Participantes: 18 | Luis, Nori, Pili, Paco Ponfe, Germán, Jesús R., Paco Z., Lola, Carlos, Paco Ruiz, Lily, Mª José, Pilar, Joaquín, Ricardo, Jesús C., Tere y Jerónimo. |
Distancia recorrida: | 17 kilómetros |
Desnivel de subida acumulado: | 715 metros |
Altura mínima: (125 m – Pantanillo del Guadaiza) | Altura máxima: (456 m – Merendero Meliche) |
Tipo de recorrido: | Circular. |
Tipo de camino: | Veredas y carriles. |
Desayuno en La Esquinita de Fuengirola, buenos pitufos y rebanadas con aceite, tomate, jamón, etc. A 3,5€ aproximadamente.
Aparcamos junto a la presa del
embalse del Guadaiza, embalse construido para recoger el agua del Guadaiza
además de la que le llega del trasvase del Guadalmina y enviarla hacia el
embalse de la Concepción. Oficialmente parece denominarse Pantanillo de los
Tres Ríos, y así viene en Google Maps.
Partimos cruzando la presa del
embalse subiendo un poquito por el arroyo del Alisal para atravesarlo por
encima de la enorme tubería que viene del Guadalmina y arroja un gran caudal al
embalse; aún así el embalse estaba vacío, se ve que conforme llega el agua se
bombea a la Concepción.
Sigue la ruta por la orilla del
embalse, hacia el norte, entre unos sauces tremendos, sin embargo, no vimos
alisos, a pesar del nombre del arroyo atravesado. Pronto dejamos la orilla del
embalse para comenzar a subir por la empinada senda que remonta el valle por la
vertiente derecha, pronto también comenzaron a oírse motos y, a poco,
aparecieron dos de ellas subiendo por nuestra senda. Tuvieron que detenerse
porque motos y caminantes no cabíamos en la trocha, hasta que pudimos
apartarnos y dejarles paso; ellos subieron como balas dejándonos el perfume de
los escapes de las motos, lo que se les agradeció.
La senda se une a otra que viene
desde el carril superior cortando la ladera de sur a norte y hacia el norte
fuimos por la senda, bastante llana, que permitía disfrutar del panorama. Todo
el valle del Guadaiza está cubierto por un bosque bastante tupido de pino
resinero, quejigos y alcornoques, con algunos ejemplares enormes. Es un gustazo
caminar por ese bosque húmedo, entre árboles señeros y sotobosque no tan
agradable de erguén, aulaga y brezo blanco.
La senda remonta el lomo de la
Mezquita, atraviesa el arroyo de Las Alberquillas para llegar a una zona donde
un cartelón advierte “Peligro, abejas”. Hoy estaba el colmenero trabajando en
las colmenas, debidamente protegido con su traje y careta. En cuanto nos vio
comenzó a dar gritos para que retrocediéramos porque como estaba trasteando con
las colmenas las abejas estaban revolucionadas y eran peligrosas.
Le hicimos caso, claro. La
alternativa a la cómoda senda era trepar por la ladera a buscar el carril del
Caserío de las Máquinas. No tuvimos paciencia para buscar alguna sendilla
retrocediendo por donde habíamos venido, sino que afrontamos la empinadísima
ladera, cada uno por donde pudo, intentando progresar hacia arriba sin
resbalar, agarrándonos a los brezos, troncos, piedras… a cualquier cosa que nos
diera un poco de estabilidad.
Con gran esfuerzo subimos yendo a
parar a la majada del Almendro, bajo la cual descansamos e hicimos el Ángelus.
Las abejas nos habían añadido casi media hora de trayecto, un desnivel de 60 m
y un notable esfuerzo.
En la majada tomamos el carril
del Caserío de las Máquinas, descendiendo, atravesamos el arroyo de los
Hornillos, y poco más abajo dejamos el carril por una senda de motos
descendente. Senda y carril se unen en el río, en el Cortijo de Las Máquinas.
La senda no abrevia sustancialmente el recorrido por el carril, pero siempre es
más agradable caminar por senda, aunque en ambos casos se va sumergido en el
bosque.
