Sierra de los Guájares II, 8 de octubre de 2014
Participantes: Manuel, Luis, Juan, María
Victoria, Antonio y Jesús
Distancia recorrida: 24 km.
Desnivel acumulado: 1.070 m.
Desayuno en la gasolinera de Nerja.
Dar la bienvenida a María Victoria, Juan
y Antonio que por diversas circunstancias no habían comenzado aún la temporada.
El objetivo era recorrer la parte
oriental de la sierra de los Guájares. Para ello aparcamos en Guájar Fondón, en
la plazuela que para el autobús donde hay una hermosa fuente vertiendo agua continuamente
por sus dos caños, señalada como de agua no potable y al lado una birriosa
pileta con un grifo que parece que esa sí, esa es potable. Llenamos la botella
en la tradicional, naturalmente, prefiriendo el agua sin cloro a la clorada.
Manuel y Jesús habían preparado la ruta.
Sabían que había unos cuantos tramos que podían ser problemáticos porque en
ningún sitio aparecía por ellos senda ni traza alguna, pero nada dijeron y el
grupo se encaminó alegremente a la sierra con el espíritu de aventura que preside
al esforzado grupo de los jubilados.
La idea era buscar una sendita que
habíamos visto el miércoles anterior que subía a un olivar y por el olivar a
unos almendros que coronaban la cresta de la sierra. La sendita nacía bastante
arriba, la buscamos y la encontramos. Tenía un principio dificultoso por los
matorrales que cubrían la húmeda cañada donde empezaba, pero eran sólo 100 m y
los sobrepasamos bien. Bajamos al barranco y subimos al olivar hollando esa
senda, marcada pero sin uso desde hacía tiempo.
En el olivar avanzamos hacia un cortijo,
se nos interpuso un carrilillo que seguimos hasta que se terminó sin salir a
ninguna parte, volvimos sobre nuestros pasos y por el olivar subimos al
cortijo.
Desde el cortijo ya no pintaban los mapas
senda alguna, pero por olivos y almendros fuimos ascendiendo bien…hasta que el
almendral dejó de estar cultivado y las aulagas sustituyeron a los surcos
compitiendo con los almendros en altura. Allá que nos metimos por el aulagal
con la dificultad añadida de salvar unos balates de más de dos metros. Llevaríamos
más de media hora luchando con las aulagas y los balates cuando, hartos y con
un consenso sólo parcial, decidimos dar la vuelta. Pero hete aquí que en el
descenso vimos un bancal con algo menos de aulagas. Pensamos que si seguíamos
por él en dirección oeste alcanzaríamos la ladera sureste de la cañada que
parecía tener menos maleza. Y bancal adelante fuimos sorteando aulagas a las
que se unió un manto de lastón a la rodilla muy útil para ocultar altibajos y
agujeros del terreno y propiciar caídas. En la ladera sureste continuamos la
lucha contra la maleza y los balates y por fin, alcanzamos la ansiada cresta
donde nos sentamos exhaustos a la sombra de unos hermosos pinos a celebrar el
Ángelus casi a la una.
Por la cresta va una senda que nos
parecía una autopista, amplia, bien trazada, con enormes jorfes para sujetarla
donde hacía falta, con miradores hacia el sur y al norte, con unas vistas
extraordinarias, con vientecillo fresco…no se podía pedir más. La senda continuó
un buen trecho por la cresta, como habíamos visto en los mapas, hasta que
comenzaba a bajar al sur. Más Jesús que Manuel, había pensado continuar por la
cresta ya sin senda, y Antonio se metía ya por ella, hasta que los gritos del
resto del grupo lo detuvieron y volvió. Después del horrible trecho del aulagal
hasta a los esforzados jubilados les faltaba ánimo para meterse en otra larga
aventura.
Descendimos por la cuidada senda al
esperado carril, Luis buscó un excelente restaurante a la sombra de los pinos y
allí descansamos y nos saciamos.
El carril nos transportó a un puertecillo
e iniciamos la andadura al norte hacia Fondón. Sabíamos que el carril se
terminaba y se terminó. Quedaba un corto trecho para empalmar con otro carril
que, este sí, ya llegaba a Fondón, pero ese “corto trecho” estaba de nuevo
convertido en un aulagal. Nos metimos en él cansados, sin agua…y al poco rato
desistimos. Buscamos una trochilla que pensamos nos llevaría a donde queríamos
aunque pronto vimos que iba a un cortijo cultivado con dirección opuesta a la
nuestra. Teníamos pues dos opciones, volver al aulagal y continuar al cortijo
cultivado, cruzar el río de la Toba, salir a la carretera y regresar a Fondón
por ella con 5 ó 6 km más. Decidimos aceptar esto último porque al menos por
ahí se podía caminar, así que bajamos, subimos, salimos a la carretera y
después de más de 6 km de inacabable asfalto llegamos a Fondón, anocheciendo,
todos pensando en meter la cabeza debajo del chorro de la fuente y saciarnos de
agua.
Para compensar la sed pasada preguntamos
por el bar, nos sentamos en su linda terraza, Loli nos sirvió unas enormes
jarras de cerveza con habas y gambitas fritas, y la luna apareció grande,
redonda, deslumbrante, haciendo más idílica aún esa deliciosa terraza. De ella
salimos contentos y ya casi sin acordarnos de los brazos y piernas llenos de
arañazos.
Como resumen, la parte oriental de la
sierra de los Guájares hay que recorrerla subiendo por un sitio que ya
conocemos, disfrutar de la cresta y volver por donde lo hicimos teniendo de
antemano un coche en la carretera cerca de la Bernardilla y otro en Fondón.
CARAS ALEGRES AL EMPEZAR LA RUTA
POR LA SENDA HACIA EL BARRANCO
LLEGANDO AL CORTIJO
LUCHANDO CON LAS AULAGAS
CONTINUAMOS LA LUCHA
EN EL MIRADOR CON VISTAS A MOLVIZAR Y SALOBREÑA
SENDA HACIA EL VALLE DE MOLVIZAR
VENTANA HACIA LOS GUÁJARES
DE NUEVO LUCHANDO CON LAS AULAGAS
EL CORTIJO DEL CAÑUELO
GUÁJARES FONDON Y FARAGÜIT DESDE LA CARRETERA, FALTABAN 6 KM DE ASFALTO, PERO SIN AULAGAS
Acabo de leer la descripción y comparto la idea de que si hacemos de nuevo esta ruta habría que tener un coche en la carretera porque esos 5 km. nos resultaron interminables. Fue un día bonito, con algunas dificultades que nos pusieron a prueba y con un final de cine. El momento de la luna y lo que nos contó Luis fantástico. Un abrazo Mª Victoria
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