martes, 20 de noviembre de 2018

24 de noviembre: Alayos del Dílar


Participantes: 11
Antonio, Fini, Ana, Paco R., Enrique, Antonio Usieto, Carlos, Manuel D., Jesús, Ricardo  y Jerónimo
Distancia recorrida:
15,5  kilómetros
Desnivel de subida acumulado:
1.160 metros
Altura mínima: 930 m – Área Recreativa Río Dílar)
Altura máxima: (1.860 m – Corazón de la Sandía)
Tipo de recorrido:
Circular, con un tramo lineal de ida y vuelta
Tipo de camino:
Veredas , tramos de carril y el cauce seco y arenoso de las ramblas.
 
Desayuno en Boabdil, rápido para servir y lento para cobrar. Bien, a unos 3€.
 
Bienvenido Usieto a las excursiones de los sábados. Habrás comprobado que no mordemos y se pasa bien.
 
De la autovía la carretera va a Otura y termina en Dílar. El paso por Otura fue complicado. Habían cortado la carretera y tuvimos que callejear un buen rato. En Dílar tampoco está fácil. Cuando aparecen, hay que seguir las indicaciones al Toril y a la fábrica de la Luz.
 
La ruta tiene tres partes: subida a Picacho Alto, cresteo al Corazón de la Sandía y regreso por Rambla Seca.

Iniciamos el recorrido en el área recreativa del Toril, con el cielo sin una nube después de una semana de lluvias, sin viento y con temperatura fresquita, 4°C. La cuestecilla para salvar la casa forestal y albergue del Toril nos quitó el frío. Aún así, en la pista, recibimos el sol con agrado.

Dejamos la pista para entrar en la rambla Montellano. Para salir de ella hacia Montellano dejamos la rambla en un barranquillo anticipadamente. Subimos monte a través por una empinadísima ladera, poniendo a prueba toda nuestra energía y añorando la sendita que por el barranquillo siguiente nos hubiera subido con muchísimo menos esfuerzo. Las equivocaciones se pagan.

Claro, después de esa subida tan trabajosa, la sendita por las Espaldas de los Alayos, entre los barrancos Montellano y Poca Leña, nos pareció una delicia. Con ella ascendimos al collado de Picacho Alto disfrutando de las vistas sobre la llanura de Dílar y su entorno.

El momento de coronar el collado es único, inolvidable. Después de haber llevado la ladera delante de las narices durante toda la subida, el panorama se abre apareciendo toda la parte alta de la inmensa cordillera completamente blanca, bajo el cielo azul. Una vez repuestos de la visión se le puede prestar atención al panorama más cercano, al Trevenque, a Cerro Hueco, al Corazón de la Sandía, y a los innumerables agujas rocosas que sobresalen de crestas y laderas. Los galayos, que por deformación han dado lugar a los Alayos.

La subida a Picacho Alto es empinada, pero con las vistas tan bonitas se hace sin sentir. En lo alto del Picacho la panorámica es de las mejores de la sierra, tanto hacia las altas cumbres como hacia la llanura. ¿Qué mejor sitio para hacer la paradita del Ángelus?

Por no bajar a buscar la senda a Rambla Seca decidimos continuar por la cresta, un camino que se demostró bastante más trabajoso y difícil que la senda. La misma bajada desde Picacho Alto es complicadita; hay que poner pies y manos y los cinco sentidos. Después comienza un sube y baja incesante hasta el collado de Rambla Seca donde la senda nos hubiera traído.

En la subida hacia el este, hacia el Corazón de la Sandía, se tiene a la derecha el barranco de Prado Seco, uno de los más erosionados de los Alayos, con la roca completamente fracturada, cascamajada.

Al roquedo del Corazón de la Sandía subimos todos, incluso Enrique quien había decidido esperar abajo. En la cima hubo una buena sesión de fotos en esa mañana tan despejada y tranquila.

Paramos a comer en un carasol bastante llano en el collado de Rambla Seca. Usieto no quiso oficiar de metre como hace los miércoles y pasó lo de siempre, fiambreras de un lado para otro sin orden ni concierto. Jamoncito del bueno, chorizo y cecina se unieron con la tortilla de espárragos, croquetas, conejo, pollo en dos preparaciones, pavo picantón, albóndigas y pescado seco, en un revoltijo que aunque no quita sabor, no guarda las formas de la buena cocina. Lo único que se respeta por ahora es el queso al final, con francés oloroso, y cabra, tomados con la última copita de vino. Para rematar dulces y orujos. Muy buen almuerzo aunque desorganizado. No tenemos remedio.

Al bajar a Rambla Seca nos metimos en la umbría, y sin la caricia del sol la gayuba guardaba aún la escarcha de la noche. Hubo que abrigarse porque estábamos a 3,5°C.

La Rambla Seca, tan bonita y fascinante como siempre. Suave, cómoda, agradable, con esos farallones pétreos que la constriñen y la inmensa Boca de la Pesca cerrando la vista. Gracias al puentecillo cruzamos sobre el Dílar y por el carril terminamos en los coches.

Los Alayos ofrecen una de las excursiones más bonitas y variadas.
 
Mapa de la ruta
 
Alamedas junto al Área Recreativa
 
La Boca de la Pescá
 
Buscando una salida
 
Senda arriba
 
Dílar y la niebla
 
Subiendo por las Espaldas de los Alayos
 
El collado nos abre las vistas
 
Camino del Picacho Alto
 
Una parada y una foto más
 
Crestas de dolomías muy descompuestas
 
La sombra a finales de noviembre es alargada
 
Los Alayos y el Veleta
 
Una buena capa de nieve
 
Panorámica de los Alayos y los tresmiles occidentales
 
Bajando del Picacho Alto
 
Una nube sobre la Boca de la Pescá
 
Cresteo
 
Pináculos con formas curiosas
 
Recorriendo crestas y laderas de blancas dolomías
 
Cerros tras cerros hasta llegar a Granada
 
Los Castillejos y las cumbres nevadas
 
Castillejos y Veleta
 
Los Gallos y El Caballo
 
Un cerrete con vistas
 
Más cerca de saborear
 
el Corazón de la Sandía
 
Entre pared y pared, el Trevenque
 
Algunos ya se encaraman roca arriba
 
en el nido de águilas del Corazón de la Sandía
 
Grupo en la cima
 
La bajada
 
Verticalidad
 
Sendero de vuelta
 
El blanco Caballo
 
Una foto para la despedida
 
Decididamente hacia abajo
 
Buscando restaurante
 
Vinos y espinas
 
Por Rambla Seca
 
Serenidad
 
Otoño en el Río Dílar
 
Atardece en Sª Nevada
 

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