miércoles, 15 de marzo de 2017

15 de marzo: Sedella-El Fuerte-Cuesta Pardilla-Picaricos-Sedella


Participantes: Miguel, Paco, Pepe, Antonio, Victoria y Jesús
Distancia recorrida: 16,5 km
Desnivel acumulado: 1390 m

Desayuno en El Cruce, en la carretera de Benamargosa. Agradecer a Jesús la invitación por su cumpleaños. ¡FELICIDADES!

En Sedella tratamos de aparcar cerca de la fuente, a la entrada, pero la calle estaba en obras, tuvimos que seguir a la plaza de la iglesia y detrás de la iglesia, en una placita, encontramos aparcamiento. No es mal sitio entrando a Sedella por la indicación “Cementerio”.

Salimos de Sedella siguiendo el letrero “La Maroma”, junto con la Gran Senda de Málaga, por la zona de La Portada, dejando cerro Tablón a la derecha. El Molino es parada obligada y en esta ocasión también lo fue sobre todo para quitarnos ropa y prepararnos para la subidita que nos esperaba. Atacamos pues la loma de la Monticana con la alegría matutina. La loma, con su fuerte pendiente, tiene la habilidad de cortar las conversaciones, así que la subimos poco a poco escuchando el rumor de las aguas del río del Encinar allá abajo.

Llegando al collado de la Monticana nos adelantó el coche de un guarda dedicado a llevar a cazadores con permiso para cobrar piezas. Paco lo conocía y con él estuvo hablando un poco, primero en el coche y luego en el collado donde estaban mirando los machos que iban por la fuente de la Pisadica del Niño Dios con un telescopio.

Ellos se quedaron a lo suyo y nosotros enfilamos la senda al Fuerte. La lastra Francisco Pepa rezumaba agua por todas partes, pocas veces se la ve así, en cambio la fuente del Fuerte echaba su acostumbrado chorrillo, justo para llenar una botellita, no más. En la paradita de la fuente nos recreamos con la Hoya de las Chorreras adonde muere el carril de captación de agua para Sedella y comentando una bajada que hizo Paco con Pedro Aguilar por la loma Polear y por el camino o cortafuegos de las Chorreras.

Del Arenal ascendimos al collado Torcasegura y, como parece que íbamos con fuerza, subimos al Fuerte para complacer a Pepe que decía que siempre se había quedado abajo descansando mientras el resto del personal subía. Fue su primera vez en el Fuerte. Y del Fuerte continuamos disfrutando de la bien trazada senda de la cresta, luego zigzagueando hacia el tajo Borondo y después llaneando hacia el cruce de sendas a La Maroma y al collado de Cuesta Pardilla.

Poco antes del cruce paramos al Ángelus y, por hacer una foto del grupo, Jesús se quedó atrasado, Paco hacia la mediación y el resto del grupo adelantado. La cabecera no vio el cruce y siguieron hacia La Maroma, y Paco tuvo que salir corriendo y voceando para volver a los primeros a la senda a Cuesta Pardilla.

En una paradita vimos la cueva de la Hiedra allí cerca. Como íbamos con tiempo decidimos llegarnos a ella. La bajada no es buena por la maleza y la pendiente, pero luego merece la pena llegar a esa gran oquedad tapizada de hiedra y chorreando agua por todas partes.

En la fuente del Chaparro llenamos las botellas aunque agua no nos iba a faltar ya que por todas las cañadas bajaba un chorro. Adivinando la senda a trechos llegamos al collado de la Cuna. Desde él vimos el de Cuesta Pardilla festoneado de nieve y hacia el seguimos por la desdibujada senda atravesando cabeceras de barrancos con su buen caudal. Delante y arriba teníamos un collado con unos pináculos rocosos a modo de hitos. Subimos el repecho pensando que sería el de Cuesta Pardilla, pero no, era el collado Peñón Rodado y todavía teníamos por delante el barranco de las Caleras antes del objetivo de Cuesta Pardilla. Bajamos, cruzamos el barranco y en la subida a Cuesta Pardilla tuvimos que rodear una alambrada de protección botánica puesta justo por donde iba el senderillo.

Cuesta Pardilla nos recibió con su nieve y con una preciosa vista de Sierra Nevada haciendo honor a su nombre. Seguimos la cresta hacia las Llanadas recordando que aquel era el acceso hacia La Maroma cuando no estaba abierta la senda por la Umbría de Cuesta Pardilla. Pasamos por la Callecita y en cuanto bajamos el dificultoso cerro de los Ventisqueros, en el agujero del primer nevero, paramos a almorzar.

Almuerzo sosegado, convenientemente dirigido por Antonio, nuestro maître particular, sacando las cosas con tranquilidad mientras se preparaban las ensaladas cateta y de tomate, iniciando el ágape con los aperitivos, como mandan los cánones, continuando con los primeros y segundos platos, para terminar con los dulces e infusiones. Gambas, boquerones, jamón y chorizo fueron los aperitivos, ensaladas y cardo los primeros platos, pollo y albóndigas los segundos y queso para terminar lo salado; unos mostachones, bombones y té fueron el broche de oro al almuerzo.

Claro, con esta comidita la llanura de las Llanadas nos duró un santiamén, y más con su alfombra de hierba cuando veníamos de fragosos pedregales. Por la loma de Cuascuadra dejamos el cerro del Pico a la derecha y llegamos al cortijo de Picaricos. Sopesamos la posibilidad de volver por el cortijo de la Hoya y el tajo de Alejandría, pero lo dejamos para otra excursión y continuamos loma de Cuascadra abajo cerca del sendero de Picaricos pero no por él porque está lleno de maleza.

En la loma Vázquez donde volvimos a encontrar la Gran Senda de Málaga. Y con ella bajamos por la Herriza al puente medieval (Romano le llaman) y entramos en Sedella.

Día estupendo, sin viento, con calor, como había pronosticado Pepe, con un recorrido muy bonito y poco usual.
 
Subiendo por la loma de la Monticana
 
En la Fte. del Fuerte
 
En el Fuerte de Sedella
 
Saliendo al este de la cresta de Torcasegura
 
Subiendo hacia el Tajo Borondo
 
En la Cueva de la Hiedra
 
En la Fte. del Chaparro
 
En el collado de Cuesta Pardilla
 
En el Pasillo
 
Llegando a la Loma Vázquez
 
Vinos y cerveza en la nieve
 

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