Participantes: 6
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Paco Ponfe, Pilar, Jesús R., Manuel Díez,
Manuel González y Jerónimo
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Distancia recorrida:
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24 kilómetros
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Desnivel de subida acumulado:
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650 metros
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Altura mínima: 940 metros (Área recreativa del Bacal)
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Altura máxima: 1.312 metros (Pto. Colica)
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Tipo de recorrido:
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Tramo circular y tramo de ida y
vuelta
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Entre los que sí, la que sí pero
no y los que no, juntamos media docena. A saber: el clan Ponfe: Pilar, Paco y
Jesús, Jerónimo y su máquina y los Manueles.
Cambiamos el sitio del desayuno
y en el restaurante El Cruce, puntuales, solucionamos el trámite. Después, un
montón de kilómetros hasta el Bacal. Lagrimones al paso por los dos embalses;
como siga la pertinaz sequía nos vamos a tener que lavar con gaseosa.
Sobre las diez menos veinte
comenzamos la ruta. El río Grande de Jayena, de grande ya tiene poco (¿cómo
será el Pequeño?), muy poco caudal y poca corriente, la sequía está latente.
Las escasas pozas con bastante verdín, y a tramos desaparece como el Guadiana.
La caminata, por tanto, siempre sobre seco, ya que los sucesivos pasos a un
margen y al otro, se han hecho sobre piedras y troncos. Enseguida comenzó la
vendimia de moras. Nos vamos a poner malos, vaya cagalera que nos va a entrar
-sentencias que íbamos coreando como letanías, pero que no impedían la comida incesante
de sabrosísimas y dulces moras-. A la vista de la enorme cosecha que se abría
ante nosotros, cabe pensar que hace mucho que no se frecuenta esta ruta. La
razón terminó imponiéndose y poco a poco dejamos de comer; era preferible no
escudriñar las zarzas para no caer en la tentación. A la vuelta tenemos que
hacer una enorme cosecha para comer en crudo o hacer mermelada, -esa era la
determinación de la tropa-; ya entre Jerónimo y Pilar nos estaban dando las
medidas y recetas para triunfar en la cocina y Jerónimo nos ponía los dientes
largos con su mermelada de la cosecha del Cebollón. Yo las recogí en una
botella y la llené con un kilo trescientos gramos -nos ilustraba nuestro
fotógrafo oficial-, o sea, que pronto convenimos que la botella de vino nos la
teníamos que ventilar, sí o sí, para asegurarnos la cosecha. Empeño satisfecho
con interés, como es norma de la casa, aunque no hubiera existido vendimia.
En un momento nos aparece
Jerónimo con un palo enorme, porque se habían oído los ladridos de un perro. Si
se atreve y viene me lo cargo –tal era su determinación-, hasta que lo
convencimos de que el perro iba con alguien por delante y que ya había pasado
río arriba. Se relajó y tiró el palo.
La poza Romance la vimos que
sigue bajo mínimos y la ruta continuaba por senda y carril. Pocas margaritas
que fotografiar y paso ágil. En el Ángelus debatimos si continuar hasta la
cueva Colica, como había propuesto Jesús en su momento, y concluimos que ya
veríamos cuando llegáramos al cruce. Y llegamos al cruce con mucho ánimo y
continuamos a la cueva.
Pilar nos iba comentando su
primera ruta en el río, hace muchos años, y de cómo la llevábamos corriendo con
la marcha impuesta por los caminantes de otros tiempos. También me decía
recordar que, en alguna ruta, habíamos pasado por una plantación abandonada de
frutales y habíamos cosechado ricas
manzanas. Yo asentía en ese recuerdo pero tampoco recordaba el sitio, hasta que
tras una curva del carril llegamos a la plantación en cuestión y proseguimos
con nuestro menester de vendimia para comer in situ y para los postres.
Antes de llegar a la cueva
Colica nos recibieron en el cauce del riachuelo de turno, cuatro o cinco
ciervas preciosas y enormes y un jabalí
pardo y veloz que, lógicamente, se quitaron de en medio a toda prisa, prueba
evidente de que por allí no pasa ni el tato. En mi arrebato de entusiasmo por
señalarle con el bastón a Manuel por donde corría una cierva, casi me toca
ponerle un estanco, dado lo cerca que estuve de desgraciarle un ojo. A la
siguiente, con las manos en los bolsillos como Paco Ruiz. Al jabalí, Jerónimo
le hizo unas cuantas fotos, con tan mala fortuna, al parecer, que sólo le sacó
el culo o la cabeza porque no llevaba la máquina en automático. Cruz roja en el
expediente y que no se vuelva a repetir. Sin embargo Pilar y Paco, ya de vuelta
de la cueva vieron un jabato mediano confiado y lo fotografiaron hasta que el
animal se percató del asunto y se quitó de en medio.
A la cueva trepamos Jesús y los
Manueles. El miedo a las garrapatas y las famosas fiebres asustó a los demás.
Hicimos las fotos de rigor y al carril.
Cerca del derruido cortijo de
Cabañeros, paramos a comer junto a unas preciosas pozas. Nos lo tomamos con
mucha calma y terminamos con todo lo que llevábamos (Jesús con su bocata habitual),
incluidos algunos trozos de la pipirrana de pulpo de Pilar que acabó en el
suelo, por un desfase entre la entrega y recepción del taper.
Y ya de vuelta la anunciada
recolecta de moras. No sé la de kilos que pudimos coger. Llenamos botellas y
tapers a discreción. Nos pinchamos hasta en el velo del paladar y muy lentamente
llegamos a los coches pasadas las siete y media de la tarde, después de 24 Kms
y 650 m
de desnivel, según datos de nuestro especialista en vidrios, que, dicho sea de
paso, nos dio una lección magistral con componentes, temperaturas y enlaces
químicos, sobre diversos procesos de elaboración y fundición.
Llegamos de noche a nuestras
casas, contentos con el día de campo, con la ruta y con el aliciente de las
cosechas y fauna que encontramos.
Primer cruce del río
Cahorro en el Río Grande
Trachelium caeruleum - Flor de la viuda o alfileres
Pasarela de troncos sobre el río
Arco natural
¡A la rica mora!
Haza Grande de Córzola
Chamaecyparis lawsoniana - Falso ciprés de Lawson - Especie originaria de Oregón de la que hay cinco o seis ejemplares que medran bien junto al Arroyo de la Almijara.
En el Mojón de las Diferencias
Cortijo Almijara
Zona umbría y fresca junto al arroyo
En el interior de Cueva Colica
Cueva Colica. Al fondo el Cerro del Gallo y el Cabañeros
Pasando por el Cortijo Cabañeros
Valle del Arroyo de las Golondrinas
Poza formada por el travertino en el Arroyo de las Golondrinas
Manuel en la poza
Vino solitario
Cruzando el río a la vuelta
Parnassia palustris
Poza casi colmatada