lunes, 24 de julio de 2017

Sábado 29 de julio: Río Cebollón

Participantes: Jerónimo, Paco Ponferrada, Jesús R., Lucía, Lola Valle, Paco Zambrana, Paco Ruiz y Jesús C.

Desayuno en el Churrero de Alhama: cafés, tostadas con tomate y churros para compartir, 2€/cabeza; muy bien de cantidad y de precio.

Cada día ponen más trabas para aparcar en la zona de la Resinera. Además de la prohibición de 1 de junio a 15 de octubre en la pista a la Mesa y a las Parideras, Paco Ruiz comentó que a él le habían dicho un día que estuvo, que no aparcasen al otro lado del Cacín. Dejamos pues los coches en el aparcamiento de la Resinera… y al camino, con una mañana fresquita que invitaba a caminar.

Paco Ruiz, con su ya conocida mala relación con el agua, sugirió ir caminando hasta las Parideras “porque el agua estaba muy fría”. Le hicimos caso y nos llevó por una sendita al lado de la valla del campo plantado con encinas nada más dejar atrás el cauce del río, sendita que sale a la pista poco antes de la división a las Parideras.

Al pasar las Parideras entramos en contacto con el agua, no sólo para cruzar el Cebollón, sino por el carril que ha sido invadido por el río.

En los Tajos del Cebollón Lucía pidió ayuda a Paco Ponferrada porque se le había despegado la suela a una de sus zapatillas. Paco le hizo un remiendo con cinta americana, pero al meternos en el agua, poco más adelante de Tajo Caído, la cinta se había despegado. Esta vez fue Paco Ruiz quien con cuerdas y cinta le arregló la zapatilla y para evitar despegues ambos se fueron por la senda mientras los demás íbamos por el río. Nos salimos de él más adelante porque los pies se quedaban fríos y ya por la senda, con alguna paradita para remendar la zapatilla, llegamos al comienzo de la cuesta de los Pastizares donde hicimos el Ángelus.

Entramos al río hacia las pozas de Marchichi, pero mucho antes de ellas se abrió la otra zapatilla de Lucía. Allí quedó Lucía varada, esperando, y el resto continuamos. Al llegar a las pozas Paco Zambrana apuntó que “cómo las íbamos a dejarlas pasar sin probarlas”. Unos cuantos nos metimos y en menos de cinco minutos estábamos fuera, congelados.

El barranco de las Culebras traía su buen chorro de agua y su poza y cascada final estaban preciosas a la sombra de los arces. Contemplando esa belleza se sugirió que podíamos prescindir de la cascada del puente de la Monticana, volver hasta las pozas de Marchichi, bajar las botas de Jesús R. y Lola a Lucía, y con las que mejor le vinieran subiera a las pozas para almorzar allí. Jerónimo fue a rescatar a Lucía mientras los demás aprovechábamos para darnos un buen baño.

Después del almuerzo Jerónimo tomo las artes del zapatero, cinta americana, cuerdas y tobilleras, y le hizo a Lucía un par de botas nuevas, de corte futurista, como las que salen en las películas de marcianos. Con ellas bajo Lucía todo el camino y Paco Ponferrada que decía que él y Paco Ruiz se iban a colocar de zapateros en el Corte Inglés, vio que había tan buenos o mejores zapateros y cerró ese posible empleo.

En el valle del Cebollón hacía un calor tremendo. El agua ya ni nos parecía fría y alguno se tumbaba en el río para mojarse entero y sobrellevar así la dura canícula. En la presa de los Tajos nos dimos un buen baño con el agua ya más caliente que fría. Como el agua baja tan tendida, el sol la va calentando y de las pozas de Marchici a la presa de los Tajos el agua pasó de 18 a 23ºC.

Aunque de la presa salimos fresquitos por las parideras íbamos ya asfixiados. Aprovechamos el agua fresquita de la fuente del Burro y algunos volvimos al cauce del Cebollón donde hacía bastante menos calor que en el carril.

Y sin más incidentes llegamos a la Resinera donde Lucía dejó lo que quedaba de sus zapatillas, cinta americana, cuerdas y tobilleras. El aire acondicionado de los coches a toda pastilla y a casa.

Erica terminalis
 
El Cebollón por la zona de Las Parideras
 
Pyronia tithorius
 
Calopteryx haemorrhoidalis - Caballito del diablo
 
Por el río
 
Parada bajo el Tajo Caído
 
Río arriba
 
La umbría del bosque y el frescor del agua
 
Primera de las pozas de Marchichi
 
Paso delicado
 
Baño en aguas heladas
 
Continuamos
 
Pasando por encima de otra poza
 
Sorteando obstáculos en el cauce
 
Poza en el Arroyo de las Víboras
 
De vuelta
 
Zapatero remendón
 
Cuestión de camuflaje
 
Cría de lagarto ocelado comiéndose algo
 
Disfrutando del frescor del agua en los pies
 
Baño de cuerpo entero en la presa
 
Oruga de Hyles euphorbiae
 
Como niña con zapatos nuevos
 
 Libélula azul - Orthetrum coerulescens

domingo, 16 de julio de 2017

Sábado 22 de julio: Lagunas alrededor del Veleta


Participantes: 6
 Paco Ruiz, Paco Ponfe,  Jesús C., Ricardo, Emilio y Jerónimo
Distancia recorrida:
17 kilómetros
Desnivel de subida acumulado:
Desnivel de bajada acumulado:
640 metros
1.220 metros
Altura mínima: ( Hoya de la Mora /Albergue Universitario: 2.500 m)
Altura máxima: (La Carihuela del Veleta: 3.200 m)
Tipo de recorrido:
En forma de lazo, con comienzo y final en diferentes lugares.

