martes, 14 de marzo de 2023

18 de marzo: Sª de Parapanda


Participantes19
Paco Ponfe, Pilar, Jesús R., Jesús C. Paco R., Manuel D., Ricardo, Germán, Nori, Roberto, Mª José, Rafa, Lola, Lily, Carlos, Tere, Paco Z., Luis y Jerónimo
Distancia recorrida:
18,5 kilómetros
Desnivel de subida acumulado:
1.050 metros
Altura mínima(720 m – A.R. Parapanda en Alomartes)
Altura máxima(1604 m – Cerro del Morrón)
Tipo de recorrido:
Circular con un tramo de ida y vuelta
Tipo de camino:
Veredas y un par de tramos de carril.


Desayuno en el Cruce de Moraleda. Chapatas enteras y medias con aceite, tomate y jamón. A 3€/cabeza, bien de precio habida cuenta del jamón de los sibaritas. Jesús C. nos invitó por su reciente cumpleaños. FELICIDADES.

Salimos del área recreativa de Alomartes, población que ninguno habíamos visitado y desconocida para la mayoría, para recorrer la sierra de Parapanda, novedosa para todos. Jerónimo, en su búsqueda de sierras nuevas, dio con ella, la propuso y ahí estábamos dispuestos a conocerla.

Comenzamos bajo el pinar de pino carrasco, por una pedriza que dificultaba mucho el tránsito, hasta que dimos con un camino en un cortafuegos, camino señalizado con postes sin tablilla. Si hubiéramos aparcado al terminar la calle desde Alomartes hubiéramos dado con el sendero desde el principio.

Visitamos los restos de una casa forestal y luego, en vez de volver al sendero señalizado, tiramos monte a través, como las cabras. La dificultad del ascenso nos hizo volver al sendero y por él subimos hasta el collado del Cerro de los Santos. A la izquierda del collado hay un cerrillo con un mirador al que llaman Hoyo de la Bandera, desde donde se contempla Alomartes allá abajo y toda la vega con la Tejeda-Almijara cerrando el panorama. Debajo de ese cerrillo debe estar la cueva de los Santos, aunque no vimos sino una pequeña oquedad cubierta de pedruscos.

Desde el collado del Cerro de los Santos tomamos al oeste, hacia unos grandiosos tajos, con varias oquedades la mayor de las cuales es la Cueva del Agua. Debió tener agua en su tiempo porque se formaron estalactitas y cubetas en el suelo alimentadas por las gotas de esas estalactitas. Hoy no gotea agua por parte alguna, las puntas de las estalactitas han sido cortadas y las cubetas están vacías, no obstante, la vista desde la cueva es muy bonita.

Por el pie de los tajos pasa la senda que llevamos y que poco más adelante gira al norte, primero por el tupido pinar y luego por una ladera con algunos pinos y encinas. El encinar va tomando cada vez más cuerpo, sobre todo al llegar a una llanura pedregosa desde donde divisamos las antenas que coronan el cerro del Morrón.

En esa llanura, al abrigo de un ramoso pino resinero que nos protegía un poco del viento, hicimos el Ángelus. De nuevo en el camino, por el encinar, sorprende primero los montones de piedras. ¡Cuánto trabajo para despejar un poco de suelo en el que sembrar unos granos de trigo o centeno! La segunda sorpresa son las enormes zanjas excavadas siguiendo las vetas de la falsa ágata.

Estábamos en el llano del Brezal, con el cerro del Morrón sobre nosotros. Allí el grupo se dividió. Paco Ruiz y Ricardo enfilaron hacia el cerro del Morrón de frente, a la brava, mientras los demás seguimos el sendero que nos llevó a un llanillo con unos preciosos almendros cargaditos de flor y luego, ascendiendo suavemente por un pinar de pino carrasco y silvestre en la ladera oeste, a la cima del Morrón donde el grupo se reunió.

Subimos a las antenas, al vértice geodésico rodeado de vallas y al mirador del Morrón. Vistas excelentes en esas alturas hacia los cuatro puntos cardinales, pero… había dos peros. El primero era el vientecillo frío que nos urgía a buscar resguardo. El segundo que era casi hora de almorzar. Por esas dos convincentes razones dejamos de visitar una caseta contra incendios situada en el extremo norte del Morrón para llegar a la cual hay que ir y volver por un inhóspito lapiaz.

Por un caminillo convertido luego en senda bajamos por la cara sur del Morrón al valle de la Hoya del Brezal. Allí tomamos al norte para visitar las canteras de falsa ágata sitas en las faldas del Cerrajón, mientras buscábamos un lugar resguardado del viento donde comer. Se propusieron mil lugares donde comer, pero en todos soplaba el viento, así que llegó un momento que, hartos ya, nos sentamos en una vaguadilla protegidos por un resalte terroso.

Enumerar lo que salió de las 19 mochilas es imposible. Hubo gambas, chacina, ensaladas, aguacate, encurtidos con una cayena que le tocó a Rafa, etc, como aperitivo. En primeros platos, habas y otras verduras, espárragos y tortillas. Entre los platos principales pescado con salsa rosa, filetillos tiernos, carne con almendras, lomo con ajos… y más cosas. De postre naranja y tarta Lamington modificada por Jerónimo, que, con una velita encima, sirvió para que Jesús C. la apagara mientras le cantaban el cumpleaños feliz. Todo eso se pasó con 6 botellitas de un sirah australiano, Ribera, Rioja, Bierzo y Cariñena. Para los postres un rico Pedro Ximen, novedad en el grupo, tés y orujos.

