Participantes: Ana, Pilar, Paco Ponfe, Nori, Luis, Manuel de Rincón, Luci, Manu, Enrique y Jesús
Distancia recorrida: 11,5 km
Desnivel acumulado: 500 m
Desayuno en la gasolinera de Nerja. Pitufos pequeños con aceite y café a casi 3€. Buen servicio, sitio de reunión muy adecuado, pero caro.
Poco a poco van volviendo al redil las ovejas descarriadas durante el verano. Bienvenidos Luci, Manu y Enrique.
Lucía no podía salir este miércoles y tuvo la feliz idea de invitarnos a la cervecita de después de la caminata en su casa. La cuestión era qué ruta hacer cerca de Mezquitilla. Manuel tuvo la inspiración: el arroyo Sanguino. Y se aceptó enseguida porque era una ruta cortita, cerca de Mezquitilla y con sombra. ¡Qué más se podía pedir!¡Justo lo que necesitábamos!
Salimos del puente bajo la autovía, acompañados por los ladridos de los perros de los cortijos al comienzo del arroyo. Se ve que estos perros se ganan el sustento así, molestando a los caminantes.
En la cuevecilla primera del arroyo había unas cortinas y gente durmiendo tras ellas; en la entrada sartenes y otros utensilios de cocina. Tal como está el monte de seco, da escalofríos pensar que allí se enciende hoguera todos los días para guisar. Que Dios nos proteja de los despropósitos humanos.
La senda por el arroyo está muy pisada, muy utilizada, con sendillas laterales para evitar los pedruscos del cauce. Cometimos el error de dejar en cabeza a Ana y Manuel. Pusieron un ritmo fuerte, como si nos faltara mañana. Menos mal que la mañana estaba fresquita e íbamos a la sombra. Aún así los goterones de sudor comenzaron a caer.
Tomamos el barranco lateral. En otro tiempo la senda se tomaba un poco más adelante y pasaba por el cortijo Lechuguino. Ahora, claramente, la única alternativa es el barranco lateral. Manuel comenta que las ruinas del cortijo están ya totalmente tapadas por los pinos y la maleza.
Hubo una paradita ligera a mitad del repecho del lomo y ya salimos a la senda que viene del camping-manantial. Aún no nos había dado el sol. Lo estrenamos en la cuestecilla precedente del cortijo Almachares.
Fotos en el cortijo y parada del Ángelus en la parte de atrás, bajo un hermoso pino al lado de la era. Un sitio estupendo desde donde se disfruta de las maravillosas vistas del mar, de Maro y Nerja, y del verde valle del Sanguino. Enfrente el Tajo de los Bueyes con su vértice geodésico y más abajo los cerros de las Azucenas y de la Fuente del Perro.
Uno de los Ángelus más largos que recuerdo. Parecía que nadie tenía ganas de volver. Y si nos levantamos fue por el señuelo de la cervecita en casa de Lucía.
En la senda al camping-manantial, por la cañada de Maro, han crecido multitud de pinillos carrascos. Por esa tremenda espesura, Manuel que visita con frecuencia la senda, ha visto corzos en varias ocasiones. No es extraño porque tienen mucha protección.
Por las nuevas plantaciones de aguacates bajamos al llano del Manantial. Del manantial antiguo que salía entre pedruscos no queda nada. Se ha hecho una fuente y un aparcamiento enorme. Bueno pues hoy había cola de coches para llenar garrafas en los 4 caños de la fuente: todos ocupados. Han tenido la feliz idea de dejar otro chorro en el mismo cauce del arroyo y ese estaba libre porque había que pisar el agua y las rocas. Debe ser el chorro de los caminantes y en él nos hemos refrescado.
Del paso bajo la autovía a casa de Lucía. Llegados a su urbanización, estábamos consultando sus indicaciones en el WhatsApp, cuando la hemos visto allí, delante de nosotros, haciéndonos señas, ataviada con un delantal blanco que recordaba a los que se ponían las señoras para hacer el mondongo.
Lucía tiene una casa grande, preciosa, con un porche al sur que vale un potosí. En la mesa del porche nos hemos acomodado al fresco. Ha empezado a sacar cosas para el aperitivo y de poco para. Tomates en dos preparaciones, queso, boquerones en vinagre, cecina, ensaladilla rusa, patatas de feria… y cerveza fresca.
Todo riquísimo. Al principio nos parecía una enormidad, pero luego, con la ayuda del pan y de la cerveza, hemos limpiado todo. Éramos nueve y había al menos 6 cascos vacíos de cerveza de litro.
Como personas bien nacidas hemos agradecido a Lucía su hospitalidad, ¡cómo no!, pero también se ha deslizado algún sutil “si algún día vuelves a estar sola, dínoslo y volvemos con gusto”.
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