Participantes: 9
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Paco Hernando, Pepe Ranea, Antonio Muñoz, Antonio Sanchez, Antonio Usieto, Miguel Gonzalez, Jorge, Jesús C. y Manuel Díez
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Distancia recorrida:
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17 kilómetros
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Desnivel de subida acumulado:
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1.240 metros
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Altura mínima: 1.450 metros (Trevélez)
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Altura máxima: 2.535 metros (Peña de los Papos)
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Tipo de recorrido:
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Circular
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Desayuno
en Órgiva. En el bar de costumbre, grandes tostadas y excelente precio.
En
la Maroma había nevado dos días antes y la nieve estaba a poco más de 1000 m.
Con ese precedente íbamos hacia Trevélez temerosos de encontrar nieve ya en el
pueblo (está a más de 1400 m) y tener que buscar una alternativa para el paseo
semanal. Pero en cuanto dimos vista a la Alpujarra desde la autovía ya vimos
que la nieve estaba muy alta. Allí no había caído nada de la lluvia-nieve del
lunes. Y tan poca nieve había que en vez de hacer el trayecto del río Trevélez,
propuesto por Antonio para evitar subir demasiado, decidimos atacar la peña de
los Papos con sus 2535 m.
Salimos
de Trevélez por el río con un día magnífico: fresquito pero sin viento y con el
cielo totalmente despejado. La senda va subiendo despacio y aún así pronto hubo
que parar para quitarnos ropa. Atravesamos la acequia de Cástaras y los
barrancos de Peñabón, la Isla y las Chorreras, todos con su chorrillo de agua,
mientras al frente teníamos el precioso espectáculo de las cumbres nevadas
presididas por el Horcajón.
Después
del barranco de las Chorreras, en un pedrusco encima de la fuentecilla, un
letrero nos daba la bienvenida a la “República independiente de Huai”. Nos
quedamos un poco sorprendidos y continuamos ascendiendo a la era y al cortijo.
Antonio conocía al del cortijo y se adelantó a saludarlo yendo el resto poco
después. Allí estaba Juan y su mujer, una rusa con buen español y de buen ver,
sacando al ganado de los establos. Ellos constituían todos los miembros de la
“República independiente”. Se tomaban con excelente humor eso de vivir en las
precarias condiciones del cortijo y aún alguno de los caminantes imaginó el
aliciente que supondría las muchas horas de noche con la rusa.
Hasta
el cortijo de Huai llega buena senda. De allí en adelante está casi totalmente
perdida aunque esto no supone hándicap alguno llevando a Antonio, quien nos
guió de bancal en bancal al cortijo de Prados Grandes, que en verdad tiene unas
buenas praderías, a la fuentecilla y alberquita marcada por un sauce y al
colladito de la era al norte de la fuente. El matorral de piorno morisco ha
borrado casi totalmente la antigua senda, así que siguiendo las veredillas de
las vacas subimos a la Plaza de los Lobos donde paramos al Ángelus y disfrutamos
del paisaje blanco, invernal de Mulhacén , Alcazaba, Vacares, Cuervo, Justicia,
Covatillas y Horcajón, imponentes y altaneros, recortados contra el cielo .
Para entonces el viento del norte se dejaba notar, fresco y con rachas fuertes.
Del
Ángelus salimos bien abrigados para subir el repecho que nos separaba del
collado de Gualda por donde pasa la acequia de Bérchules. Suavizamos la subida
yendo primero al noreste, pero en vez de ir después al sureste, al collado de
Gualda por la pedrera, evitamos ésta yendo al este y tomando a pecho la subida
a la acequia. Resoplamos de lo lindo y nadie se quejaba de frío, en cambio en
el tramo por la llana acequia al collado de Gualda salieron guantes y polares
por doquier.
En
el collado, al abrigo de unas rocas, nos reagrupamos para continuar al sur
hacia la peña de los Papos. En vez de seguir la cresta buscamos la ladera este
para protegernos del viento, ascendiendo paulatinamente, entre roquedos y zonas
despejadas. Las altas cumbres se comenzaron a cubrir de nubes y el viento seguía
zumbando de lo lindo. La temperatura estaba entre 0,1 y 0,5ºC, fresquita. Y
fresquita seguía cuando llegamos al vértice de los Papos y nos detuvimos un
poco, solo un poco, para las obligadas fotos. Iba siendo la hora de almorzar y
a todos nos daba un poco de miedo pararnos y sentarnos con ese frío. Pero Trevélez
estaba muy lejos y no había otra alternativa.
Al
lado de la manga para coger cabras buscamos un roquedo orientado al sur, nos
pusimos encima todo cuanto llevábamos y nos sentamos en hilera contra la roca.
Mientras sacábamos y preparábamos el condumio cayeron unos entre copillos y
granicillos que no auguraban nada bueno. Con el frío Antonio se levantó y Jorge
y Pepe lo imitaron comenzando a deambular frente a los que permanecían
sentados. El frío arreciaba y el termómetro marcó -0,6ºC. Poco disfrutamos de
las excelentes viandas y de los ricos caldos. Tomamos el té mientras recogíamos
los bártulos y enseguida proseguimos la caminata con la esperanza de entrar en
calor.
Ya
en Peñabón el frío se podía soportar aunque las cumbres se habían cubierto de
nubes blanquecinas y oscuras anunciadoras de frío y nieve. La tarde era perra.
De Peñabón parten dos sendas al Molino Alto de Trevélez: la de la Umbría y la
de la Solana. En esa tarde invernal la elección era clara ¡a la Solana! Peñabón
nos protegió del viento y luego el pinar y el encinar. Con la mejora de las
condiciones atmosféricas mejoró el humor y aún hicimos un poco el ganso en unos
peñascos fotografiándonos con Trevélez y el alto del Chorrillo de fondo. El
tupido encinar debajo de Peñabón nos gustó mucho y con él desembocamos en la
acequia de Cástaras, en el barranco de Peñabón y en el Molino Alto para cruzar
el río y entrar en el pueblo.
Antes
de regresar se dijo de tomar una cervecita pero excepto Jorge, en vez de
cerveza lo que pedimos fue cafés e infusiones para calentar el cuerpo.
Bonito
recorrido, en un día que comenzó excelente y fue empeorando haciéndonos sentir
los rigores del invierno serrano.
Cruzando el Río Trevélez
Aparecen las primeras nieves
Subiendo ordenadamente
Por la Acequia de Bérchules
En el collado de Gualda
Llegando a la Peña de los Papos
Vista de las cumbres nevadas: Mulhacén, Alcazaba, Vacares, Cuervo
En el Vértice Geodésico de la Peña de los Papos
Iniciando la bajada
Los vinos
El restaurante "Bajo Cero"
Continuamos la bajada
Fotos en la peña encima de Trevélez
La llegada a Trevélez
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