miércoles, 29 de marzo de 2023

1 de abril: Sierra de Alcaparaín


Participantes14
Paco Ponfe, Pilar, Jesús C., Paco R., Manuel D., Ricardo, Germán, Nori, Rafa, Lily, Paco Z., Lucía, Luis y Jerónimo
Distancia recorrida:
16 kilómetros
Desnivel de subida acumulado:
935 metros
Altura mínima(620 m – Balsa contraincendios junto al Arroyo del Conejo)
Altura máxima(1293 m – Pico Valdivia o Grajo)
Tipo de recorrido:
Circular con un tramo de ida y vuelta
Tipo de camino:
Veredas y carriles.


Desayuno en el Cruce de Ardales. Molletes, pitufos, rebanadas. En la mesa tienen la deferencia de poner de entrada aceite, manteca blanca, manteca colorá y tomate, además de mantequilla y mermelada si se pide. Había sido el cumpleaños de Paco Ponferrada y el santo de Lily, quienes han tenido la deferencia de invitarnos. ¡¡¡MUCHAS FELICIDADES A AMBOS!!!

La sierra de Alcaparaín es curiosa porque es muy abrupta en sus cuatro costados mientras que arriba es casi una planicie en la que destaca el pico del Grajo al sureste, la altura máxima de la sierra.

Hemos partido de la balsa contraincendios, cerca de Carratraca y Ardales, para subir a Alcaparaín por su cara norte. Esa cara esta surcada por dos barrancos, el del Conejo y otro más al oeste, y el recorrido planeado era subir por el del Conejo, recorrer el llano de Alcaparaín, ascender al Grajo, volver al llano, visitar el tajo de la Canana y regresar por el barranco más al oeste. En el aparcamiento mucho viento y fresco.

Comenzamos a caminar por el carril que va a la casa forestal, para dejarlo pronto por un ramal a la izquierda que asciende en dirección sur. Conforme íbamos ascendiendo el paredón de la sierra y el pinar nos protegían del viento, de modo que en el carril o al comienzo de la senda nos hemos quedado de manga corta.

La senda, construida probablemente para repoblación forestal, está muy bien trazada y va ganando la abrupta pendiente mediante continuos zigzags. Mientras se asciende disfrutamos de unos preciosos tajos a la izquierda y sobre nosotros. En unos de esos tajos, mirando al norte, Jerónimo tiene localizada una población de Poligala webbiana, planta que sólo se da en Alcaparaín. Hoy la ha localizado, pero debido a la gran sequía estaba muy poco vistosa. A los demás nos ha dado pereza ir a verla porque estaba algo alejada de la senda y con acceso difícil.

Esa cara norte de Alcaparaín suele ofrecer unas cuantas especies de orquídeas. Hoy hemos localizado dos: Orchis mascula y Ophrys fusca, ambas raquíticas y esmirriadas; esta sequía tan grande nos priva de uno de los atractivos de la montaña, sus plantas.

Cuando hemos alcanzado el altiplano el viento de nuevo soplaba fuerte y fresco. Las encinas del camino nos han protegido en parte. Una vez alcanzado el carril que cruza la sierra lo hemos tomado a la izquierda hasta el comienzo del barranco de los Pinos por donde desciende al este. En la primera curva de inicio del fuerte descenso sale a la derecha la sendilla al Grajo. Esa senda sube suavemente por una cañada hasta alcanzar la cresta del suroeste que culmina en el Grajo. Por la cañadita marchábamos protegidos del viento, pero en cuanto hemos alcanzado la cresta nos ha castigado de nuevo. La sendilla continúa por la cresta al sureste, ascendiendo hacia el Grajo, con unas preciosas vistas sobre la ladera cultivada que baja hacia el Turón, sobre El Burgo, y hacia las montañas de la serranía de Ronda a lo lejos y hacia las cercanas Prieta y Blanquilla.

En esa cresta solemos hacer paraditas para disfrutar de la panorámica, pero hoy, con el viento, la hemos subido del tirón hasta el cruce con la senda que baja a puerto Martínez. Por esa senda hemos rodeado el Grajo por el suroeste, al abrigo del viento, subiendo después al pico por la cañadita final a la izquierda. En el pico hemos permanecido el tiempo justo para reunirnos, pues en la cuesta nos habíamos distanciado, hacer unas fotos y media vuelta. El viento nos echaba de allí.

