viernes, 12 de julio de 2019

13 de julio: Río Guadalmina

Río Guadalmina. 13 de julio de 2019.
Participantes: Luis, Jerónimo, Jesús R., Paco Ponferrada, Paco Zambrana y Jesús C.
Distancia recorrida: Unos 16 km
Desnivel acumulado: Unos 400 m

Desayuno en la Churrería de Fuengirola. Buenos churros, medianos molletes. MUCHAS GRACIAS a Paco Ponferrada por invitarnos al desayuno celebrando el día de su santo, mañana, día de San Francisco Solano.
De los tres coches que llevábamos dejamos uno en el faro de Calaburras y continuamos con los otros dos a Benahavis.
Antes de las 9, cuando llegamos, ya había coches y gente en el aparcamiento de la Virgen del Rosario. Nosotros continuamos y dejamos el coche en la calle paralela al río después de la rotonda de entrada de Benahavis.
Dejamos las mochilas en los coches, nos pusimos en plan de baño y, aunque no apetecía remojarse a esas horas tan tempranas, allá que fuimos a enfrentarnos con los cahorros.
El comienzo de los cahorros es una de las partes más difíciles porque el agua ha labrado pozas y deslizaderos en esa zona rocosa. Hay que entrar por la izquierda, sobrepasar el primer promontorio rocoso, luego bajar un buen escalón entre la roca y la ladera izquierda, para, finalmente, deslizarse con precaución hasta el cauce.
Recibimos así el primer contacto con el agua por debajo de la poza grande del comienzo. Agradecimos que el agua estuviera más bien templadita, calentita, y proseguimos muy despacio, asegurando cada paso en esas piedras tan resbaladizas, aprovechando alguna salida lateral fuera del agua para avanzar más.
Pronto entramos en la primera poza profunda. Nadamos en ella con alegría y soltura, todos excepto Jerónimo, que con gorra, churro y un gran bote de plástico para guardar la cámara, podía mover únicamente los pies.
Tomamos el recorrido con tranquilidad, deleitándonos en esas estrechuras, en ese gotear constante del agua por las paredes, en esos culantrillos y flores de viuda tapizando las paredes, en ese ir y venir constante de las lavanderas cascadeñas. Dejamos pasar a una pareja y luego a un grupito con un monitor que se dedicaban a saltar al agua de todos los riscos accesibles.
Disfrutamos de esas estrechuras, de esos pedruscos encajonados en la grieta del río, de ese trozo de cueva sin tan apenas luz, con múltiples paradas y fotos.
Aunque el agua estaba templada, al cabo de un rato todos estábamos tiritando. Por eso recibimos con tanta alegría unos rayos de sol que llegaban a una anchurilla. Nos recostamos en la piedra y tratamos de aprovechar cada caloría mandada por el sol. Nunca hemos recibido el sol veraniego con tanta alegría. Lo necesitábamos.
Nos deslizamos por la cuerda de la presa y atacamos la última, larga, estrechura del río. De vez en cuando nos cogíamos a los salientes rocosos para descansar. Aún así Paco Zambrana agradeció la ayuda del churro de Jerónimo para llegar hasta la playita final.
Recorrido precioso, inigualable, con poco caudal pero muy acumulado en pozas profundas. Nada que ver con los mansos, pacíficos, humildes, arenosos, ríos de la Almijara.
Terminamos con un descanso al sol que poco a poco nos hizo entrar en calor, pensando que nos hubiera venido bien un traje de neopreno para esta aventura.
Desde la Virgen del Rosario han hecho un sendero circular que baja al río, sube a la acequia y por una pasarela cruza el último tramo de los cahorros para ir a la carretera y a la ermita. Tomamos ese sendero a la acequia, caminamos un corto trecho por ella, pero luego la acequia está cortada por una valla llevando a la gente a continuar el sendero a la pasarela y a la carretera. Hay que sobrepasar la valla de la acequia para continuar por ella hacia el norte, hacia Benahavis.
Unas veces por el borde de la acequia, otras por el cauce y otras por el camino que han dejado en los trozos entubados, paseamos ese placentero recorrido llano, sombrío, con el alegre discurrir del agua al lado.
Por un carrilillo hecho por las máquinas del entubado de la acequia bajamos al lecho del río y lo cruzamos justo donde habíamos aparcado.
Para la segunda parte del recorrido fuimos con los coches al embalse de Benahavís, tomamos las mochilas y comenzamos a caminar por el carril paralelo al río por su margen derecha.
Dejamos enfrente la casa de Tramores, con un trozo de monte roturado que no supimos adivinar su función, y bajamos al cauce por uno de los carriles que van a Tramores.
Cerca estaba la primera poza del Guadalmedina. El objetivo de la mayoría era parar en una de esas pozas, bañarnos, almorzar, y regresar. Pero el objetivo de Jerónimo era subir a una pozas más altas. Continuamos pues río arriba, dejamos otra poza con hierba, sombra y una playita estupenda, llegamos a una nueva poza, Jesús creyó que llegaría el agua a la rodilla, se metió, resbaló y resultó que cubría bien; salió con parte de la mochila, cámara y gps mojados.
En una poza superior nos remojamos antes de subir al carril por una sendita. En el carril proseguimos, más allá de la portada de una finca particular, hasta el barranco de Alijar. Allí abandonamos el carril, tomamos el barranco formado por el Alijar al oeste y el Cerro Gordo al norte, y proseguimos por el Cerro Gordo. Dejamos atrás varias pozas, una de las cuales se sobrepasa por la ladera izquierda con mucha dificultad hasta llegar a la elegida para el almuerzo, con cascada de entrada, profunda, limpia, estupenda, y con sombra.
Aún subimos sin mochilas un poco más arriba a unos rápidos con bañeras individuales, último punto  explorado por Jerónimo
Comida junto al agua, a la sombra, excelente, como siempre, con pan parcialmente mojado esta vez, con cervecitas frescas primero y vinos manchegos de Almansa e Iniesta después. Tés variados para acompañar una tarta Selva Negra riquísima. De las más conseguidas en el obrador de Jerónimo.
Día de sol, de calor, de contrastes, tiritando en los cahorros y soportando el duro sol de verano en el Guadalmina alto. 

Poza de las Mozas

No queda más remedio que meterse en el río

Primar estrechamiento

El agua parece más clara que otras veces

Parece llover desde las paredes

Con cuidado admirando la majestuosidad del lugar

Toca nadar

Para salir a una zona de grandes bloques

Apenas un rayo de sol

ilumina

este estrecho labrado en las calizas

Grupo antes de adentrarnos en la zona más oscura


donde las paredes se tocan

Descanso

Como una cueva inundada

La luz se refleja en el blanco de las calizas

También  da tiempo a un ratito de charla

Afrontando una nueva zona de nado. Y van...

Rocas que parecen tocarse

Culantrillo de pozo

Tras pasar la presa toca el tramo más largo de nado

que con la ayuda de un churro se hace mejor

Puente de madera sobre la parte final

Sombra en la acequia

A ratos por el filo y a ratos por dentro

Río arriba desde la presa

Sorteando las pozas

a ver a quien le toca una

Aguas cristalinas

y pequeñas cascadas

con algún tramo más llano

hasta llegar al esta poza profunda y con sombra

Aunque  algunos siguieran explorando

hasta llegar al un "jacuzzi" individual 

donde nos metimos  cuatro

Un baño antes de comer

Una Selva Negra un poco especial

Último baño en la poza de la cascada

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