Participantes: 8 | Paco R., Jesús C., Rafa, Luis, Manuel D., Ricardo, Paco Z. y Jerónimo |
Distancia recorrida: | 22 kilómetros |
Desnivel de subida acumulado: | 1.520 metros |
Altura mínima: (90 m – Maro) | Altura máxima: (1.508 m – Pico del Cielo) |
Tipo de recorrido: | Circular con un tramo de ida y vuelta |
Tipo de camino: | Sendas y un pequeño tramo de calle y carretera |
Desayuno en la gasolinera de Nerja, buen servicio, pan mediocre. Luis tuvo la gentileza de invitarnos por su cuarto aniversario. FELICIDADES y que sigas cumpliendo aniversarios con la misma energía.
El día se presentaba mal. Cuando
salimos de casa estaba lloviendo y a la salida del desayuno seguía lloviznando.
Muy poco para que la lluvia empapase el suelo, pero suficiente para mojar las
piedras y hacer resbaladizas las veredas. Por eso decidimos iniciar la caminata
en Maro porque había varias alternativas: si seguía lloviznando hacer una ruta
cortita de entrar por el Sanguino y volver por el manantial, si la lluvia nos
permitía caminar más llegar a la Civila y volver por Colmenarejo, y si el día aclaraba
pues llegar al Cielo.
A poco de entrar en el Sanguino
dejo de lloviznar. Como la temperatura era más bien alta en el mismo Sanguino
nos despojamos de los impermeables. El día iba aclarando, parecía que mejoraba,
pero en la subida al cortijo Almanchares otra vez lloviznó, aunque no lo
bastante como para sacar los impermeables de nuevo. En la paradita de
reagrupamiento en el cortijo ya vimos que el día definitivamente mejoraba.
Al llegar al carril de la Civila
nuevo reagrupamiento para proseguir a buen ritmo. Jerónimo comenzó a subir al
paso que él acostumbra y nos dejó atrás. Más arriba, en el collado de la Civila
lo alcanzamos porque se detuvo con sus fotos. Por la senda de los Caracolillos
subimos deprisa, adelantamos a unos colegas y en la cresta paramos al Ángelus,
abrigados, porque el poco vientecillo venía fresco.
Los caminantes a los que habíamos
adelantado llegaron también a la cresta y charlamos un poco con ellos; venían
desde Sevilla. Arrancaron ellos a caminar mientras nosotros recogíamos los
trastos del Ángelus. Pronto los pasamos porque iban despacio y seguimos por la
cresta de la Cuesta del Cielo, muy bien, hasta el durísimo último repecho de
llegada al Cielo.
En el pico las fotos justas y
retorno a la senda. El día, con la niebla que se iba y venía, y el viento frío
no permitía más. De regreso nos cruzamos con los colegas sevillanos cuando
enfilaban aún el último repecho y uno de ellos había abandonado con un tirón
muscular. Bajamos a buen ritmo, sin parar, porque se hacía tarde y queríamos
almorzar en la Civila, más abajo, esperando que hiciera menos frío.
El collado de la Civila fue el
restaurante elegido. En cuanto nos sentamos salió el sol y como las matas nos
protegían del vientecillo no hubo ni que abrigarse. Un ágape digno de la
Vinoteca con ensalada de lechuga, tomates, aguacate, chacina leonesa y edamame
como aperitivos. Habitas con jamón, tortilla, arroz, bacalao, caballa y lomo
con ajos de platos principales. Después quesos, té, orujos varios y tarta
riquísima de masa quebrada de chocolate con relleno de calabaza y almendra. Cayeron tres botellitas de vino: una de Valencia y dos del Bierzo.
Los sevillanos pasaron cuando ya
estábamos levantando el campo hacia las 4 de la tarde. Esperaban que su colega
del tirón muscular hubiera llevado el coche hasta el comienzo del carril de la
Civila evitándoles el trozo de carril hasta la Cueva.
Paco Ruiz tenía ganas de explorar
la conexión entre el collado de la Civila y el cortijo Almanchares y Jerónimo
se unió a él en la exploración. El resto, más cautos o conservadores, tomamos
el carril de la Civila para volver por donde habíamos venido.
El grupo pasamos por el cortijo
de los Almanchares antes que los exploradores y, por cambiar, seguimos la senda
al camping-manantial. Por el carril de los aguacates ya había poca luz, menos
aún en el manantial y el trocito de carretera, por precaución, lo hicimos por
fuera de la cuneta.
Al llegar al aparcamiento de Maro, Jerónimo y Paco Ruiz estaban con los coches recién abiertos. Habían vuelto a
buen paso por el Sanguino. Su exploración, dificultosa, sin rastro de senda y
con mucho matorral. Seguramente para no volver, aunque debió haber unión entre
los cortijos de Almanchares y la Civila más o menos por donde ellos pasaron.