En cuanto la cañadita de ascenso nos ha protegido del viento hemos parado al Ángelus que esta vez ha estado animado por el pajarete que Ricardo trae cuando barrunta bebedores en el grupo. Después hemos regresado por el camino traído. El objetivo siguiente era llegar al tajo de la Canana. Nos habíamos propuesto ir por la senda al barranco del noroeste evitando el monte a través por ese lapiaz lleno de maleza, pero cuando ya llevábamos un rato por esa senda algunos ya no han aguantado más y se han metido monte a través hacia el tajo. En la senda, veinte metros más delante de donde la han dejado, salía la sendilla al Canana, marcada y pisada. Por ella se avanza mucho más rápido que por el monte y a ella han vuelto los del monte a través cuando han visto por donde iba.

El tajo de la Canana es impresionante. Por muchas veces que se haya visitado siempre asombra esa caída a pico. Al lado del tajo hemos buscado un recoveco al abrigo del viento y allí nos hemos apretujado más mal que bien para almorzar. El sitio no era bueno, pero otro mejor no íbamos a encontrar en ese lapiaz cubierto de encinas.

Menú variadísimo con chacina, aguacate, encurtidos picantillos, alcachofas, habas, ajetes con gambas, verdura, tortillas de espárragos y habitas, ensaladilla rusa, caballa, filetillos tiernos, solomillo con ajos, y otras cosas que olvido. Germán ha traído al menos dos kilos de ensaladilla rusa, un tuperware grande lleno a rebosar; imposible tomar siquiera la mitad. Después quesos variados, té, orujos varios y tarta de zanahoria con mantequilla, nueces y algún otro ingrediente, muy suave, jugosa, excelente. Jerónimo tenía que poner una repostería y dejarse de ayudar a sacar el graduado escolar a las ancianas. Al menos 6 cervezas heladitas y 4 botellas de vino, Cigales fresquito, Cuenca, Cariñena y Jumilla. La bebida más bien justita, la hemos tenido que estirar con los quesos.

Cuando nos levantamos de comer el viento había cesado y teníamos una tarde casi veraniega. Hemos bajado por el barranco del noroeste, más cerrado que el del Conejo, con tajos no tan grandes, pero con una serie de estratos verticales que habían devenido en tabiques rocosos paralelos muy bonitos, mientras dábamos vista a Carratraca. Esta senda está mucho menos usada que la del Conejo, la vegetación la cierra y en algunos tramos se sigue mal. Termina en el carril por encima de la casa forestal a la que se llega enseguida. Y de la casa forestal a los coches.


Comenzando nuestra andadura por el carril que se interna hacia la cabecera del Arroyo del Conejo

Parece que andan de labores de limpieza de matorral y ramas secas

Polygala webbiana

La vereda que sube

en continuos zigzags

por la cara norte de la sierra

En muchos tramos se conserva el murete de protección. Estas veredas se harían hace 70 u 80 años, cuando se repoblaron buena parte de nuestros montes.

Un mar de sierras

Ophrys fusca - Abejera oscura

Orchis mascula

El carril que recorre el llano cimero de esta sierra

Por la vereda que sube al Grajo

dando vistas a los verdes campos a espaldas de las Sierras Prieta y Cabrilla

Agrupados

o aparentemente solo

vamos subiendo a la cima

por donde el cartel nos dio a entender

Llegando al pico

Foto del casi grupo en El Grajo

Vistas al norte, hacia Carratraca

De vuelta

el pelotón se estira y, como en prueba que se precie, algunos nos vamos quedando rezagados

el sendero nos lleva

a las grietas

y tajos de la cara sur de esta sierra

Sima, con ese

Y asoman Sierra Cabrilla y la Sierra de las Nieves

En el Tajo de la Canana

Panorámica desde la parte más alta

del Tajo de la Canana

Una enorme grieta en los cortados

Vinos enriscados

¡Que se los llevan!

¡Felices cumpleaños y santo!

