Salida 8 de noviembre: El Lucero desde la Fábrica de Canillas de Albaida

Participantes:  8	Paco Zambrana, Paco Ponfe, Pilar, Antonio Sánchez, Luci, Lola Díaz, Ana  y Jerónimo
Distancia recorrida:	19 kilómetros
Desnivel de subida acumulado:	1.370 metros
Altura mínima: 690 metros (La Fabrica de Canillas de Albaida)	Altura máxima: 1.779 metros (Vértice Lucero)
Tipo de recorrido:	Lineal, de ida y vuelta.

La ruta al Lucero desde la Fábrica de Canillas empezó en el bar de La Caleta, tradicional punto de encuentro, con pan y aceite, pero sin churros. Los de Alhaurín no dejaron buen sabor de boca. Allí, para sorpresa de algunos, se presentó Jerónimo, libre de ataduras y de otros artilugios, dispuesto a guiar al grupo hasta la cima del Raspón de los Moriscos.

Antes de Canillas de Albaida, el cronista sólo recuerda las muchas vueltas y revueltas de la carretera, desde la que se ven edificaciones y caminos asfaltados, que blanquean en exceso las laderas de las sierras. Entre casa y casa, que no entre cortijo y cortijo, algunos viejos bancales, apenas restaurados y otras tantas plantaciones de mangos con suelos dispuestos a ser erosionados. Las prisas y los precios no dejan tiempo para asentar sólidas terrazas.

Llegamos temprano a la Fábrica de Canillas, un edificio renovado, pero vestigio de un pasado no remoto, el de las fábricas de luz aprovechando el paso rápido de las aguas del río. Como la ruta no era larga, pero tampoco corta, no era exigente, pero tampoco un paseo mañanero, iniciamos pronto la marcha con trazos ágiles y seguros. Después de cruzar el río en varias ocasiones, de ver la cueva del Melero y de sentir los ladridos de los perros, celosos guardianes de terrenos privatizados, otrora públicos o de utilidad pública, llegó una segunda sorpresa, la reciente apertura de un camino sobre parte de la vieja senda, una herida en la pendiente.

Castañas, nueces, puerto Blanquillo, puerto Competa y el ángelus, sin el bendecido vino de Ricardo, pero con frutas, higos secos, pan de higo, pasas y otros manjares. Hasta entonces, el sol había ido secando la humedad y el viento apenas soplaba, como retenido por una fuerza superior.

En buena hora llegamos a la cantera, cerrada y parada desde hace tiempo. Según contó Antonio S., un trabajador de Fornes, siguiendo a los gestores de la explotación, llegó hasta Turquía. A decir del cronista, la construcción de las mil habitaciones del palacio del Presidente Erdogan requería expertos en piedras y mármoles. Bien podría ser uno de Fornes.

Allí en la cantera el viento empezó a soltarse, aunque el Lucero se adivinaba cercano. Lo vimos majestuoso en sus primeras vistas, pero opaco y nebuloso una vez ascendíamos por su falda. Una vez más, el Raspón nos negaba sus esplendidos horizontes. El viento y el frío nos obligaron a bajar rápido, sin apenas mirar las Lomas de la Mota, que se ofrecieron a la cámara del fotógrafo. A partir de entonces, los recuerdos se me nublan, todo fue deprisa, incluida la comida, y una bajada continua hasta la Fábrica. Otra vez puerto Competa, puerto Blanquillo, los perros y la cueva de Melero. Ah, se me olvidaba. No reparé en las flores. Otro día hablaré de ellas. 

 

Comenzando a caminar paralelos al Arroyo de la Cueva del Melero

Atravesando el arroyo

Otoño

Pasando frente a la Cueva del Melero

Por el castañar del Cortijo del Chaparral tras despistarnos por culpa de un carril que han hecho y que ha destrozado la senda tradicional.

Acometiendo las primeras rampas tras pasar por el carril del la cantera

Pterocephalus stathulatus - Rascapiedras

Llegando a la cumbre del Lucero envueltos en la niebla

Foto de grupo con un poquito de frío

Bajando de la cumbre

Bajando del Lucero con las Lomas de la Mota al frente

El Lucero y el Lucerillo

En el Pto. de Cómpeta