lunes, 28 de septiembre de 2020

3 de octubre: Bacal-Cueva Colica (Río Grande de Jayena)

Participantes: 13

Paco P., Pilar, Ana,  Paco R., Nori, Lola V.,  Luci, Manu, Jesús C., Ricardo, Luis, Paco Z.  y Jerónimo

Distancia recorrida:

24,1  kilómetros

Desnivel de subida acumulado:

680 metros

Altura mínima: (920 m – Área recreativa del Bacal)

Altura máxima: (1.310 m – Proximidades de Cueva Colica)

Tipo de recorrido:

Circular, con un tramo lineal de ida y vuelta

Tipo de camino:

Veredas y carriles

Desayuno. Unos en casa, otros en el Churrero de Alhama: cafés grandes con leche bien caliente y churros, 2,5 €.

El día anterior, viernes, había pasado una borrasca rápida desde el norte, sin lluvia, pero con mucho viento y frío. En el Bacal, a las 9, había 5°C, aunque sin viento. La Veleña se retrasó un cuarto de hora y los que esperaban estaban ya ateridos.

Partimos del Bacal hacia el cahorro de los Tajos de Rando en río del Bacal, con la esperanza de que hubiera poca agua y se pudiera cruzar el río sin remojarse los pies. Así fue afortunadamente. Cruzamos el río, subimos al carril de la margen derecha y volvimos a entrar al cauce del río siguiendo la tubería hormigonada de la captación de aguas de Jayena.

Ahí comenzamos con los interminables cruces del río pues la senda, muy bien marcada por los numerosos caminantes veraniegos, no ofrece dudas. La pega era cruzar el río una y otra vez sin mojarse ya que la mañanita no propiciaba caminar con los pies húmedos.

La senda por el valle es preciosa. No había perdido ni un ápice de su esplendor en este comienzo del otoño. La hierba estada verde, los helechos bien crecidos, los magníficos pinos resineros, el entorno de las laderas también cubiertas de pino y por encima el cielo azul. El otoño sólo se notaba porque en algunos tramos el Bacal estaba seco.

Hacía años que no recorríamos esta encantadora senda y la cogíamos a deseo. En algunos tramos la senda es una trocha entre los helechos donde sólo asoman por encima de ellos las cabezas de los caminantes. Notamos, eso sí, la proliferación de zarzas con continuos enganchones. Hasta los helechales estaban trufados de zarzas.

Dimos la vuelta al cerrillo de los Machos, escarpada proa que se adentra en el cauce haciéndolo girar. La tenemos por el anuncio de la llegada a la poza Romance en la que tantos baños nos hemos dado. Hoy pasamos de baños, pero unos cuantos bajaron a visitarla. Ha perdido la profundidad que tenía, como les ocurre también a las pozas del Cebollón. Necesita una buena avenida para limpiar toda la arena acumulada.

En Haza Grande algunos chopos mostraban los primeros amarillos otoñales. Ahí dejamos el río Bacal, fruto de la unión de los arroyos Almijara y Golondrinas, para internarnos en el valle del Almijara que nos recibe con un extraordinario pinar. El carrilillo que recorre el valle hace años que perdió un trozo, por la desembocadura del barranco de las Pulgas, que obliga a caminar por el pedregoso cauce, aunque enseguida reaparece.

En la subida al carril o pista Cuesta de las Pulgas paramos al Ángelus. Tuvimos los añorados mostachones, frutos secos e higos, y un vasito de vino dulce que Ricardo se ocupa de traer.

Por la pista llegamos al Mojón de las Diferencias con su enorme depósito contra incendios. Aquí se juntan los términos municipales de Otívar, Jayena y Alhama, quedando además muy cerca Fornes-Arenas-Játar y Albuñuelas. Seguro que hubo problemas de deslindamiento que dieron lugar al nombre. Aquí la pista que traemos desde la Cuesta de las Pulgas se divide en dos, la de la derecha hacia la Monticana y la de la izquierda hacia la Cueva de Funes.

