Participantes: Pili, Paco Ponferrada, Jesús R., Jerónimo, Luci, Manu, Paco Ruiz, Carlos y Jesús C.
Distancia
recorrida: 18,5 km
Desnivel
acumulado: 1110 m
En las
Albuñuelas hay un aparcamiento público en medio del pueblo, después de pasar
las escuelas, a la izquierda, bien señalizado.
Jesús
C. dirigía la expedición, con tal acierto que fuimos hasta el final del pueblo
y en vez de salir hacia el molino de los Úbeda giró por una calle paralela y
devolvió al grupo casi hasta donde estaban los coches. Vuelta sobre nuestros
pasos, de modo que la gente del pueblo se preguntaría que adónde iban estos
despistados caminantes.Por
fin encontramos la callejuela de salida al molino de los Úbeda, en la dirección
del sendero Prados de Lopera. La zona del molino es muy bonita. Lola, ¡cómo
hubieras disfrutado en la umbría del río Saleres, con la corriente de agua, con
el viejo molino, con los añosos chopos, sauces y almeces, con las casitas
blancas orladas de naranjos cargados, con los tajos que el río ha excavado!
Dejamos
la bien señalizada senda a los Prados de Lopera para continuar al sur saliendo
del valle del Saleres para entrar en el del barranco de las Cabezuelas. Este
barranco tiene tajos en algunos puntos y pinares en casi toda su cuenca. Lola,
tú no has andado este barranco, pero seguro que te hubiera encantado caminar
por sus mullidas arenas; además, tiene de vez en cuando unos añosos pinos de
gran tronco, de esos a los que gustabas abrazarte para que te transmitieran su
fuerza y su vigor.
Salimos
del barranco por un repecho casi insubible, por lo pendiente, para dar vistas
al sur, a los múltiples barrancos que van hacia el valle de los Guájares, y al
este, al altivo cerro de la Giralda, nuestro objetivo. Una vez al pie del cerro
nos dividimos: unos a subir a él y otros por el carril hasta el cortafuegos al
este de la Giralda.
Tú,
Lola, hubieras subido al cerro. Despacio, parando de vez en cuando para
recuperar el resuello y para comentar las vistas hacia los bosques y barrancos
al oeste. Arriba, en la cima, al lado de ese vértice geodésico adornado con una
virgen, nos hubiéramos abrazado, como tantas veces, al conseguir la meta
propuesta, antes de hacernos las fotos de rigor.
En
una ocasión anterior descendimos por el cortafuegos al noreste, pero hay que
salvar unos peñascos difíciles. Esta vez Paco Ruiz nos llevó por el cortafuegos
al sureste, por una sendilla de cabras con algunos hitos y bajamos muy bien.
Después tuvimos que remontar por la pista hasta el cortafuegos del noreste
donde nos esperaba el resto del grupo.
La
lluvia llegó puntual a eso de las 11. Eran cuatro gotas pero nos pusimos los
impermeables y con ellos continuamos porque después, en La Giralda, nos servían
de cortavientos. Pero en el ascenso y descenso no llovió, por eso, al
reagruparnos, decidimos aprovechar para comer allí, en la misma pista, en un
abrigo sin viento.
Chacinas,
tortillas mil, ensaladas de arroz y de bacalao, y conejo escabechado. Subimos
tres botellas de vino y a duras penas, con el queso, terminamos una. Si tú
hubieras estado, Lola, con tu ayuda, con un rato más de charla y unas cuantas
risas, seguro que hubiéramos descorchado al menos otra. Nos acordamos de ti en
ese rato de la comida, en esa convivencia que tanto nos gusta. Una novedad que
no has conocido es la afición de Jerónimo a la repostería. La aprovechamos con
las tartas que cada sábado trae; hoy bizcocho de chocolate y mango, riquísimo y
jugoso.
Por
el cortafuegos del noreste llegamos al cerro del Hoyón. Un gran cerro que se ve
desde todo el valle de las Albuñuelas, pero al que se llega a piso llano cuando
accedes desde la pista bajo La Giralda. También esta vista te hubiera gustado
mucho, Lola, con todo el valle del Saleres y el de los ríos Dúrcal e Ízbor
sembrados de pueblecitos blancos entre la verdura de los olivares: Albuñuelas,
Saleres, Restábal, Melegís, Chite, Murchas, Talara, Mondújar… y un poco más
allá Nigüelas, Dúrcal y Padul. En días sin nubes la vista termina en la blanca
Sierra Nevada; hoy nos la hemos tenido que imaginar pues las nubes la cubrían.
Hemos
descendido por el encinar-pinar al cerro de los Canjorros por unos vericuetos
en los que había que andar despacio. Luego, el cortafuegos no ofrece dificultad
alguna.
Lola,
tú conoces bien nuestra afición a innovar, a poner un puntito de incertidumbre,
de exploración, a nuestros recorridos. Hoy, Jesús C. lo ha puesto proponiendo
ir hacia el cortijo y barranco de La Gunilla en vez de seguir por la bien
marcada senda del cortafuegos. Nos hemos metido al pinar, con mucho matorral,
siguiendo una sendilla mal marcada, tanto que la hemos perdido. Gracias a que
Paco Ruiz ha visto las labores del cortijo y hacia él hemos ido. Luego, desde
él, después de saltar un par alambradas, ya hemos tenido carril para bajar al
llano de Peña Dorada. Con mil vueltas y revueltas hemos bajado al ya conocido
molino de los Úbeda, nos hemos despedido de ese idílico entorno, y hemos dado
por terminada la excursión.
Lola,
recordamos tu afición a las caminatas, tu ánimo, tu alegría, tu energía, tus
ganas de vivir. Por eso seguirás caminando con nosotros.
Mapa de la ruta
Bajando hacia el río Saleres
En la zona del Molino de los Úbedas
Anthrrinum...
Albuñuelas
Barranco de las Cabezuelas
Caminando por mullidas arenas
Una cuesta con mayúsculas
Vistas a la Giralda
Bajando un cortafuegos
El esfuerzo de la subida
Vista hacia Los Guájares y Motril
En La Giralda
La bajada
Vinos
Panorámica desde el Cerro del Hoyón
En el Cerro del Hoyón
Senda de bajada por el cortafuegos
Junto a un enorme pino resinero
Cortijo y corral desde el Llano de Peña Dorada
Aproximándonos al pueblo
Paco, Jesús y Pili... Vamos
ResponderEliminarMe apunto.
ResponderEliminarPues iremos a la Giralda. Estaré a las 7,30 en la plaza
ResponderEliminarManu y yo también vamos
ResponderEliminarYo también voy
ResponderEliminarVoy
ResponderEliminar¡Qué lástima| Me pierdo esta salida con el aliciente de ser caminata desconocida para mi. Estoy en dique seco de nuevo por pie izquierdo.
ResponderEliminarQue lo paséis bien.
Ricardo
Que te mejores Ricardo. Paco Ponfe.
Eliminarla descripción de la ruta ha sido muy emotiva, como no podía ser de otra manera. Nuestra mente se nos llena, en cualquier actividad que hacemos, con recuerdos de Lola.
ResponderEliminarLos troncos centenarios y las sendas montañeras se sentirán huérfanos.
ResponderEliminarUnos, de sus abrazos. Las otras, de sus pisadas Tristes porque ha partido. Alegres por haberla conocido.
Y la brisa, imitará la frescura de su sonrisa.