Participantes:
Miguel, Paco, Pepe, Antonio, Victoria y Jesús
Distancia
recorrida: 16,5 km
Desnivel
acumulado: 1390 m
Desayuno
en El Cruce, en la carretera de Benamargosa. Agradecer a Jesús la invitación
por su cumpleaños. ¡FELICIDADES!
En
Sedella tratamos de aparcar cerca de la fuente, a la entrada, pero la calle
estaba en obras, tuvimos que seguir a la plaza de la iglesia y detrás de la
iglesia, en una placita, encontramos aparcamiento. No es mal sitio entrando a
Sedella por la indicación “Cementerio”.
Salimos
de Sedella siguiendo el letrero “La Maroma”, junto con la Gran Senda de Málaga,
por la zona de La Portada, dejando cerro Tablón a la derecha. El Molino es
parada obligada y en esta ocasión también lo fue sobre todo para quitarnos ropa
y prepararnos para la subidita que nos esperaba. Atacamos pues la loma de la
Monticana con la alegría matutina. La loma, con su fuerte pendiente, tiene la
habilidad de cortar las conversaciones, así que la subimos poco a poco
escuchando el rumor de las aguas del río del Encinar allá abajo.
Llegando
al collado de la Monticana nos adelantó el coche de un guarda dedicado a llevar
a cazadores con permiso para cobrar piezas. Paco lo conocía y con él estuvo
hablando un poco, primero en el coche y luego en el collado donde estaban
mirando los machos que iban por la fuente de la Pisadica del Niño Dios con un
telescopio.
Ellos
se quedaron a lo suyo y nosotros enfilamos la senda al Fuerte. La lastra
Francisco Pepa rezumaba agua por todas partes, pocas veces se la ve así, en
cambio la fuente del Fuerte echaba su acostumbrado chorrillo, justo para llenar
una botellita, no más. En la paradita de la fuente nos recreamos con la Hoya de
las Chorreras adonde muere el carril de captación de agua para Sedella y
comentando una bajada que hizo Paco con Pedro Aguilar por la loma Polear y por
el camino o cortafuegos de las Chorreras.
Del
Arenal ascendimos al collado Torcasegura y, como parece que íbamos con fuerza,
subimos al Fuerte para complacer a Pepe que decía que siempre se había quedado
abajo descansando mientras el resto del personal subía. Fue su primera vez en
el Fuerte. Y del Fuerte continuamos disfrutando de la bien trazada senda de la
cresta, luego zigzagueando hacia el tajo Borondo y después llaneando hacia el
cruce de sendas a La Maroma y al collado de Cuesta Pardilla.
Poco
antes del cruce paramos al Ángelus y, por hacer una foto del grupo, Jesús se
quedó atrasado, Paco hacia la mediación y el resto del grupo adelantado. La
cabecera no vio el cruce y siguieron hacia La Maroma, y Paco tuvo que salir
corriendo y voceando para volver a los primeros a la senda a Cuesta Pardilla.
En
una paradita vimos la cueva de la Hiedra allí cerca. Como íbamos con tiempo decidimos
llegarnos a ella. La bajada no es buena por la maleza y la pendiente, pero
luego merece la pena llegar a esa gran oquedad tapizada de hiedra y chorreando
agua por todas partes.
En
la fuente del Chaparro llenamos las botellas aunque agua no nos iba a faltar ya
que por todas las cañadas bajaba un chorro. Adivinando la senda a trechos
llegamos al collado de la Cuna. Desde él vimos el de Cuesta Pardilla festoneado
de nieve y hacia el seguimos por la desdibujada senda atravesando cabeceras de
barrancos con su buen caudal. Delante y arriba teníamos un collado con unos
pináculos rocosos a modo de hitos. Subimos el repecho pensando que sería el de
Cuesta Pardilla, pero no, era el collado Peñón Rodado y todavía teníamos por
delante el barranco de las Caleras antes del objetivo de Cuesta Pardilla.
Bajamos, cruzamos el barranco y en la subida a Cuesta Pardilla tuvimos que
rodear una alambrada de protección botánica puesta justo por donde iba el
senderillo.
Cuesta
Pardilla nos recibió con su nieve y con una preciosa vista de Sierra Nevada haciendo
honor a su nombre. Seguimos la cresta hacia las Llanadas recordando que aquel
era el acceso hacia La Maroma cuando no estaba abierta la senda por la Umbría
de Cuesta Pardilla. Pasamos por la Callecita y en cuanto bajamos el dificultoso
cerro de los Ventisqueros, en el agujero del primer nevero, paramos a almorzar.
Almuerzo
sosegado, convenientemente dirigido por Antonio, nuestro maître particular,
sacando las cosas con tranquilidad mientras se preparaban las ensaladas cateta
y de tomate, iniciando el ágape con los aperitivos, como mandan los cánones,
continuando con los primeros y segundos platos, para terminar con los dulces e
infusiones. Gambas, boquerones, jamón y chorizo fueron los aperitivos, ensaladas
y cardo los primeros platos, pollo y albóndigas los segundos y queso para
terminar lo salado; unos mostachones, bombones y té fueron el broche de oro al
almuerzo.
Claro,
con esta comidita la llanura de las Llanadas nos duró un santiamén, y más con
su alfombra de hierba cuando veníamos de fragosos pedregales. Por la loma de
Cuascuadra dejamos el cerro del Pico a la derecha y llegamos al cortijo de
Picaricos. Sopesamos la posibilidad de volver por el cortijo de la Hoya y el
tajo de Alejandría, pero lo dejamos para otra excursión y continuamos loma de
Cuascadra abajo cerca del sendero de Picaricos pero no por él porque está lleno
de maleza.
En
la loma Vázquez donde volvimos a encontrar la Gran Senda de Málaga. Y con ella
bajamos por la Herriza al puente medieval (Romano le llaman) y entramos en
Sedella.
Día
estupendo, sin viento, con calor, como había pronosticado Pepe, con un
recorrido muy bonito y poco usual.
Subiendo por la loma de la Monticana
En la Fte. del Fuerte
En el Fuerte de Sedella
Saliendo al este de la cresta de Torcasegura
Subiendo hacia el Tajo Borondo
En la Cueva de la Hiedra
En la Fte. del Chaparro
En el collado de Cuesta Pardilla
En el Pasillo
Llegando a la Loma Vázquez
Vinos y cerveza en la nieve
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