Por la de la izquierda fuimos paralelos al arroyo de la Almijara, con su buen chorro de agua, pasamos junto al destrozado ya cortijo de la Almijara y en su manzanal nos aprovisionamos de unas cuantas manzanas. Cueva Colica siempre ofrece una bonita estampa con la cueva coronada de encinas y la casita. Más abajo, el derruido cortijo de Cabañeros, junto al arroyo homónimo, también con agua, nos ofreció una llanurilla que la vimos apropiada para el almuerzo.

Con alegría y ganas de descansar nos aposentamos y desinfectamos, y, enseguida, comenzaron a circular la ensalada, los tomates, el jamón y la morcilla de aperitivo, seguidas de riquísima calabaza, tortilla, carne con berenjenas a la japonesa, un par de recetas de albóndigas, lomo al ajillo y seguramente más cosas que olvido, terminando con los quesos. Tuvimos cerveza fresquita y tintos de Cariñena, Campo de Borja, Jumilla y Rioja. De poste tarta de mango con un poquito de cointreau, jugosa, bonita, bien presentada y sobre todo fina y rica. Nos faltó un chupito de orujo y la compañía de Manolo.

Nos levantamos a las 3,30 calculando que teníamos tres horas al Bacal. Hasta Haza Grande, paralelos al arroyo de las Golondrinas, echamos una hora y otras dos a lo largo del río Bacal. A las 6,30 llegamos a los coches la mayoría, aunque algún correcaminos llevaba allí un buen rato.

Día excelente, con viento por las cumbres que no se notaba en los valles recorridos, sol y fresquito, para no sudar. Fue el primer día que comimos al sol.

A este recorrido siempre le hemos llamado del Río Grande, aunque en realidad el río que se recorre es el Bacal. Río Grande se llama aguas debajo de la unión de Bacal y Turillas.

La ruta de hoy

Pinares encaramados a los riscos

Parnassia palustris

Río Bacal

Bajo la sombra y protección del valle y de los pinos

Una de tantas pozas colmatadas por los años

Cruzando el río

Tronco de un viejo resinero

Entre helechos y alguna que otra zarza

Cambio de orilla y de estación

Poza Romance

Llano de Haza Grande junto al Cortijo de Córzola

Llegando al Mojón de las Diferencias

La frondosidad del Arroyo Almijara

Cortijo Almijara

Y esperaba

una culebra en el camino  

Por el Cortijo de Cueva Colica

Senecio malacitanus

Panorámica de Cueva Colica y el Cerro Cabañeros

Cortijo de Cabañeros

Vino en pedestal que no rodó

Y pino y su bonsái

Blancas dolomías

Entre juncos

Erica terminalis

Poza en el Arroyo Golondrinas

Pasando bajo el arco vegetal

domingo, 27 de septiembre de 2020

30 de septiembre: Escalerillas de Jabalcuza

Participantes: Ana, Luis, Paco Ponferrada, Rafa, Lucía, Manuel de Rincón, Miguel, Luci, Manu, Antonio Usieto, Victoria, Lili y Jesús

Distancia recorrida: 8 km

Desnivel acumulado: 615 m

Bienvenido, Rafa, después de tanto tiempo. No dejes fuera de tu agenda los deberes montañeros.

Partimos del inicio del sendero Jabalcuza, en el pozo Poveda, siguiendo el pedregoso carril paralelo a los abandonados olivares del sendero oficial a Jabajcuza, para dejarlo justo antes de que el sendero cruce a la orilla izquierda del arroyo Zambrano.

Allí tomamos a la izquierda la senda que va por el pinar entre el pie de la sierra y las últimas casas de las urbanizaciones, hasta que aparece a la derecha la importante senda a Jabalcuza. Hasta aquí todo había sido llanear o descender, pero el comienzo de la senda de las Escalerillas ya pone las cosas en su sitio avisando que el repecho que se avecina es duro.

Sube la senda por el límite del pinar, con mucha pendiente. Es senda de montañeros, no tradicional, así que no hay que esperar zigzags suavizando la subida, sube a pecho, a veces salvando rocas donde a uno no le dan las piernas para salvar el desnivel.

En la sendita se acabaron las charlas, las risas y los comentarios. Quien más quien menos comenzó a resoplar y a echar los primeros goterones de sudor. Iban en cabeza Paco y Victoria, los dos más fuertes del grupo. Pronto el equipo comenzó a estirarse y hacia la mediación de la cuesta hicimos una paradita para reagruparnos y admirar el caserío de las urbanizaciones de Alhaurín y el valle del Guadalhorce que iban quedando abajo.

