Participantes
en la primera parte: Miguel, Paco, Pepe, Antonio, Victoria y Jesús. En la
segunda se sumaron Pedro y Ricardo.
Distancia
recorrida: 15,5 km
Desnivel
acumulado: 1190 m
Desayuno
en el bar El Cruce en la carretera a Benamargosa. Aceptable
El
principal objetivo del día era tomar unas migas en casa de nuestro amigo Pedro
en Alcaucín, pero antes queríamos hacer un poco de apetito.
Desde
casa uno planea rutas que luego son imposibles de cumplir. Queríamos ir de
Alcaucín a la Torrecilla, a los Pradillos, a las fuentes de la Haza del Cañuelo
y del Espino, para terminar en el Alcázar. Otra propuesta era desde la
Torrecilla ir al puerto del Pico, bajar a los Charcones y por el collado de la
Zorra salir al Atalayón y al camino de Canillas a Alcaucín. Más larga aún. Y
después el día da para lo que da.
Salimos
por la senda detrás del cementerio de Alcaucín escuchando a Victoria contar las
mil y una cosas de Bolivia, de los recorridos, de las gentes, de los
alojamientos... En la cuestecilla íbamos que no podíamos respirar y ella
charlando tan tranquila. ¡Vaya potencia! El sol iba ganando terreno sobre los
olivares de Periana y Alcaucín con un contraste precioso entre la luz y las
sombras en esa campiña repleta de olivos y de casas. De vez en cuando parábamos
para recrearnos con el espectáculo. ¡Qué cosas tan bonitas nos ofrece la
Naturaleza a diario!
Pasamos
por el colladillo del cerro del Mosquito, por el Matorral y desembocamos en el
carril por el Descansadero Altero. Poco descansamos, sólo reagruparnos, y nos
internamos en el matorral que está invadiendo la senda al collado del Aguadero.
Y del Aguadero hacia la Torrecilla. Algunos hacía muchísimos años que no
pasábamos más allá de la curva donde sale la sendilla al barranco de la
Colmena.
Poco
a poco ganábamos perspectiva sobre la zona entre el Alcázar y la llanura de
Zafarraya, al norte, y en alguna curva sobre Periana, Colmenar, Camarolos y
Torcal. También, con la altura, el viento ganaba en intensidad. Tuvimos que
sacar los cortavientos y en algunos momentos eran tan fuertes las rachas que
casi nos llevaban. Por eso en la Torrecilla disfrutamos poco de las vistas a la
Axarquía y al mar.
Cambiamos
de dirección al este, hacia el puerto del Pico y entonces fue el Pico de la
Tejeda el que nos alegró la caminata con su manto blanco. Por aquí nunca hubo
senda marcada y ahora ya hay alguna traza fruto del paso de senderistas. Eran
casi las 12 y aún no habíamos llegado al barranco de los Polvijeros. Tuvimos un
conciliábulo y decidimos tomar un Ángelus ligero y regresar porque no teníamos
tiempo para más.
Dicho
y hecho. Tomamos un mostachón, unas almendritas y una hojaldrina al abrigo de
unas sabinas y con el viento amainando desandamos el camino bajando por el
mirador de la Glorieta, a la fuente de Carrión Alto y a las escuelas cuando
salían los niños de clase.
En
casa de Pedro nos esperaba también Ricardo. Sabido es que cuando tocan a comer
la gente se apunta más que a trabajar o caminar. Preparamos unos aperitivos con
lengua en manteca, morcilla, chacina de Aracena (faltaba la de León),
ajobacalao, tomate, aguacate, gambitas, cardo, ensalada cateta…y quizá alguna
cosa más. Luego un par de platos de migas deliciosas y para terminar unos
dulces navideños. Ah! Y todo regado con caldos excelentes.
Tenemos
que fichar a Pedro, no para caminar por ahora, sino para cocinar y para
organizar esas comidas disfrutando de las charlas y chascarrillos que siempre
tiene tan oportunos.
En la cuesta a la Torrecilla
Olivares y casitas
La Axarquía y la Sª de Alhaurín
La Mesa de Zalía rodeada de casitas
En la Torrecilla aguantando el vendaval
Hacia el puerto del Pico con el Pico de la Tejeda al fondo
Doñana, Fraile, Camarolos y Chamizo
Zafarraya a través del Boquete
El Alcázar desde el collado del Aguadero
En el mirador de la Glorieta
Comida en casa de Pedro
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