Canillas de Albaida-Cruz del Muerto-Los
Llanos-La Fábrica-Canillas de Albaida, 22-10-14
Participantes: Luis, Quirri, Pedro
Aguilar, María Victoria, Antonio, Manuel de Nerja y Jesús
Distancia recorrida: 17 km
Desayuno en el bar Manolo de Caleta a las
8. Aceptables los bollos y el café y sobre todo desayuno barato, a menos de 2
euros por cabeza.
Nos visitaba Pedro y en su honor
programamos una rutita no muy larga, por la Tejeda y que además había trozos
desconocidos para todos. Esta es la inquietud, la preocupación, lo que más nos
mueve, lo que más nos incita a salir a la Sierra: descubrir nuevos rincones,
veredas y rutas, lo que hemos dado en llamar caminatas de investigación.
Aparcamos en la ermita de Santa Ana, en
la parte alta de Canillas de Albaida y ahí ya el relaciones públicas de Pedro
saludó al antiguo alcalde de Canillas quien nos invitó a pasar por su cortijo,
invitación que declinamos porque habíamos ido a caminar, no a beber cerveza por
los cortijos.
Por el norte de la ermita sale un
carril-calle asfaltado que baja al cementerio. Debajo de él sale el antiguo
camino de herradura que unía Canillas con Salares y Sedella. Esa senda se ha
recuperado estupendamente. Baja al río cerca del Molino Viejo, cruza un puente
que dicen y anuncian como romano pero que es de la época árabe como mucho,
aunque en su honor hay que decir que salva el arroyo de la Llanada sobre unos
tajos más que respetables, y sube por la ladera derecha de arroyo,
zigzagueando, para unirse más arriba a la pista de Canillas al puerto de los
Carboneros. A la altura del cortijo de Isidro dejamos la pista por otra a la
derecha que parecía terminar en seguida, pero después de preguntar a un
paisano, seguía una sendezuela entre las viñas que nos sacó a la cresta entre
Canillas y Salares por donde discurre un carril a la Cruz del Muerto.
Ángelus temprano en el collado de la Cruz
del Muerto con historias de Pedro que le sucedieron en aquel mismo punto 30
años antes. Nos reímos a gusto.
Por la pista que corta la Tejeda a media
altura echamos hacia el este, aprovechando la sombra de los cipreses que la
jalonan, y admirando los hermosos alcornoques que medran estupendamente aquí y
allá. Había un par de retenes limpiando los laterales de la pista y Quirri
comenzó a escandalizarse de que cortaran rascaviejas y algún aladierno y a
pontificar sobre el innecesario gasto de esa labor. Poco entendemos de
mantenimiento de montes, pero es innegable que es una esforzada y peligrosa
faena manejar pesadas desbrozadoras en esas empinadísimas pendientes en las que
no se puede ni caminar. Al pasar por el primer retén paramos para que Pedro
saludase y charlase con sus viejos conocidos y lo mismo sucedió con el segundo.
Llevar a Pedro supone conocer a la mayoría de la gente que está en la Sierra.
Pasamos el barranco de Luchina, entramos
en la zona del Chinar y al llegar al barranco Ciquilías paramos a refrescarnos
por fuera y por dentro con el agua de la fuente que cae a la alberquilla en la
misma pista. Remontamos las bien arregladas casas que componen hoy el antiguo
cortijo de los Llanos, regado con agua del Ciquilías y cultivado aún casi en su
totalidad, para bajar por el cortafuegos que delimita las tierras del cortijo
por el este. Nueva historia de Pedro, esta vez con Baudilio, esforzado y
trabajador propietario de algunos de los pechos que dan al arroyo de la Parras.
Decidimos continuar para visitar la
entrada de la Cueva del Agua, así que seguimos cresta adelante, hacia el sur,
dejando a la izquierda el carrilillo que baja a la Fábrica de la Luz. En el
collado al sur del cerro de la Cueva del Agua dejamos la pista y subimos al
norte por el cortafuegos un corto trecho. Del cortafuegos sale a la derecha una
sendilla hasta la boca de la Cueva cerrada con barrotes de hierro pero que
permite la entrada por un lateral. Localizada y satisfecha la curiosidad
volvimos sobre nuestros pasos para buscar la veredita que desde el Cerro del
Agua baja a la Fábrica. Esta veredita también es nueva para la mayoría de
nosotros y con ella se evita el carril de bajada.
El arroyo de la Llanada nos recibió con
sus cantarinas aguas y a la sombra, en el área recreativa de la Fábrica,
sentamos nuestros reales para almorzar no sin antes haber pasado Pedro a
saludar a una reunión de guardas del parque que había en la casa de la Fábrica.
Opípara comida de ensaladas, tortillas,
judías verdes, alcachofas… todo verduras excepto el chorizo y el jamón. Ya se
sabe que el guarro, de una forma u otra, nunca falta, como los consabidos
vinos. Los aguardientes con chocolate negro pusieron el punto final. Charla de
sobremesa con Arjona y corta caminata a la ermita de Santa Ana.
Día caluroso con viento seco y cálido del
sur, pero muy agradable y con mucha charla.
BAJANDO DESDE CANILLAS HACIA EL RÍO
EN LA ALBERCA DE CIQUILÍAS
ALCORNOQUE EN LOS LLANOS CON EL CERRO VERDE Y LA ATALAYA AL FONDO
UN ALTO EN EL CAMINO
LA CUEVA DEL AGUA
REFRESCANDO LOS VINOS
PREPARANDO EL ÁGAPE
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