De nuevo en marcha se iba produciendo el mismo fenómeno de estiramiento del pelotón. Otra vez hubimos de reagruparnos. Esta vez al comienzo de los tajos de Jabalcuza, donde comienzan las escalerillas propiamente dichas.

Comenzamos las trepaditas en los tajos, los cortos trozos de senda entre tajo y tajo, siguiendo la huella bien marcada de anteriores caminantes. Ayudados de las manos fuimos superando las zonas más verticales. En algunas hubimos de dejar a un lado los bastones para agarrarnos como gatos en la trepada.

Las vistas hacia Alhaurín iban ganando en perspectiva, pero también al arroyo Zambrano, allá en lo hondo, con la senda que nos había de servir de regreso. Poco más al oeste los tajos de Juan Borrico, las canteras, y toda la serie de picos de la cresta: Calamorro, cerros del Moro y Castillejo, e incluso Pico Mijas con su característica bola.

Con caras sonrientes íbamos afrontando cada nueva trepada. Nos gustaba la actividad. Fotos aquí y allá, desde arriba y desde abajo, llegamos a la llanurilla llamada el Mirador. Mirador para cuando uno viene del pico Jabalcuza, porque nosotros llevábamos con esas vistas toda la subida.

Del Mirador se divisa el cartelón de la cumbre de Jabalcuza. La subida de uno a otra se hace ya por el lapiaz que tapiza todas estas cumbres. Paramos un poquito en la cumbre del Jabalcuza, por leer el cartelón y por darle un poco de importancia a la cumbre, aunque las vistas bonitas están más abajo, por donde veníamos.

De Jabalcuza se divisa al sureste el vértice geodésico del pico Palomas. Allí nos dirigimos. La senda cada vez está más marcada. Va sorteando el arisco pedregal mediante vueltas y revueltas, descendiendo un poco primero y subiendo después hasta coronar el picachillo del Palomas.

Fotos y cháchara en el Palomas. Y un ratito de descanso mientras se hacía un ligero Ángelus.

Como era temprano decidimos explorar la sendita que poco antes del Palomas salía por la cresta al este, hacia Torremolinos. La sendita sube un poquito y traspone una crestita, muy pequeña, casi imperceptible, pero lo suficiente para que el amigo Miguel que iba el último, hablando por teléfono, se despistase y siguiese por la senda que habíamos traído, porque los demás habíamos traspuesto la crestita y no nos veía.

Poco más adelante la caminata se detuvo. Luis y Usieto que iban los últimos se dieron cuenta de que Miguel no venía y pararon. Los de cabeza también lo hicieron sin saber a qué se debía la parada. Esperamos un rato, quizá pensando que Miguel pudiera haber ido al baño, pero no aparecía.

Como el recorrido que llevábamos era de ida y vuelta por el mismo sitio, los de cabeza seguimos por la cresta mientras Luis y Usieto volvían para intentar localizar a Miguel.

La senda de la cresta está bien marcada. Pasa por todo el Chaparral, nombre inapropiado porque lo que hay son coscojas, no chaparros, formando trochitas a veces, pasa por el Tajo Palomas y llega finalmente al cerro que los torremolinenses llaman Palomas porque es el más alto que se ve desde allí, descendiendo después al puerto del Cañuelo.

Nuestra meta de visitar las cumbres más altas de la loma Palomas estaba cumplida. Regresamos sobre nuestros pasos con la alegría de ver en el Tajo Palomas a los tres que faltaban: Miguel, Luis y Usieto. Cuando nos reunimos Miguel explicó su confusión de haber visto algún caminante al oeste y creyendo que éramos nosotros, avivó el paso en esa dirección hacia Puerto Canuto. Cuando se dio cuenta de su error volvió uniéndose a Luis y Usieto.

Solventada la pérdida pusimos rumbo a Puerto Canuto y luego hacia los coches por ese precioso Arroyo Zambrano. Tuvimos que apartarnos un par de veces porque bajaban ciclistas a toda mecha, pero sin incidentes. Deleitándonos de los tajos, vegetación y vistas descendimos por el Zambrano a los coches.

