Cruz del Pinto – Chíllar.
Participantes: Manuel de Nerja, Antonio
Usieto, Jesús
Distancia recorrida: Unos 16 km
Desayuno en la estación de servicio de Nerja, en un velador dando
al oeste, viendo la salida del sol sobre la loma de la Macaca, con un buen
servicio. Como señores.
El inicio del Chíllar está muy cambiado. Se ha puesto una barrera
al lado del gran eucalipto para impedir la entrada al llano de la cantera, se
ha establecido un aparcamiento municipal en un corralón de la antigua cantera y
otro en el pueblo antes de bajar la cuesta al río, y además se ha prohibido
aparcar en toda la cuesta. Tenemos pues el Chíllar “urbanizado”.
Como el aparcamiento municipal estaba cerrado dejamos el coche en
la puerta e iniciamos el repecho de la cuesta de los Almanchares entre la ya
conocida urbanización. En su debido momento tomamos el desvío a la Cruz por la
cañadita y comenzamos a resoplar por la fuerte pendiente. En la Cruz del Pinto nos
recibió una zona quemada, inesperada. Afortunadamente el incendio fue pequeño.
Una pareja de frigilianenses que llegó a poner una lámpara de aceite y unas
estampas mientras estábamos allí, nos dijo que había ardido en agosto pasado en
una excursión bastante multitudinaria, cuando intentaron hacer una barbacoa.
Comentando los riesgos del fuego en un ecosistema tan reseco
descendimos al collado del Pinto y continuamos cresta arriba llevando la cañada
del Pinto a la izquierda. Antes, para evitar la subida al cerro, la senda
llaneaba por la cañada yendo luego por la cara oeste del cerro con vistas a
Frigiliana. Esa senda, la más lógica, está hoy casi perdida a favor de otra que
sube al cerro para después bajar a los Poyos del Molinillo y unirse a la que
viene desde Frigiliana. Este punto está perfectamente señalizado porque desde
aquí al Chíllar pasa la Gran Senda de Málaga.
Cambiamos el rumbo de norte a noreste camino del Chíllar. Por el
Barranco Ancho sube ahora una senda marcada hasta la nuestra antes de llegar al
collado Pinillo del Aire. Esta senda no estaba antes y supusimos es utilizada
para subir a la parte media del Chíllar bajando después por él, construyendo
así una ruta circular. La vegetación que acompaña a la senda está igual que
siempre. No denota efectos de sequía de tan adaptada que está a ella. Cruzamos
el barranco del Espejo y subimos al Collado Jiménez. Allí terminó la parte
esforzada de la ruta y comenzó la lúdica ya relamiéndonos del agua del Chíllar
cuya musiquilla llegaba hasta nosotros.
Nada más llegar al río dejamos todas las calorías acumuladas en el
trayecto, tomamos un ligero Ángelus, y comenzamos la caminata por el agua. Este
Chíllar siempre sorprende por su belleza, por sus bosquetes de ribera, por las
aguas tan límpidas, por los gorjeos de los pájaros alrededor, por las
cascaditas y pozas…es una maravilla.
Buscamos un buen sitio para almorzar, justo encima de la cascada y
poza central. Y nos tomamos el almuerzo con la debida tranquilidad. Pedimos que
nos dispusieran una mesa a la sombra junto al río, encargamos un buen aperitivo
a base de patatas fritas, chorizo y jamón de pata negra y luego nos decantamos
por el pescado: bacalao dorado y salmón marinado, regado todo con caldos del
Bierzo y de la Ribera del Duero en su justo punto de temperatura. Para terminar
un poco de chocolate negro con orujo blanco. Inmejorable sitio e inmejorable
relación calidad/precio.
Al salir de los cahorros nos acordamos de la sendita del Barranco
Ancho. La buscamos y de allí partía. Tiene unos 50 m primeros dificultosos y ya
luego suaviza la subida. Habrá que explorarla enlazándola con alguna otra.
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