Sierra del Torcal. 15 de mayo de 2018.
Participantes: Manolo, Pepe, Paco, Miguel, Luci, Antonio y Jesús
Distancia recorrida: 10 km
Desnivel acumulado: 460 m
Habíamos acordado desayunar en la venta Pedro, debajo del viaducto de
la autopista en la carretera Casabermeja-Villanueva de la Concepción. Estaba
cerrada y continuamos hasta Villanueva. En el bar-restaurante Oasis, en la
carretera de Villanueva a Almogía, nos dieron buen pan, excelente aceite y un
trato muy agradable. Buen sitio. FELICIDADES a Paco por su cumpleaños y muchas
gracias por habernos invitado al desayuno y a los refrescos vespertinos. Que
cumplas muchos años más y que los celebremos en la sierra.
Iniciamos el recorrido en el aparcamiento del Centro de Visitantes
yendo primero al mirador y luego subiendo a la cornisa que da vistas al sur.
Continuamos por la “ruta oficial” larga y a la mediación la dejamos por una
trocha al oeste, bajando por un vallecillo. Casi abajo cambiamos al valle
aledaño al norte. Por él subimos atacando luego el repecho a la parte alta,
hacia las Mesas. Subimos a una de ellas, pasamos por la cornisa del Diablo y
terminamos en el Tornillo.
En todas las excursiones ocurren cosas dignas de mención. En esta
comenzamos con un clavo de oro que había aparecido en la bota de Pepe; era tal
su brillo que a los caminantes tras él los deslumbraba. Hicimos la ruta con mil
paradas porque el Torcal es para eso, para recorrerlo despacio, jugando a ver
formas en esas curiosísimas piedras. Avistamos un camello, múltiples caras, una
serpiente con la boca abierta, un perro, unos niños, …y ¡qué se yo cuántas
cosas más! El punto de tensión que toda excursión debe tener lo alcanzamos en
el paso de la cornisa del Diablo superior a la inferior y luego, en la
inferior, en un saliente rocoso que hizo reptar a más de uno. En la parte este
del recorrido paramos innumerables veces para hacer fotos con el grupo subido a
un roquedo curioso, a un tajo con estratos, cada uno encima de una seta, entre
las rocas y los arbustos, etc. Disfrutamos tanto en ese tramo que el famoso
Tornillo nos pareció luego una roca más, sin importancia.
Y ¡qué decir de la primavera torcaleña! Es una de las más bonitas de
nuestras sierras. El suelo estaba tapizado de hierba verde y jugosa, los arces
y quejigos mostraban sus tiernas hojuelas verde claro recién salidas del
zurrón, los durillos sus blancas umbelas, los espinos albar cubiertos de blanco
con ese olor dulzón característico de sus flores…hasta los aladiernos estaban
cargaditos de sus casi inapreciables florecillas. En el suelo no se podía avanzar sin pisar plantas
en flor. Una maravilla. Entre las orquídeas había abejera amarilla, marrón y de
la mariposa, lirio y jacinto silvestres, nazarenos, botón de oro, celidonia
menor, amapola, peonía, ombligo de venus, violeta amarilla, linarias oblongifolia y anticaria, geranio, alfileres, relojes, carraspique, vigorosos
apios caballares, lechetrezna macho, … y demasiado cardo mariano en los lugares
de paso del ganado. Solo faltó a la cita el sello de Salomón, aún sin flor.
A la hora de la comida, claro, no hubo acuerdo en el sito donde
sentarnos. La mayoría se impuso y a la sombra de un tajo, con vistas a
Archidona y Antequera, plantamos nuestros reales. Aperitivos variados con
tomate, chorizo, cecina, tocino, longaniza, lomo, y unas banderillas a base de
huevo duro, aceituna y anchoa preparadas en su palillo por Antonio. Hubo
después cardo con pasas, caballa, salchichas guisadas, pollo, filetillos y
magro de cerdo, y quizá alguna cosa más. Té, bombones y orujos varios. Muy
buenos vinos de Ribera del Duero y Jumilla. Una comida digna de un restaurante
de cuatro tenedores.
El día, magnífico. Soleado, sin calor, con un vientecillo suave y fresquito,
que ayudaba a caminar. Nos apuntamos a días así.
Iris subbiflora, Lirio silvestre
Linaria verticillata subsp. anticaria
Oprys tenthredinifera
Paeonia coriacea, Peonía
Ranunculus macrophyllus, Boton de oro
OLIVO MILENARIO DEL ARROYO CARNICERO
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