El sendero cada vez más marcado que sube y/o baja al/del Tajo de la Canana

Cópula de mariposas (o, al menos, intento)

Bajamos por un barranco más al oeste


con una senda algo más perdida y enmarañada

que nos mete en los más hondo

entre afiladas crestas,

paredes que caen verticales

y figuras de piedra

que enmarcan

al pueblo

de Carratraca -con intruso-.

Contemplando la salida del barranco

y una vereda que al fondo se ve

En la antigua Casa Forestal

miércoles, 22 de marzo de 2023

25 de marzo: Sª de los Pinos desde Cortes de la Frontera (Málaga)


Participantes: 7
 Luis, Nori, Miguel Ángel, Paco Z., Ricardo, Paco Ruiz y Jerónimo.
Distancia recorrida:
14,5 kilómetros
Desnivel de subida acumulado:
900 metros
Altura mínima: (625 m - Cortes de la Frontera)
Altura máxima: (1.395 m – Pico Sª de los Pinos)
Tipo de recorrido:
Circular, con un pequeño tramo de ida y vuelta.
Tipo de camino:
Senderos en su mayor parte. 

Inicio del sendero, con los picachos calizos que se ven tras Cortes

Ophrys fusca - Abejera oscura

Sendero del antiguo camino de Líbar, donde un cartel enorme anuncia que entramos en el mal denominado P. N. Sª de Grazalema, cosas de la Junta de Andalucía que en su tiempo buscó favorecer a este bonito pueblo de la sierra gaditana en detrimento de otros pueblos de la zona, en especial a los de la parte malagueña del parque aunque también a otros de la montaña de Cádiz, eclipsados por la propaganda y el dinero invertido, tanto que numerosas páginas de Internet sitúan sin ningún tipo de escrúpulo -y sin conocimiento geográfico- a Cortes de la Frontera, Montejaque o Benaoján y sus sierras aledañas en la provincia de Cádiz.  

Fedia cornucopiae - Zapatitos del Señor

Calicotome villosa - Jérguenes

Cogemos un sendero que sale desde el carril que sube al Pto. de Líbar

Lo han limpiado hace poco, quizás en exceso, pues se han llevado por delante no solo aulagas sino cualquier arbusto que a su lado estuviera, especialmente retamas, que daban sombra y no pinchaban.

Abajo va quedando El Valle, por donde sube el carril y donde se localiza el antiguo asentamiento de Cortes, lo que se conoce como Cortes el Viejo, el Cortex romano que se mantuvo durante la dominación musulmana y hasta finales del s. XVII, cuando el pueblo se trasladó a su ubicación actual.

Una vuelta de casi 360º

Y en la subida, una angarilla, que como todos sabemos, hay que dejar como estaba, abierta o cerrada... o entornada. El último cierra si es el caso.
La vista se va ampliando, a la derecha, el Martín Gil y el Peñón de Líbar y a nuestra espalda, el Valle del Guadiaro.

Nos vamos adentrando en un encinar, por un sendero que va rodeando los Cerros del Espino.

salpicado de rocas calizas muy erosionadas aquí y allá

Helleborus foetidus -Llave del año, planta con fama de muy venenosa pero que, en realidad, no lo es tanto, lo que no quiere decir que vayamos a hacernos ahora una infusión con ella o una tortilla como si de collejas se tratara, pues corremos el riesgo de provocarnos algún que otro problema digestivo nada agradable.

Una pared caliza cierra nuestro paso

y las encinas se multiplican

alcanzando algunas un buen porte

Bajo las paredes el Pilón del Palo. Un cartel lo anuncia a 50 metros y por allí, triscando, en su busca y captura.

El Cerrajón asoma sobre nuestras cabezas

y se van dejando ver también los Llanos de Líbar 

Entrando en una dolina a los pies del Cerrajón

donde algunas encinas muestran su ancha base poblada de ramas y pinchudas hojas, una protección contra los voraces dientes de los herbívoros 

Saliendo de la dolina llegamos a una zona más llana, poblada por un encinar clareado, en la que nos espera la sorpresa del día...

En la recién restaurada Casa del Aljibe, acondicionada por el Ayuntamiento de Cortes como refugio, están celebrando una pequeña comida para inaugurarlo. Muy amablemente nos invitan a una cerveza y a comer unos platitos de gamo guisado a la manera tradicional. 
Allí me encuentro con Pepe Damián, el actual alcalde (hasta finales de mayo -ya lo deja-), maestro jubilado y antiguo compañero del colegio de Cortes.

