Alto del Chorrillo, 12-6-2014
Participantes: Antonio Usieto, Antonio SN, Manolo, Ricardo y Jesús
Recorrido: 12,8 km
Desnivel acumulado: 1215 m
Desayuno en Órgiva, bueno y a buen precio.
Partimos de la plaza del Barrio de Enmedio de Trevélez que estaba
engalanada de feria. Desde la plaza se ve el Alto del Chorrillo, nuestro
objetivo, al este, con sus manchitas de nieve por debajo.
Salimos por la calle encima de la plaza, subimos al Barrio Alto,
pasamos el barranco del Barrio Alto junto al cual conservan un piadoso
lavadero, se ve que las mujeres del Barrio Alto chismorrearían con la ayuda de
la Virgen, y salimos del casco urbano.
Por esta senda salen tres recorridos, el GR7 en dirección a
Busquístar, el Sulayr hacia Capileira y nuestra ruta, señalada como sendero
local, al Alto del Chorrillo. Cruzamos el Río Chico de Trevélez con una fuente
al lado y comenzamos a zigzaguear por un senda reciente que casi todos los años
la reconstruirán porque la taparán los corrimientos de tierra en esa enorme pendiente.
Caminamos entre las huertas, con la senda haciendo de acequia en
algunos tramos. A poco se separa el GR7 a la izquierda camino de Busquístar y
más arriba, al llegar a la pista Trevélez-Capileira, el Sulayr la toma hacia la
izquierda, hacia Capileira. Nosotros seguimos de frente por la senda que aún
conserva su empedrado a tramos, prueba de su importancia, atravesamos la Acequia
de Enmedio y posteriormente la Alta pasando ya al secano. La vegetación se
torna mucho más rala, pero aún quedan rosalillos y agracejos en flor para
animar la subida visualmente, sin acercarse a ellos porque tienen malas bromas
con sus espinas.
Antonio había advertido que era una excursión corta pero con
desnivel. Así es. La senda no da tregua, siempre hacia arriba, con relativa
suavidad porque está muy bien trazada como corresponde a un camino de herradura,
pero inclemente. Caminamos debajo de los tajos de los Peñoncillos o Bermejo,
con una fuerte pendiente, hasta que remontamos a la zona más llana donde se
asienta el cortijo del Chorrillo. por las ruinas actuales se deduce que era
importante. Parece un poco incongruente un cortijo grande sin signos de agua
cercana. La solución se tiene en seguida cuando después de remontarlo se da
vista a unos buenos borreguiles en la ladera a la derecha, entre la senda y el
escarpado principio del Río Chico. El panorama cambia y se alegra con el verde
de los borreguiles, el rumor de los manantiales que los alimentan y la vista de
la cresta del Chorrillo ya cercana.
La senda sigue su ascenso relativamente suave, se acerca y va
paralela al borreguil situado más al sur, con su regatillo de agua paralelo a
ella durante un trecho, para después dejarlo abajo. La senda se divide. El
ramal de la izquierda va a suroeste, subiendo de costado al punto más bajo y
cercano de la cresta, mientras que el de la derecha sigue de frente y luego al
norte, dando un par de grandes zigzags para alcanzar la cresta en el roquedo
llamado mirador de Trevélez. Por el desvío de la izquierda, una vez en la
cresta, hay que continuarla, sin senda hacia el norte para llegar al mirador,
por eso recomendamos el desvío de la derecha.
El mirador nos muestra todo lo que hemos llevado de espaldas
mientras resoplábamos con la subida: el pueblo de Trevélez allá abajo y en
frente la ladera izquierda del río Trevélez con el Peñalbón hacia la mediación
y sobre él la peña de los Papos, ya en la cresta que separa los valles de
Trevélez y los Bérchules. Preciosa panorámica.
El mirador está en la orilla este de la cresta que separa el
Lanjarón del Poqueira. Es una cresta ancha y llana en esta zona, atravesada de
sur a norte por la pista de Capileira a la Carihuela del Veleta y a Granada. En
este punto para el autobús que en verano sube desde Capileira. A la derecha, al
norte, la senda que sube al Mulhacén por la loma del Tanto.
Vale la pena caminar un poco más por esa llanura en dirección
oeste hacia unos peñones. Albergan una serie de construcciones derruidas que
fueron posiciones del frente en la Guerra Civil. El corazón se encoge al
imaginar las penalidades que sufrirían los soldados destinados en esta
posición. ¡Qué crueles y despiadadas son las guerras! Pero en estos peñones se
da vista a toda la alta cordillera desde el Mulhacén a Cerrillo Redondo pasando
por el puntal de la Caldera, los Machos, Veleta, tajos de la Virgen y Tajo de
los Machos. Inolvidable la vista de este enorme y agreste circo. De esas altas crestas
ornadas por manchones de nieve bajan los valles de los ríos Mulhacén Seco,
Veleta y Lagunillo para formar el Poqueira.
Después de un buen rato dedicado a la contemplación del panorama
volvimos sobre nuestros pasos al mirador de Trevélez. Habíamos tenido una
subida fuerte pero siempre por senda y como parece que el cuerpo nos pedía algo
más, algún cabeza loca propuso dar una vuelta por los borreguiles. Dicho y
hecho. Dejamos la placentera senda y Antonio puso rumbo hacia ellos por unas
pendientes que requerían los cinco sentidos para no rodar. Los paseamos bien
paseados hasta que buscamos un buen restaurante con mullida hierba, al lado del
regatillo de agua de un borreguil y con vistas a la ladera izquierda del
Trevélez presidida por la peña de los Papos.
Se puso el vino a refrescar y nuestro metre particular organizó la
comida. Nos apetecían cosas refrescantes, ligeritas así que el metre hizo
servir un buen aperitivo de jamón y chorizo, una ensalada de tomate con
aguacate, otra cateta, unas judías verdes con atún y unas tortillas variadas.
Cuando vino a preguntar si nos apetecía algo más le indicamos pasar a los
postres. Sacó unas peritas, unas cerezas, bombones, chocolate negro y hasta
unas pastitas de Alhama. Todo regado con vinos de Rioja y la Ribera del Duero,
terminando con té de la Sierra y orujo de León. Satisfechísimos con la comida
pedimos la cuenta y cual fue nuestra sorpresa cuando el amable metre nos dijo
que invitaba la casa, con la condición de que volviéramos e hiciéramos
propaganda del restaurante. Prometimos ambas cosas e iniciamos el descenso
vespertino, contentos, cómo no, con nuestro objetivo, Trevélez, allá abajo a
nuestros pies.
Excelente día, inmejorable compañía y, como lo prometido es deuda,
desde aquí animamos al personal a visitar el restaurante Borreguiles del
Chorrillo.
INICIANDO LA RUTA
CRUZANDO EL RÍO CHICO DE TREVÉLEZ
LA SUBIDA LENTA PERO CÓMODA
LA ERA DEL CORTIJO DEL CHORRILLO
EN EL MIRADOR DE TREVÉLEZ
A LAS TRINCHERAS
EL VELETA DESDE LAS POSICIONES
SUPERVISANDO LAS DEFENSAS
BAJANDO POR LOS BORREGUILES
REFRESCANDO EL VINO, POR ENCIMA ESTA LA PEQUEÑA SASIFRAGA DE LOS ARROYOS
RESTAURANTE EN LA PRADERA DE LOS BORREGUILES, CON EL MURMULLO DEL ARROYO
BAJANDO CONTENTOS DESPUÉS DE LA ESTUPENDA COMIDA
TREVÉLEZ CADA VEZ MAS CERCA
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