Participantes: 11 | Paco P., Jesús R., Pilar, Mª José, Paco R., Jesús C., Manuel D., Enrique, Antonio U., Paco Z. y Jerónimo. |
Distancia recorrida: | 18 kilómetros |
Desnivel de subida acumulado: | 1.300 metros |
Altura mínima: (500 m – Casarabonela) | Altura máxima: (1.519 m – Vértice Sierra Prieta) |
Tipo de recorrido: | Circular, salvo dos tramos de ida y vuelta |
Tipo de camino: | Principalmente veredas y un pequeño tramo por carril y otro por las calles del pueblo. |
Desayuno en el bar La Herradura
de Zalea. Buena rebanada de pan. Muchas moscas y poco espacio dentro del bar.
Bienvenido Manolo, el frío de la
montaña leonesa te ha echado hacia el sur. Todo el grupo te esperaba.
Los aparcamientos del centro de
Casarabonela llenos. Para otro día ir a los que hay en la circunvalación o en
el tanatorio.
Salimos de los aparcamientos del
centro de Casarabonela, por la circunvalación, donde unas higueras nos
brindaron sus higuitos mañaneros para completar el desayuno.
La idea de partida era ir al Tajo
de la Campana y a Sierra Blanquilla, y con esa intención tomamos la senda al
Llano Cristóbal donde un buen rebaño de cabras nos dieron la bienvenida. Más
arriba, en el Llano, también se oían más cabras, aunque no logramos verlas. Parece
que Casarabonela se ha vuelto ganadera.
En el Llano Cristóbal hubo la
primera confrontación de ideas: unos que querían ir directamente al puerto de
la Jácara y otros pasar por la fuente del Hornajo e ir al puerto de la Madera.
Se impuso esta última alternativa por ofrecer una senda con menos repechos e
ir, en parte, por sombra.
En la fuente del Hornajo una
pequeña paradita para tomar unas nueces del hermoso nogal que allí hay. Se ve
que desayuno e higos no habían bastado. Desde la fuente al puerto de la Madera
el pinar ha crecido un montón. Lo conocimos cuando apenas descollaba del
matorral y ahora se ha convertido en un buen pinar por el que se camina a la
sombra.
Del puerto de la Madera subimos
al puertecillo superior donde se divide la senda al sureste y suroeste. Tomamos
la del oeste para aprovechar la sombra del enorme Pico de la Prieta. La umbría
del Pico ofrece una sendita encantadora por la frescura, los enormes pinos, las
vistas al valle del Turón y los enormes roquedales del Pico, siendo además una
sendita con desniveles muy suaves.
Paramos al Ángelus en la cañada
del Arroyo de las Doncellas, bajo los arces y cerca de los mostajos. Este
entorno es muy agradable y siempre hacemos una paradita en él. Hoy sirvió
también para reconsiderar el objetivo de la Blanquilla. Si íbamos a la
Blanquilla no teníamos tiempo de bajar al Tajo de la Campana. Por eso decidimos
subir de allí al Pico de la Prieta aprovechando una sendita que Paco Ruiz había
investigado.
Paco tomó la dirección del grupo
y por la sendita nos subió al puerto de la Cabrilla, zigzagueando, con bastante
suavidad, siempre a la sombra del pinar y de los tajos. Estos antiguos caminos
de herradura son una delicia. En el puerto la sendita continuaba en dirección
sur, hacia Jorox, y de allí al Pico entramos en sendita de montañero. Eso ya
fue otro cantar. Hubimos de trepar a veces y siempre ir por pendientes casi
imposibles. Pero tal como Paco dijo había una sendita que nos guiaba hacia
arriba. Y eso ya era mucho porque evitaba la incertidumbre e indecisión de por
dónde continuar la subida.
Ya casi arriba algunos perdimos
la senda y nos desviamos demasiado al sur, en cambio Paco y María José
continuaron por la sendita hasta el mismo vértice geodésico. Las fotos de rigor
en el vértice y hacia todo el derredor desde ese nido de águilas. Son
especialmente impresionantes los tajos al suroeste.
La bajada se nos hizo
interminable hasta el puertecillo donde se toma la senda que corta toda la
ladera norte de Sierra Prieta. Recogimos a Pili y a Jesús R. que habían
rehusado subir al Pico y, ya todo el grupo, iniciamos la bajada al puerto de la
Madera primero y al Tajo de la Campana después. Cuando entramos en el pinar
debajo del puerto de la Madera todos sentimos el alivio de dejar la solana y
entrar a la sombra protectora del pinar.
Sin llegar al Tajo de la Campana,
bajo un hermoso pino solitario frente a él, encontramos el restaurante ideal.
Allí nos aposentamos para degustar un delicioso gazpacho heladito, jugosas
gambas, chorizo y cecina de León, riquísimos boquerones en vinagre, edamame,
habas con cebollita, tortillas de guisantes, y de patata con huevos de corral,
pastel de atún, carnes variadas con sus ajitos…, terminando con la
imprescindible tablita de quesos. Cervezas frescas y vinos variados nos ayudaron
a pasar semejante banquete. Para terminar la tarta de Jerónimo, de manzanas del
cortijo de la Almijara esta vez, exquisita, no podía ser menos después de haber
cargado con las manzanas durante medio día el sábado anterior. La acompañamos
de tés y orujos.
Nos levantamos como pudimos para
acercarnos a ese Tajo de la Campana, impresionante, como siempre, que hizo las
delicias de los que no lo conocían. Y luego de mil fotos subimos al puerto de
la Jácara por esa sendita umbría, sombría, con esos contrastes entre los
roquedos y el verde de los pinos.
Por la senda de la Jácara
descendimos ya con poca protección de los pinos a una de las cañadas que dan
lugar al arroyo de Casarabonela y después, por la cresta, bajamos al Llano
Cristóbal y a Casarabonela.
Justo en el aparcamiento teníamos
un bar con hermosa terraza. Allí tomamos las heladitas cervezas y refrescos
antes de volver a los coches y a casa.
Felicidades a Paco Zambrana por su cumpleaños y a Jerónimo por su santo. Ambos tuvieron la deferencia de invitarnos al desayuno y a la cerveza vespertina respectivamente. Todo el grupo lo agradeció.