Por los Llanos del Puerto

donde el verde, a pesar de la falta de agua, alfombra la arcilla roja que se forma por descomposición de las calizas

Romulea bulbocodium

Entrando en la Breña Oscura, un espeso y umbrío encinar en la cara norte de la Sª de los Pinos

donde unos pinsapos sembrados a finales de los ochenta empiezan a descollar por encima de los vallados protectores.

Equilibrios para buscar la sombra

a estos narcisos -Narcissus...-

En la Breña Oscura hubo un pinsapar hasta la II República, cuando fueron talados para proporcionar leña a los habitantes de Cortes, de ahí la denominación de Sierra de los Pinos, nombre con el que de manera popular se conocía en la zona de la Serranía a los pinsapos, por eso también el nombre de Sª del Pinar a la sierra donde se asienta el Pinsapar de Grazalema.

Panorámica en la subida, con el Macizo de Líbar al fondo

Llegando al vértice Sª de los Pinos (1.395 metros), uno de los picos que, sin quizás, tiene las mejores panorámicas de las sierras del Sur.

Vistas hacia el oeste, Sª del Aljibe, Peñón de Berrueco, Sierra de Ubrique y, debajo de nosotros, la Garganta Barrida. Al fondo, los pantanos de los Hurones, Bornos, Arcos...

Grupo en el pico

Recreándonos con las vistas hacia el sureste: la maltratada Sª Bermeja, Sª Crestellina, el Mediterráneo...

¿Quién plantó la cruz? ¿Fue el cura de Cortes, al que se le atribuye la siembra de los dos cedros próximos a la cumbre, por desgracia, ya secos?

El Estrecho de Gibraltar, el Peñón y las montañas del Rif

Bajo sus pies, los Tajos de las Majadillas y al fondo quedan las sierras gaditanas de Villaluenga, Sierra del Endrinal y, sobresaliendo, la Sª del Pinar, con el Torreón, máxima altura de Cádiz.

Y en las grietas del lapiaz de la cumbre, la violeta amarilla -Viola demetria-.

Y en la bajada, volvemos a recrearnos con las vistas al norte y este: Sª de Líbar, Sª de las Nieves, Valle del Genal...

Panorámica de la Breña Oscura, con el Pico Salamadre destacando en el centro. Este pico, con sus tajos, es el que cierra al norte los Llanos de Líbar.

Mencías calizos

Curiosa roca en equilibrio inclinado

Por la Breña Oscura

donde el musgo que tapiza las rocas espera con ansia el agua que tanto necesitamos

Llanos del Puerto

Sierra Crestellina, con el blanco caserío de Gaucín destacando en el frondoso paisaje de verdes, grises y rojos. Y el azul lo ponen cielo y mar en un día claro. 

Solo una pequeña bruma enturbia la atmósfera en la zona del Estrecho.

Los Llanos de la Labranza

hoy poblado de retamas

Por ahí no

Es fácil despistarse y terminar en una preciosa dolina algunos metros más abajo.

Retamas y más retamas... pero estas no pinchan.

Orígenes

Iniciando la bajada por la Cuesta del Panderete

con amplias vistas al Valle del Guadiaro

Algunos jacintos de bosque - Hyacinthoides hispanica- entre las rocas

y en las umbrías, entre el matorral, a los bordes del camino, praderas de alcandorea en flor -Vinca difformis-

Un abigarrado acebuchal en las laderas de la montaña

Scrophularia sambucifolia 

Cerca del pueblo

Cortes de trasladó a su actual asentamiento a finales del siglo XVII, buscando un lugar más bajo y soleado, con mejores condiciones para el cultivo y para la vida en general. Se asienta entre los tajos calizos y el redondeado Cerro de las Camaretas, con vistas al Valle del Guadiaro, río que se encuentra a unos 5 km del pueblo.

Llegando al pueblo por su parte alta, frente a la torre de la Iglesia del Rosario.

El Ayuntamiento, obra que, como consta en la inscripción,  Carlos III se hizo con caudal de propios en el año de MDCCLXXXIV, dinero obtenido de las rentas del municipio e invertidos en pro de la comunidad.

Mapa de la ruta