 
 
Desayuno en el Mirador. Si se pide tostada completa resulta demasiado grande. Gracias, Emilio, por tu invitación al desayuno. Hiciste la ruta con tranquilidad y desahogo, así que cuando quieras ya sabes donde nos tienes.
Paco Ruiz había reservado 5 plazas en el autobús a las 9 para subir hasta las Posiciones. Éramos 6 y por eso subimos pronto, a eso de las 8.30, para ver si había otra plaza más. La señora que daba los billetes, un poco seca y desaborida,  no aseguraba que hubiera una plaza más hasta las 9, así que Emilio salió caminando hacia las Posiciones para ganar tiempo. Sobre las 8.50 supimos que había una plaza más. Le dijimos a la señora que si podíamos recoger a un pasajero en la carretera pues había comenzado a subir caminando. No hubo forma de convencerla “el autobús salía del Albergue Universitario completo y no paraba hasta las Posiciones”. Llamamos a Emilio y bajó a todo correr justo para coger el autobús en marcha.
Con el autobús nos quitamos esa aburrida cuesta que tan pateada tenemos, ganando tiempo y ahorrando esfuerzo. Es una muy buena alternativa.
Dejamos el autobús con un vendaval de cuidado, y bien pertrechados con polares y cortavientos, subimos por la carretera al collado de la Carihuela. Del collado descendimos a la Laguna Verde donde principia el río Veleta ya protegidos del viento. Estaba preciosa, un poquito baja pero aún desaguando un hilillo de agua. De la Laguna Verde a los lagunillos del Veleta. Sólo uno tenía agua, al otro le quedaba aún barro húmedo en el fondo.
Por el barranquito al este del lagunillo del Veleta subimos al colladito del Púlpito de los Canchales y descendimos a la laguna de las Cabras ocupada en esta ocasión por vacas. Es este un enclave apartado, contrastante, dulce y apacible si miramos la límpida laguna y agreste en grado sumo si miramos a las crestas que la rodean. Allí hicimos el Ángelus y enfilamos la enorme pendiente a los Raspones de Río Seco. Emilio confesó después que nunca se le hubiera ocurrido atacar ese canchal tan empinado.
Salvamos los casi 200 m de desnivel con alguna paradita para descansar y disfrutar de la laguna rodeada de vacas. Y una vez arriba a descender por esa garganta estrecha, casi vertical, que nos dejó en el valle del Río Seco. Bajamos distanciados unos de otros para evitar posibles piedras desprendidas por el compañero siguiente.
El valle del Río Seco nos recibió con un hermoso rebaño de monteses en el que había algunos machos con muy buena cuerna. Iban calmosos y nos permitieron fotografiarlos a placer. Echamos un buen rato con ellos antes de llegar a la laguna de Río Seco.
En la pista encima de las lagunas de Río Seco sopesamos la posibilidad de bajar a la Laguna Larga y volver por Veta Grande y el Veredón Inferior. Era ya más de la 1.30 y pensamos que eso sería mucha caminata. Continuamos pues por la pista con tranquilidad, aunque esquivando continuamente a los ciclistas, deleitándonos con la vista de los amplios valles glaciares de Río Seco y Veleta, mucho mayores que los vallecillos de los río Guarnón, Valdeifierno y Valdecasillas. Ya en tiempos de las glaciaciones se acumulaba más nieve y hielo al sur que al norte de la Sierra.
Almorzamos pasada la cadena con el gazpachito de Jerónimo, las cervecitas y el vinito fresco para regar la ensalada de pasta, el arroz, las pochas, embutidos y quesos. Nos sentamos al sol porque aunque se había parado el viento no apetecía la sombra.
En la Carihuela bajamos a los lagunillos de la Virgen sembrados de ovejas que han sustituido a las vacas y caballos de otras veces. En el collado de la Laguna dejamos el valle del Dílar para entrar en el del Monachil y sin más llegamos a los aparcamientos de los Albergues.


Mapa de la ruta

Tajos de la Virgen a la luz de la mañana

Por la Carihuela

Senecio nevadensis - Suzón de Sª Nevada

En la Laguna de Aguas Verdes

Sempervivum minutum - Siempreviva de Sª Nevada

Bajando por un pedregal

hacia las Lagunas de los Vasares del Veleta

El Veleta con los lagunillos a sus pies

Dianthus brachyanthus - Clavelinas

Descendiendo del Púlpito de los Canchales

Sideritis glacialis - Zahareña fina
 
Laguna de la Cabras... ¿?

Esa pequeña cuestecilla

que nos toca remontar

hasta llegar a aquel boquete del fondo

desde donde la laguna es una charca

y se abren las vistas a Loma Pelada y el Mulhacén

y desde donde toca bajar 40 metros muy verticales

hasta el valle del Río Seco

Río Seco, Loma Pelada y el Mulhacén

Machos monteses

Llegando a la Laguna de Río Seco

Foto de grupo junto a la laguna

Los Raspones de Río Seco

Por el carril a la vuelta

Lagunas de Río Seco y Mulhacén

Crestones de Río Seco con el Mulhacén y la Alcazaba de fondo

Asomándonos a la ladera norte de los Crestones

Enfilando hacia el paso de la cadena

En el Paso de la cadena

Vino y Laguna de Aguas Verdes

Argynnis pandora

Hacia los Lagunillos de la Virgen

Uno de los Lagunillos de la Virgen

Aglais urticae

De vuelta