Continuamos la caminata por el valle entre los cerros Cerrajón y la Mesa donde encontramos una preciosa sorpresa: una dolina llana cubierta de praderita verde donde varios grandes almendros estaban completamente vestidos de blanco. Si repetimos Parapanda éste es el restaurante ideal.

Salimos de la encantadora dolina a un puertecillo, quizá el puerto de la Artesilla, y allí nos despistamos. Tomamos una senda por la derecha que nos llevaba hacia arriba, a la Hoya del Brezal, en vez de otra por la izquierda hacia abajo. Cuando nos dimos cuenta hubimos de descender monte a través hasta la senda correcta, y por esa senda, después de cruzar mil y una cañadas, llegamos al collado del cerro de los Santos.

Del collado descendimos por la senda marcada con estacas recorrida en la mañana. Por esa senda suben y bajan los moteros, una pandilla subió mientras bajábamos, destrozando la bien trazada vereda. Al comienzo del sendero hay una indicación de prohibido vehículos a motor, pero los moteros no hacen caso y como no hay vigilancia, campan por sus respetos.

Nos gustó la sierra de Parapanda, aunque nos pilla un poco a trasmano. Hay que hacerla en días largos y seguir las sendas antiguas y de repoblación evitando el monte a través.

Cartel donde principia la ruta

Una vieja casa forestal en ruinas

Orchis collina -Orquídea pobre

Subiendo por el destrozado sendero de la Cañada Honda

Llegando al mirador del Cerro de los Santos

Una paradita

y continuamos hacia la Cueva del Agua

En las paredes de los tajos, algunas florecillas... Chaenorrhinum villosum

y un erodium ¿?

Grupo en la Cueva del Agua

sin agua

pero con almendros en su ladera

Alomartes queda abajo

y los campos dibujados de olivos

Hacia la meseta superior de esta sierra

Del bosque de pinos pasamos al matorral

con algunas encinas que van apareciendo

para convertirse en un mar de piedra, un inmenso lapiaz con multitud de medianas encinas

El sendero marcado en el pedregal

Y entre col y col, un almendro

Literalmente, entre encinas

Dispersión

y perspectiva

El Morrón a la vista

pero aún mucha piedra

que recorrer

y rodear las enormes grietas de antiguas canteras

que parecen desfiladeros

Cogiendo un carril

que atraviesa la Hoya del Brezal

Brezos no vimos pero sí unos maravillosos almendros en flor

Unos siguen

mientras otros buscan el detalle de la flor

Por la senda que rodea el Cerro del Morrón buscando sus alturas

La Hoya del Brezal desde el Morrón

Desde arriba

Desde abajo

En el vértice encarcelado

Por el lapiaz cimero

Bajando del Morrón por su cara sur

Vistas hacia el este

Recorriendo el interior de otra cantera

Un olvidado bloque de falsa ágata 

Buscando un sitio para comer alejado del fresco viento

No fue dentro de esta cantera-grieta pero casi

Vinos con intruso buscado

Vuela el coco y no por el soplido ¡Feliz cumpleaños!

El carril bordea los tajos del extremo nordeste

y gira bruscamente al sur, rodeando el Cerrajón

Sincronía

Y en nuestra bajado, al cruzar una dolina pòr el Pto. de la Artesilla, unos enormes almendros en flor, donde nos hicimos una foto de grupo

y nos dispersamos para fotografiarlos

una y mil veces

Íllora allá bajo

y aparentemente un poco más cerca

Silueta en la bajada

Sendero en el pinar, al que llegamos después de haber perdido el camino y tener que descender campo a través

La bajada por el sendero de la mañana, completamente destrozado por el paso de moteros, que campan a sus anchas en lugares y caminos expresamente prohibidos: todos lo saben pero nadie dice ni hace nada. Y esto se repite en muchos de nuestros montes y sierras, incluso en aquellas supuestamente protegidas y, por desgracia, cada vez con más frecuencia.

Mapa de la ruta


La salida en movimiento

18 comentarios:

  1. Paco Ruíz se apunta.

    ResponderEliminar
  2. Mary Jo y Roberto, nos apuntamos

    ResponderEliminar
  3. Lily se apunta. A las 7h en la Ortiz.

    ResponderEliminar
  4. Estaré con coche en la Ortiz

    ResponderEliminar
  5. Jesús se apunta. Estaré en la Ortíz a las 7

    ResponderEliminar
  6. Lola Valle se apunta.

    ResponderEliminar
  7. Sugiero que Mari Jo. Roberto, Manolo y Paco Ruiz vayan en un coche. Con Carlos iríamos Lily, Rodri-Ricardo y yo.
    Jesús

    ResponderEliminar
  8. Mari Jo y Roberto se van desde Málaga, Yo recojo a Paco Ruiz y a German en la rotonda de Vélez y con Carlos van Lily, Jesús y Ricardo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Manolo por tus gestiones y buen hacer
      Jesús

      Eliminar