domingo, 21 de junio de 2020

MIERCOLES 24 DE JUNIO: ACANTILADOS DE MARO

Acantilados de Maro. 24-6-2020.
Participantes: Ana, Luis, Pili, Paco Ponferrada, Jesús R., Perpetua, Miguel Ángel, Clara, Lucía, Manuel de Rincón, Manuel de Nerja, Luci, Lili, Antonio Usieto, Jesús C.
Ester en la comida

Distancia recorrida: 5,5 km
Desnivel acumulado: 550 m

La rutita de los acantilados de maro, en su versión light, como la de hoy, es una caminatita para disfrutar, no para hacer deporte. La solemos dividir en dos partes: Cerro Gordo y cerro Caleta.
Hemos comenzado por Cerro Gordo, partiendo del mirador, del gran pino junto al bar en la carretera, que, como nos pasa a todos, con la edad ha perdido ramaje y majestuosidad.
Como era un día festivo, San Juan, hemos descendido con parsimonia, recreándonos con las preciosas vistas a La Herradura, a ese mar de azul intenso, rodeado por una herradura de verde y blanco, de pinos y casas. Con paraditas aquí y allá hemos ido recorriendo la cara este de Cerro Gordo.
Ha habido que dar una voz para que el personal se acercase a visitar el Peñón Partido y sus acantilados. Esta es una vista de las más espectaculares de Cerro Gordo por lo agreste, por esos acantilados, por esas rocas descarnadas, por esas caídas al mar siempre en movimiento, por esa imposibilidad de acercamiento físico a cualquier sitio de los que se ven.
Y del Peñón Partido hacia la torre, por esa subida interminable, siempre con el sol detrás imponiendo su ley. Conforme se asciende, la brisa se nota más, y ese frescor da vida, da las fuerzas necesarias para coronar la cresta y disfrutar de esas vistas maravillosas hacia el oeste, hacia Nerja, con esa costa recortada, puntuada de blanco. A nuestros pies la tremenda caída a cala Manzano. Sólo nos han faltado las cabras. Quizá el calor las ha hecho buscar parajes más frescos en lo alto de la sierra, pero es raro no ver ni una como no hemos visto hoy.
Terminada la vueltecita de Cerro Gordo hemos ido con los coches al aparcamiento del Cañuelo. Miércoles como era y había un montón de coches.
El objetivo siguiente era cerro Caleta. La sendita que parte del aparcamiento pasa por la hornacina de San Judas Tadeo, siempre cuidada y con flores, aunque hoy tenía las que no cabían frente al santo. Al principio, en el primer repecho, el calor se dejaba sentir, hasta alcanzar la cresta. En ella la brisa otra vez nos ha refrescado y nos ha dado ganas de llenarnos con esas vistas únicas a este y oeste.
Sobre los acantilados de cerro Caleta hemos hecho un ligero Ángelus y una paradita. Este lugar lo requiere. En él se nota la fuerza de la Naturaleza en esa interfase entre tierra y mar, entre roca y azul, entre la estabilidad del cerro y la enorme caída del acantilado.
El descenso de cerro Caleta se ha de hacer despacio porque la sendita es empinada y con fuertes escalones. Despacio lo hemos hecho, contemplando la playa de Cantarriján, poco concurrida para lo que acostumbra en verano.
Una vez alcanzada la senda entre Cantarriján y el Cañuelo nos hemos dirigido hacia el Cañuelo por el pie de monte donde Fali Padilla gusta observar pájaros y cabras.
Pasado el desvío a Torre Caleta, Manolo se ha fijado en una sendita que se introducía en el barranco que desemboca en la playa de las Doncellas. Por ella nos hemos metido y por ella hemos descendido hasta el nivel del agua, a una zona pedregosa. Algunos han cruzado un peñasco escarpado y han pasado a la playa de las Doncellas. Otros, desde donde nos encontrábamos hemos entrado directamente al agua.
La calita de las Doncellas, como tiene tan mala accesibilidad, está simple solitaria. Hoy la teníamos para nosotros solos. ¡Cómo hemos disfrutado de sus límpidas y tranquilas aguas! ¡Cómo nos hemos dejado penetrar del frescor mientras nadábamos con tranquilidad en esas serenas aguas!.
La cala tiene un par de peñasquillos, a modo de islitas, y esos peñascos sirven de objetivo para llegar a ellos, rodearlos, y admirar la cantidad de vida que sostienen en la franja regada por las olas.
Después de la nadada, un rato de reposo en la arena hasta que se ha hecho hora de vestirse y salir hacia los coches.
La remontada por el barranco se hace estupendamente, a la sombra, bajo los pinos, acompañados por el gorjeo de los mitos.
La senda de subida tiene algún tramo de sombra en la primera parte y sol rabioso en casi toda ella. En la era del cortijillo hemos disfrutado de la panorámica hacia el Cañuelo y hacia la playa del Inglés, como despedida de las bellas estampas que estas rutitas proporcionan.
Faltaba la tercera parte del programa. La comida en Mardela, en la Herradura.
Manolo había encargado un arroz con bogavante. Lo hemos precedido de unas cervezas con croquetas, mejillones y milhojas de foie con mango. Después, el arroz con unos rosados del Somontano y Rioja. Ahí nos las hemos visto y deseado para sacar la sabrosa carne que esconden las pinzas con unas tenacillas de mala muerte. Riquísimo, sabrosísimo y abundantísimo el arroz. Aún así, hemos pedido un chuletón poco hecho para compartir y terminar el ágape con sabor a carne. Luego postres, cafés y un par de orujos.
Merece la pena venir al Mardela. Hemos salido satisfechísimos, dispuestos a volver en cuanto se presente ocasión. Hemos cerrado el garito a las 6 de la tarde.
Disfrute total ha sido el día de hoy, por las vistas, por el agua, por la opípara comida y, sobre todo, por la compañía. Inmejorable día de San Juan.


POR CERRO GORDO CON VISTAS A LA HERRADURA



EN EL PEÑÓN PARTIDO



LLEGANDO A LA TORRE DE CERRO GORDO

EL GRUPO EN LA TORRE DE CERRO GORDO


HACIA EL CERRO CALETA



ÁNGELUS EN EL CERRO CALETA

BAJANDO DEL CERRO CALETA

BAJANDO HACIA LA CALA DE LAS DONCELLAS


LAS LIMPIAS AGUAS DE LA CALA DE LAS DONCELLAS
EL FANTÁSTICO BAÑO

SECANDO AL SOL




SALIENDO DE LA CALA
LA CALA DE LAS DONCELLAS
ADMIRANDO EL PAISAJE
LA CALA DEL CAÑUELO
Asteriscus maritimus, Estrella de mar 
Delphinium plantaginum, Espuela de Caballero
Echium creticum subsp. coincyanum, Viborera

EN EL RESTAURANTE MARDELA DE LA HERRADURA
ARROZ CON BOGAVANTE


LOS POSTRES







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