÑA

CERVECITA AL FINAL DE LA RUTA