La baja
Alpujarra granadina. Mecina-Campuzano-Panjuila. 19-2-2020.
Participantes: Fini, Antonio Muñoz, Paco Ponferrada, Enrique, Paco
Hernando, Manuel de Nerja, Lili, Antonio de Fornes, Antonio Usieto y Jesús
Distancia recorrida: 13,2 km
Desnivel acumulado: 685 m
Desayuno en el Puerta Nazarí de Órgiva. Buen aparcamiento, buen pan,
buen jamón y buen servicio a 2,2€. Un sitio conocido y muy recomendable.
Cuando hablamos de Sierra Nevada siempre tenemos in mente las altas
cumbres y las interminables lomas. Pero hay muchas Sierras Nevadas. Sin ir más
lejos la recorrida hoy. Una ruta preciosa, corta, sin mucho esfuerzo, digna de
figurar en los recorridos habituales de cualquier grupo.
¿Y qué tiene de especial la ruta?
Pues habría que empezar por los almendros terminando su floración y desparramando una lluvia de pétalos al paso
del caminante.
Pero otras rutas también tienen almendros.
Es verdad. Aquí están además los pueblos: Mecina con sus dos barrios,
Mecinilla con unos rincones y tinaos inigualables, Fondales ofreciendo su
ermitilla a ras de suelo nada más llegar al pueblo y su Calle Real de regreso
que comienza por la terraza de la primera casa del pueblo, y Ferreirola que lo
paseamos entero, con sus estrechas callecitas, su fuente y lavadero. Sin duda estos
son de los pueblos más bonitos y auténticos de la Alpujarra granadina.
Bueno, esos pueblecillos sí que son bonitos y no se encuentran en otras
rutas.
Tiene además el río Trevélez. Se cruza por dos puentes, con sendos
molinos a su vera, fruto quizá de la existencia de esos mismos puentes que
facilitarían llegar allí con el grano. Además uno de los puentes es natural: un
enorme peñasco encajado en la garganta del río y la tierra y plantas crecidas
sobre él; el otro es el que llaman “romano”, aunque con alta probabilidad es
posterior. El Trevélez en esta zona exhibe unos increíbles cahorros de no más de
un par de metros de anchura, profundísimos, con el agua rugiendo al
atravesarlos. En el descenso del Trevélez quien entra en esta zona tiene que
seguir hasta su desembocadura porque aguas abajo de Busquístar no hay manera de
salir del cauce.
Vaya, sí que parece atractivo el Trevélez aquí.
Y no sólo el Trevélez. Se pasa por las huertas de los pueblecillos con
esas diminutas parcelitas, muchas incultas, pero los árboles de los linderos
medran bien, con algún castaño enorme. En esta época el verde pinta todas esas
parcelitas de tierra rodeadas de muretes de piedra. Los árboles de las huertas,
los chopos de las riberas, los sauces con sus amentos abiertos asomándose al
río, los fresnos con sus incipientes hojuelas, los desnudos castaños, todos
creciendo al amor del agua de las huertas. Mientras, el secano de la loma
Campuzano y el cerro Corona están tapizados por un tupido encinar por el que
“ni los cochinos entran” al decir de Antonio.
Mucha y bonita vegetación parece que tiene la ruta.
Aún quedan unas cuantas cosas inolvidables.
Una es el aljibe Campuzano. Un depósito ancestral de agua, de los
siglos XII-XIV, al borde mismo del camino, que seguramente aliviaría la sed de
agricultores, pastores, arrieros y bestias a cambio de alguna moneda para el
cuidador. Conserva completa las paredes y su techumbre abovedada.
Otra son las dos escarihuelas al sur del Trevélez. La ladera al norte
del Trevélez, donde se asientan Capilerilla, Pitres, Mecina, Mecinilla,
Fondales, Ferreirola, Atalbéitar, Pórtugos y Busquístar, es relativamente suave
en comparación con los inmensos tajos de la ladera al sur. Por ellos se diría
imposible el trazado de paso alguno. Sin embargo ahí están las escarihuelas, la
de Campuzano y la de Panjuila, especialmente esta última, que con sus
innumerables zigzags y adaptación al terreno superan paredones casi verticales.
Impresionantes . Cuando se recorren por primera vez, uno ya jamás se olvida de ellas.
Una tercera es el antiquísimo empedrado en casi todo el recorrido, que
transmite al caminante la satisfactoria sensación de estar hollando unos
caminos milenarios, de unir sus pasos a los de miles de antiguos usuarios
quienes pasarían por ellos a sus trabajos, desvelos y quehaceres, seguramente
nadie por placer como los transitamos ahora.
Y para terminar, señalar las fuentes, todas con su característico sabor
acídulo y ferruginoso, en especial la de la Gaseosa.
¿Se pueden pedir más atractivos?
En verdad que no.
INICIO DE LA RUTA
BAJANDO HACIA EL PUENTE SOBRE EL RÍO TREVÉLEZ
EN EL PUENTE ROMANO DE MECINA
ACUARELA DE ANTONIO
EL MOLINO DE MECINA
PITRES, MECINA, MECINILLA, PÓRTUGOS, ATALBÉITAR Y FERRERIROLA
EL ALJIBE DE CAMPUZANO
EL CORTIJO DE PANJUILA
BUSQUISTAR DESDE LA ESCARIHUELA
ESCARIHUELA DE BUSQUISTAR
BAJANDO LA ESCARUHUELA DE PANJUILA
EN EL PUENTE DE BUSQUISTAR
ASOMA FERREIROLA
LLEGANDO AL RESTAURANTE
LOS VINOS Y FERREIROLA
EN LA ERA DEL TRANCE
LA FUENTE DE LA GASEOSA
FUENTE LAVADERO DE FERREIROLA
ATENTOS A LAS EXPLICCACIONES DE ANTONIO
HERMOSO CASTAÑO
LAS FUENTES
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