domingo, 20 de mayo de 2018

MARTES 22 MAYO: LA CADENA, PIEDRA SILLADA

Participantes: Paco Ponferrada, Manolo, Pepe, Paco Hernando, Ricardo, Miguel Antonio Usieto, Antonio Muñoz y Jesús.
Distancia recorrida: 20 km.
Desnivel acumulado: 950 m.

Desayuno en Alhama, en el bar de Paco Cabrera, al lado de la churrería. Buen pan, buen café, excelente servicio…y muy barato. A menos de  dos euros/cabeza. Ricardo, por su cumpleaños, invitó al grupo de los sábados. Ahora ha tenido la gentileza de invitar también al de los jubilados. ¡¡¡FELICIDADES!!!

Damos la bienvenida a Paco Ponferrada. Necesitamos revitalización y rejuvenecimiento. Con Paco conseguimos ambas cosas. Bienvenido también Ricardo, jubilado antiguo pero que se prodiga poco.

Todos los deportes tienen su bautismo de fuego. Esa prueba que, una vez superada, faculta a la persona a pertenecer a un determinado grupo. En el senderismo también ocurre. Y en nuestro ámbito, el paso de la Cadena es un hito importante. Como en Sierra Nevada es el acceso a la Alcazaba o a Vacares. El que demuestra que se han superado los miedos y vértigos de los principiantes y se ha adquirido la templanza, la solidez, la madurez y el equilibrio mental del senderista senior.

Llevábamos tiempo dándole vueltas a la Cadena hasta que se programó para hoy. Con una gran afluencia. Los jubilados no estamos acostumbrados a grupos tan numerosos. Miguel, Antonio Usieto y Pepe no la habían pasado nunca. Paco Hernando en alguna ocasión, pero seguía atenazado por el vértigo. Antonio Muñoz tampoco la había pasado, pero para él este paso es un juego de niños. En realidad nos guiaba y a todos nos daba confianza.

Salimos de puente Cambril paralelos a un pletórico arroyo de la Venta. Nunca lo habíamos visto con ese caudal. Las fuentes de Agujerillo Caliente y Salto del Caballo vertían un caudal apabullante, con travertino donde caía el agua. A buen paso superamos las Casillas de Cuesta Parda, nos internamos en el carril hacia el puerto de Frigiliana y remontamos su maltrecho firme. Como no se pongan medios en pocos años nos quedamos sin carril en algunos puntos. Aprovechamos la sendita desde el puerto hasta la mediación de la cuesta del Carrascalejo y arriba, dando vistas al Cuervo, en el principio de la cordillerita de la Cadena, paramos a tomar aliento y un ligero refrigerio a modo de Ángelus.
Entre las aulagas y los piornos ganamos la cresta, por ella nos acercamos al roquedo de su máxima altura e iniciamos ese paso por la base norte del roquedo. Aquí comienzan las dificultades porque se ha de caminar por la inclinación de una empinada pendiente, con piedras resbalosas y vegetación que dificulta caminar. Si uno se fija en la multitud de plantitas de la base del roquedo se le pasa el trayecto en un santiamén, sino… pues hay que apechugar con la dificultad del terreno.
Con buen tino llegamos a la altura de la cresta de la Cadena. El paso difícil propiamente dicho. Bebimos agua para el comienzo de la prueba y cuando nos descuidamos Antonio Muñoz estaba ya a 100 m del comienzo. Eligió entrar a la Cadena por abajo, siguiendo una huella bastante evidente para subir luego a la cresta y cambiar a la vertiente sur. Aquí empezaron las dificultades por lo apretado del espacio, por la verticalidad del tajo a sobrepasar y por los profundos abismos a ambos lados. Poco a poco, asegurando pies y manos, siempre con tres puntos de apoyo, fuimos progresando del norte al sur y del sur al norte. Poco antes del último tramo, cuando teníamos Piedra Sillada ahí al lado, vino la parte más complicada. Aprovechamos una repisilla para los pies y las presas en la roca para las manos, yendo progresando paulatinamente. Sin prisa, controlando las emociones, sin mirar al abismo, fuimos pasando de uno en uno con más o menos tensión, hasta ese abrazo final al pie de Piedra Sillada, donde empezó a surgir el alborozo y la alegría. ¡¡¡Prueba superada!!! Dos horitas habíamos invertido en pasar la cordillerita de la Cadena.
Piedra Sillada nos recibió con multitud de tulipanes recién abiertos. Sustituyó las coronas de laurel por los amarillos cálices de los tulipanes. Era el recibimiento a los triunfadores de la prueba. Debajo de Piedra Sillada visitamos la fuentecilla homónima y a la sombra de un par de añosos pinos nos sentamos a almorzar. En un par de ocasiones, Usieto, se levantó a gritar a la dificultosa Cadena. Eran los últimos estertores de los nervios acumulados y mantenidos en ese difícil recorrido.
En la loma Ubares exploramos la bajada desde la parte alta a las Casillas de Cuesta Parda por un cortafuegos, empinado pero asequible, sorteando los pedreñales de la cresta y evitando las piedrecillas resbalosas. Eso fue coser y cantar después de la prueba anterior. Encontramos a la Rothmaleria, aunque sin flor, que solo habíamos visto en el entorno dolomítico de Sierra Nevada. Aquí también está.
Día excelente en cuanto a temperatura, con sol y nubes, y un ligero vientecillo fresquito. Con la satisfacción de haber superado un paso difícil volvimos a casa henchidos de placer.


LA CUADRILLA INICIANDO LA MARCHA EN BUSCA DE LA CADENA
EN EL PUERTO DE FRIGILIANA
SUBIENDO POR EL CHAPARRALEJO
POR LA LADERA DESDE EL CUERVO HASTA LA CADENA

LA PRIMERA VISTA DE LA CADENA
EN LA CRESTA DE LA CADENA

EN PLENA FAENA

TERMINADO EL PASO DE LA CADENA


EN LA CIMA DE PIEDRA SILLADA

LA CADENA AL FONDO
VINOS Y COMIDA

LA CADENA DESDE EL SALTO DEL CABALLO
LA PIEDRA SILLADA
POR LA LOMA DE UBARES

BAJANDO EL CORTAFUEGOS DEL BARRANCO DEL PERRO






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