Participantes: 9
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María Victoria, Luci, Jesús, Antonio Sanchez, Antonio Usieto, Paco Hernando, Miguel Gonzalez, Miguel Angel y Manuel Díez
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Distancia recorrida:
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27 kilómetros
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Desnivel de subida acumulado:
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1.760 metros
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Altura mínima: 700 metros (Fábrica de la Luz de Canillas de Albaida)
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Altura máxima: 1.470 metros (Cresta de los Civiles)
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Tipo de recorrido:
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Circular.
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Desayuno en Caleta. Felicidades a Miguel en su cumpleaños y
gracias por la invitación al desayuno.
Habíamos programado una excursión de medio día porque
esperábamos a Pedro Aguilar a comer en la Fábrica de la Luz. La idea era subir
por la fuente Borriquero a la Atalaya, al Cerro Verde, llegar a Puerto
Blanquillo y bajar a la Fábrica. Pedro no pudo venir e iniciamos la ruta
propuesta con el fuerte repecho hasta la pista de Canillas-Salares, cerca de la
casilla de Buenavista. Un rato de carril y paradita en fuente Borriquero.
La senda a la Atalaya está muy bien y bastante utilizada.
Llegados a la cresta alguien dijo que había que subir a la Atalaya. Unos con
mochila y otros sin ella todos, excepto Antonio de Fornes, trepamos al nido de
águilas de la Atalaya y allí nos solazamos un buen rato con las vistas. Nos
animamos teniendo delante todo el panorama de la sierra y puesto que Pedro no
venía, alguien dijo de ir por el Hornillo a la cresta de los Civiles. Recogimos
la propuesta, unos más alegres que otros, en proporción inversa al conocimiento
de la ruta sugerida.
Subimos al Cerro Verde donde esperábamos encontrar a Antonio
de Fornes pero se había cansado de estar allí y había continuado. Luego
aguardaba en el collado Solapón porque no sabía qué senda tomar.
En un pino sobre Collado Blanquillo paramos al Ángelus.
Continuamos luego al collado de las Flores y de él a enfrentarnos con la cuesta
del collado de los Hornillos. La subimos bastante bien, con una ligera pájara
de Victoria y otros quejándose del calor. Reagrupados volvimos a discutir si ir
por los Civiles o por Puerto Llano a la cantera. Se decidió optar por la
novedad y nos echamos a la senda con ánimo.
Encima del arroyo Zarzalillo disfrutamos de las vistas,
cruzamos el barranquillo erosionado bajo el Lucerillo y de nuevo a regocijarnos
con esa sucesión infinita de crestas y valles, al este esta vez, con Venta
Panaderos allá abajo. A todos nos gustó el complicadillo paso del barranco y
las maravillosas vistas.
Encargamos a las chicas la búsqueda de un buen restaurante.
Nos acomodaron a un lado del collado Bartolo, entre rocas y ladera. No es que
fuera un sitio excepcional, pero tenía buenas vistas y no había nada mejor
porque en esa cresta no hay un palmo llano. Con la debida parsimonia se
prepararon las ensaladas de tomate y tropical mientras despachábamos esas
cervecitas fresquísimas tan deseadas durante el caluroso trayecto. Luego
comenzaron los aperitivos con gambitas, chorizo y cecina, después revuelto de
setas, habitas, filetillos, albóndigas, quesos…y qué se yo. Con la tarta de
María Victoria, el té de Miguel y los orujos de Manolo ya no llegamos a los
bombones de Antonio. Para otro día. En el capítulo de los vinos, un Bancal
blanco joven y fresquito que entraba de maravilla y un riojita después.
Pasamos por el collado de los Bojes y emprendimos el descenso
casi vertical al cortijo del Mirlo. A esas alturas Trango tenia los pulpejos
destrozados. Se le hizo una cura de urgencia pero no hubo manera de sujetarle
la protección en las patas.
En el arroyo Zarzalillo nos reagrupamos y refrescamos
cabeza, pies y gaznate. Con ese descansito afrontamos el largo carril hasta el
comienzo de la loma del Daire, loma que tomamos todos… menos Antonio de Fornes
que se había adelantado y tenía el teléfono en modo avión; parece que la
azafata se lo había exigido. Luego llamó, le dijimos dónde comenzaba la senda y
dio marcha atrás para subir por la loma
de venta de Cándido a los Pradillos y al collado Cávila
donde comienza el largo carril que baja a la pista Canillas-Salares. Trango no
podía caminar. Decidimos que perro y dueño se quedasen en la unión del carril
con la pista mientras el resto bajábamos a la Fábrica y subíamos a recogerles.
Bueno, ese procedimiento entre personas ya de cierta edad lleva su buen rato de
discusión, entre tanto pasó un todoterreno, paró y recogió a Miguel y a Trango.
El resto del pelotón hicimos el trayecto por la pista al
comienzo de la senda. Se nos hizo eterno porque además parte del personal no
llevaba agua y tenía la garganta como un estropajo.
Ya en la Fábrica nos resarcimos con holgura del agua que nos
había faltado.
Así es cómo de una excursión de medio día salió otra de día
y medio que nos hizo llegar a casa más de las 10.
Iniciando la subida desde la Fábrica de la Luz de Canillas de Albaida
En la fuente Borriquero
En el cortafuegos de la Atalaya
Subiendo a la Atalaya, al fondo la Maroma
En la cima de la Atalaya
Bajando de la Atalaya
En el Vértice Geodésico de Cerro Verde
Por la senda del Hornillo
En la Cresta de los Civiles
Las niñas trepando por los Civiles en busca del restaurante
Los vinos, las cervezas en la nevera
El restaurante
Bajando por los Civiles
Momento para hidratarse en el arroyo Zarzalillo
Descanso en la Venta los Pradillos
La larga ruta
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