Participantes: 15 | Paco P., Pilar, Jesús R., Luis, Nori, Paco R., Tere, Lily, Lucía L., Manuel D., Jesús C., Paco Z., Lola V., Ricardo y Jerónimo |
Distancia recorrida: | 19 kilómetros |
Desnivel de subida acumulado: | 820 metros |
Altura mínima: (290 m – Pantano del Gaitanejo) | Altura máxima: (652 m – Almorchón) |
Tipo de recorrido: | Tramos circulares y tramos lineales |
Tipo de camino: | Veredas, carriles, carretera y campo a través. |
Desayuno en el Cruce de Ardales. Mejor el mollete que la rebanada, al menos en esta ocasión. Ponen aceite, mantequilla, mermelada, lomo en manteca y manteca colorá, a discreción de los comensales. Servicio excelente. Y a un buen precio: 2,60€.
El grupo hemos dado en llamar sierra
del Amorchón a la existente entre el desfiladero de los Gaitanes y el embalse
de Conde de Guadalhorce. En los mapas a esta sierra la llaman sierra de la
Pizarra. Los tajos que caen de la sierra al este, al desfiladero de los Gaitanes
y al sur, a la carretera al Chorro, sí los denominan tajos del Almorchón. Quizá
deberíamos cambiar los apelativos que usamos.
En el primer espacio para aparcar
después del centro de visitantes del Caminito del Rey aparcamos los 4 coches.
Mientras preparábamos las mochilas, Jerónimo y Paco Ponferrada fueron a dejar un
coche junto a la Cantina, para evitar en el regreso un buen trozo de carretera
y que los que esperasen pudiesen tomar una cerveza.
Desde el aparcamiento entramos en
la sierra de La Pizarra, por el suroeste, ascendiendo por sendillas de cabras
hasta encontrar el colladito de la senda que cruza entre las carreteras del
Chorro y de los Embalses. Allí hay senda al norte marcada por las huellas en la
arenisca y por mojones. Pero no hay una sola senda, sino varias. Al principio
tomamos la correcta, la que ascendía, pero más adelante dejamos la que ascendía
para otra, más tendida, que entraba a la sierra por el oeste. Con un poco de
esfuerzo tornamos a la correcta que nos subió a lo alto sin más.
Esta parte de la sierra la forman
areniscas y conglomerados muy friables. Por ello están marcadas las huellas en
las sendas y en los tajos hay numerosos tafonis que amenizan la subida a la vez
que se van teniendo muy buenas vistas sobre el embalse del Conde de
Guadalhorce.
Por los cortafuegos de lo alto de
la sierra se camina casi en llano, primero al este y luego al norte, hacia el
pico del Convento. El pinar nos protegía en parte del viento de levante, pero
subiendo al Convento, sin esa protección, el viento era muy fuerte,
desagradable. Y más en la cima del pico. Por eso estuvimos en la cima los
escasos minutos que necesitamos para reagruparnos y hacer una foto de grupo.
Las vistas desde el pico son extraordinarias, a los embalses y hacia en Huma;
hoy no las disfrutamos.
Llegados al carril que va a los
tajos del Almorchón decidimos dejar el mirador de los Tajos para otra ocasión
porque con el viento era peligroso acercarse al borde del mirador. Sólo
Jerónimo fue mientras los demás bajábamos a tomar el carril de la orilla del
embalse del Gaitanejo. El carril comienza en la misma entrada al Caminito del Rey,
con una multitud de gente esperando.
En una de las mesas del área
recreativa del Gaitanejo tomamos el Ángelus y, claro, con el personal sentado
cómodamente en los bancos de la mesa, el Ángelus se alargó bastante más de lo
debido. Por el carril subimos a la carretera al estar cerrada la salida de ese
carril a la presa, y en la carretera encontramos una barbaridad de gente,
coches y motos aparcados en cualquier sitio. Seguramente en el centro de Málaga
había menos gentío que aquí. Los coches estaban aparcados casi hasta el inicio
de la presa del embalse Guadalhorce-Guadalteba.
Cruzar la presa del embalse fue
épico porque el viento nos llevaba literalmente. Más de uno pasamos agarrados a
la barandilla por temor a que el viento nos echara a la carretera. ¡Con qué
gusto dejamos la carretera y tomamos la Gran Senda de Málaga al final del
puente sobre el Guadalhorce, donde el cerro nos protegía del viento!
La senda va bordeando el embalse
del Guadalhorce. Embalse con muy poca agua, tanto que hoy está incomunicado con
el del Guadalteba. La senda asciende con mucha suavidad, siguiendo la orilla
del embalse, por encima de lo que fue el poblado de Gobantes. Nuestro objetivo
era llegar a los tafonis del cerro del Rebolo, pero era tarde y el personal
pedía descanso y comida, así que en el llanito superior de una península que se
adentra en el embalse, con unas excelentes vistas al embalse, a la sierra Llana
y al norte de los tajos del Estudiante, paramos a comer.
Acomodar a 15 personas es casi
tan trabajoso como a un ejército. Llevó su tiempo hasta que nos sentamos, más o
menos cercanos, para que las fiambreras pudieran circular. Se comenzó con
aperitivos de chacina, gambas, aguacate, encurtidos y croquetas. Vinieron
después la ensaladilla rusa, la tortilla y el pastel de atún. Luego las
albóndigas, los filetillos con ajos, salsa y rebozados, el roast beef con
mostaza… y alguna cosa más que olvido. Al final salieron los quesos, de tres
tipos. La bebida no estuvo hoy a la altura de las circunstancias, no por la
calidad, sino por la cantidad. Tuvimos 4 botellitas de vino y unas cervezas.
Terminamos con la consabida tarta de Jerónimo, esta vez de pomelo, deliciosa,
para repetir, porque algún día se le acabará el repertorio a este hombre; tés y
orujos variados.
Después del almuerzo el grupo se
dividió. Unos se tumbaron a dormir la siesta y otros, los menos, seguimos hacia
el Rebolo pasando por encima de las ruinas del cortijo del Chopo. Cruzamos la
carretera y por una cañada que estaba con mucho matorral pero que se está
desbrozando, subimos sin otra dificultad que el desnivel a la cima del Rebolo.
Dimos la vuelta a la cima por la base de los tafonis y regresamos.
Los conductores, los Pacos Ruiz y
Ponferrada y Jerónimo son grandes caminantes. Por eso los mandamos de
avanzadilla para que trajesen los coches al encuentro del resto del grupo que
somos caminantes más lentos. Regresamos por la Gran Senda y por la presa del
Guadalteba, ahora sin viento, pudimos recrearnos con el entorno que el viento
nos había vedado a la ida. Esperamos a los coches en el aparcamiento del hotel
del Conde, ahora casi despejado. Despedida y a casa.
Sierras muy agradables, dignas de
recorrerse, a poder ser en un día con menos viento, evitando sábados y domingos
para no tener la aglomeración que atrae el Caminito del Rey. La sequía ha
disminuido las flores, por suerte aún hemos encontrado lirio de invierno
(antiguamente Iris planifollia, hoy renombrado Juno planifolia), Narcissus
cantabricus y Ophrys fusca.