Sedella-Maroma-Llanadas-Sedella, 4 de mayo de 2013
Participantes: Jerónimo, Paco Ponferrada, Ana, Manuel de Rincón,
Manuel de Nerja, Isabel de Vélez, Luci, Jesús
Distancia recorrida: 21 km
Cuando viene alguien nuevo o recibimos a algún compañero que hacía
tiempo no acudía a las excursiones, al empezar la crónica le solemos dar la
bienvenida. Ayer a quien tuvieron que dar la bienvenida era a mí. Nunca había
estado un periodo tan largo sin salir (desde el 2 marzo, casi nada). Y el
reencuentro fue fabuloso. Esa sensación de alegría que te invade todo el cuerpo
al volver a ver gente querida después de mucho tiempo, esa sensación de sentir
la proximidad de aquellos con los que estás a gusto, creo que la sentimos todos,
fue recíproca entre el caminante perdido y los asiduos. Aunque el reencuentro
fue muy bonito prefiero no tener que pasar tanto tiempo en el dique seco.
Por evitar el bar del Cruce desayunamos en Sedella, en el bar de
la entrada, el Chiringuito creo que se llama. Estaba abierto pero nos
ofrecieron un bollito de chicha y nabo que nos sirvió de poco. Con razón alguno
se quejaba en la subida de que ya se le había acabado la gasolina del desayuno
e iba con la reserva.
La Sierra estaba preciosa. Disfrutamos del contraste entre las
floridas huertecillas de Sedella y la adusta Sierra. A nuestra Sierra no se le
puede pedir una explosión floral, simplemente que tenga algunas florecillas y
el suelo mullido por el agua. Eso es todo y es lo que había. Las dolomías no
dan para más. Y por ese suelo rebosante de humedad ascendimos, rebasando con
esfuerzo esas cuestas inhumanas del cortafuegos, del Fuerte y de la cresta de
la cordillera.
Al comenzar la caminata estaba la Sierra totalmente despejada,
pero a eso de las 10 la brisa de levante comenzó a meter algunas nubes, primero
como vedijas de blanca lana, después un poquito más compactas y finalmente
cubrió toda la cara Sur de la Sierra. A poco de sobrepasar la cresta del Fuerte
entramos en la niebla y por ella caminamos hasta la cresta de la cordillera. Al
llegar allí el altiplano nos recibió con cielo azul y sol; las nubes se
deshacían justo en la cresta. Esa grata sorpresa nos inyectó moral y ganas de
disfrutar del paisaje, ya estábamos hartos de la niebla, y decidimos acercarnos
hasta La Maroma. Tenemos querencia. Es como un buen amigo al que si pasamos
cerca hemos de acercarnos a saludarlo. Ida y vuelta rápida y comida en la
Tacita.
El ambiente de la comida tan cálido y amigable como siempre. Por
allí desfilaron tortillas sin cuento, chacinas variadas, ensaladas de todo
tipo, tomates de calidad…y las berzas de la madre de Ana que venían calentitas
diciendo cómeme. Como dice nuestro amigo Manuel de Rincón, si algún día faltas,
Ana, mándanos por Seur los guisos de tu madre. Para terminar té, brownie y
colutorios.
Al llegar a la Fuente Nueva entramos otra vez en la niebla. En la
excursión pasamos 3 fuentes: la del Fuerte, la Tacita y ésta Nueva. Las tres
siguen echando con parsimonia ese chorrito escaso pero constante. Para nada
acusan el invierno y primavera tan lluviosos que hemos tenido; están como si
nada. Parece que les diera lo mismo que no llueva o lo haga con prodigalidad.
La Primula nos recibió florida en la fuente Nueva y eso nos animó
a buscar la Plathantera en la ladera Norte de las Llanadas. Nos dispersamos
Jerónimo y yo mientras el resto esperaban. Seguí mi búsqueda y cuando me quise
dar cuenta ni veía ni oía a Jerónimo ni a los demás. Volví a las Llanadas y
como no había nadie decidí ir hacia Picaricos. Ya llegando a él nos comunicamos
por teléfono. El grupo estaba buscándome aún por las Llanadas.
Reencuentro en Picaricos y continuación de caminata por la niebla.
Qué pesado se nos hizo el descenso. Interminable. Poco antes de llegamos al
Corral de la Cuesta dejamos atrás la niebla y apareció Sedella. Cruzamos el
puente árabe y terminamos la caminata con una deliciosa cerveza fresquita en el
bar de la mañana.
Subiendo por el cortafuegos
Lycaena phlaeas
Manueles en El Fuerte
La Maroma desde el Collado del Fuerte
Aethionema marginatum
...
Niebla por los tajos
Hacia La Maroma, dejando la niebla al lado
Por el Tajo Volaero
Por la cumbre de La Maroma
Grupo en La Maroma
Descendiendo de la cumbre
Nos cruzamos con un grupo muy numeroso en el Tajo Volaero
No por mucho sestear anochece más temprano
Viola odorata
Primula veris
En la niebla
Geum sylvaticum
Cara norte de las Llanadas de Sedella
Linaria oblongifolia
Neotinea maculata
Zig-zag del sendero
En el puente ¿romano? ¿árabe? de Sedella
Vinos y tomates