La última tarea del día, la cervecita, la resolvimos en un garito de la avenida Pau Casals. Lo acababan de abrir. Nos prepararon mesas, las desinfectaron, sirvieron pintas hasta que se les acabó el barril y el resto recibió botellines. De tapa unos frutos secos, aceitunas, nachos con guacamole y quesos variados con nueces y uvas. Excelente sitio.

Muchas gracias a los arcángeles MIGUEL y RAFA que tuvieron el detalle de invitarnos porque ayer había sido su día.

Inicio de la senda por el pie de la sierra

En las rampas al borde del pinar

El personal disperso al comienzo de las escalerillas

Un tramo de bosque

Uno ya está arriba y los demás abajo

Un receso antes de atacar la garganta

Una trepadita

Iniciando el último escalón

Superando ese último escalón

Tranquilidad y reposo en el Mirador de Jabalcuza

Por el lapiaz hacia el vértice Palomas

En el vértice Palomas

Por el Chaparral que es un coscojal

Corrales del tío Caliche

Posando en la senda Zambrano

jueves, 24 de septiembre de 2020

26 de septiembre: El Grajo desde Casarabonela

Participantes: 13

Paco P., Jesús R., PIlar, Lili, Paco R., Tere, Ricardo,  Luci, Manu, Luis, Isabel, Paco Z.  y Jerónimo

Distancia recorrida:

21,2  kilómetros

Desnivel de subida acumulado:

1.290 metros

Altura mínima: (514 m - Casarabonela)

Altura máxima: (1.293 m –  El Grajo, Sª Alcaparaín)

Tipo de recorrido:

Parte circular y parte lineal de ida y vuelta

Tipo de camino:

Veredas, carriles y algún tramo de carretera y calles del pueblo.


Lagundu!

Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos.

Harold Lloyd me ha prometido un reloj para mí solo,

un reloj para pasearme y colgar de sus milimétricas agujas las mascarillas más baratas.

Hoy vuela  alto el grajo y recoge la falda de acículas dormidas donde pace el día

las estrellas caídas de la pantalla

del cinematógrafo.

Ti regalerò una rosa, un suspenso hueco, un jurel portugués, una mueca alegre cansada de recitar

los tristes versos de Jorge Manrique.

Estas piedras antiguas

a trabajos forzados me condenan.

Uva a uva, vendimió el grajo la viña y solo queda en la última rama del recuerdo

el sarmiento seco del olvido.

Georges Brassens  me susurra a los pies  que cantan con Paco Ibáñez.

No se ve una nube y el grajo sube y sube y me trae de las esquinas del cielo

un tempano de hielo y azúcar con sabor a mango amargo y salicornia.

Divergencia, esencia de vida, vivencia, inconsciencia

de esta ciencia de la ausencia del ave que dio sus alas

para seguir volando bajo, ¡pobre grajo!

A trompicones inicia un parto inverso

travestido de invernal armiño.

¡Qué carajo!

¡Quiero ser grajo!

Durante estos días se conmemora el no-aniversario de la publicación de un conjunto de poemas de Rafael Alberti bajo el título de "Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos".

Para que sigamos con los ojos bien abiertos.

Lo de rosa es el camino

También es camino la piedra antigua

¿Qué ponemos aquí?

La fotografía es como la luna

Usque illuc

En los carteles han puesto un nombre

Cuando la sombra solo es media

Hace tiempo que no vemos la mitad

Cabrilla prieta

Vuela alto

Pero no tanto como para no arañar sus laderas

La encina equilibrista

Rompiendo esquemas

¿Bajar?

¿Seguro?

Gárgolas de la montaña

Escalando pinos

Descenso de Dante Alighieri

Trío

Donde los pinos custodian la chatarra 

El cocido con hinojos de Casa Pepa

Aguas de piedra lleva el Moro bajo el Grajo

Estas uvas no las vendimió el grajo

Málaga se esconde tras el tajo

Elegiremos hundir los pies en el barro 

De segundo unas albóndigas caseras

Y de postre...

Una última subidita

Lo que el bosque esconde

y enseña

pequeñas flores que asoman con las últimas calores del estío acabado

Lapiedra martinezii

Scilla autumnalis

Leucojum autumnale