El cruce del Guadaiza siempre
pone un punto de aventura. Suele haber piedras a modo de vado y, si se tiene
buen equilibrio, se puede intentar pasar el río por ellas como hizo parte de
nuestra cuadrilla. Las piedras son muy resbaladizas, por eso, para evitar
caídas, otros cruzamos el río por el agua que no suele sobrepasar la altura de
la bota. Y hubo quien, previsoramente, vino equipada con chanclas para pasar el
río.
El cortijo de Las Máquinas tiene
tierras a un lado y otro del río. Parece ser que era la dehesa del Conde Duque,
con más de 3000 ha, y que para lavar mineral en busca de platino se instalaron
lavaderos y máquinas de donde proviene el nombre actual.
El cortijo nos recibe con unos
bancales de cítricos, abandonados, con mandarinos y naranjos principalmente,
mandarinos de los que se surte Jerónimo para las deliciosas tartas que nos
trae. El terreno es llano, muy agradable para hacer allí el almuerzo. Se
discutió si proseguir o almorzar allí y al final se impuso la tesis de
continuar caminando para quitarnos antes del almuerzo al menos una parte del
repecho que nos esperaba.
El carril pasa por detrás de las
ruinas del cortijo, donde estaban haciendo una barbacoa, baja a un barranquito
y comienza a ascender con mucha inclinación. Nosotros, que no conocíamos ese
carrilillo, nos metimos por la ladera detrás del cortijo, por un repecho
inmisericorde, como si no hubiéramos tenido bastante con el hecho para evitar
las abejas, para después bajar a la huella del carril y con él continuar por la
vertiente izquierda del río hacia arriba.
Nos animamos tanto con la
caminata que ya nos detuvimos a almorzar en la parte alta del carril,
aprovechando el sol y sombra del cortafuegos de una línea eléctrica. Cuando
vamos tantos como hoy no hay manera de formar un rolde, cada uno se acomoda
donde le apetece y los últimos van rellenando huecos. Es imposible relatar la
cantidad de platos que salieron de las mochilas. Además, algunos no llegaban de
un lado a otro. Diré que fue un ágape excelente, a lo que ayudó que era tarde y
teníamos apetito.
Con pena nos levantamos del
restaurante para continuar nuestro camino. Lo que nos quedaba era todo llano o
en descenso. El esfuerzo estaba hecho. Nuestro carril se une a la pista que
sube al puerto de la Refriega a la altura del mirador o merendero Meliche,
donde se da vista al valle del río Verde. Tomamos la pista al sur, llaneando o
descendiendo. Paralelas a la pista hay veredas de motos que sirven también para
caminar, pero en esta ocasión preferimos la pista porque se avanza con más
rapidez.
Dejamos a la derecha la casa de
Fuensequilla, también en la zona del Meliche, para poco más abajo dejar la
pista por un carrilillo devenido en senda que baja al embalse.
Ninguno habíamos hecho el camino
de Las Máquinas al embalse por la ladera izquierda. Nos resultó agradable,
cómodo y rápido porque por carril y pista se camina más deprisa. Ya tenemos una
ruta circular para el futuro.
Día agradabilísimo, quizá con más
calor de la que hubiéramos deseado, por un bosque variado, con tremendos
ejemplares de árboles. Preciosa excursión.
Me apunto. Con vehículo si fuera necesario.
ResponderEliminarTenemos intención de ir
ResponderEliminarPaco Ruíz sé apunta.
ResponderEliminarJoaquín y Pilar vamos, encantados como siempre
ResponderEliminarLola V y P. Zambrana nos apuntamos, con coche si fuera necesario.
ResponderEliminarLily también se apunta.
ResponderEliminarNosotros también vamos
ResponderEliminarVoy
ResponderEliminarYo también. Ricardo
ResponderEliminarJesús se apunta. A las 7 en la Ortíz. Si os parece que Paco y Lola recojan a Lily, y Carlos a Ricardo y a Jesús en la Ortíz. Nos juntamos todos con los de Vélez en el antiguo Día a las 7,05 y si cabemos en dos coches vamos en dos.
ResponderEliminarOk
EliminarVale
EliminarOk
EliminarMe apunto también, si ya están organizados los coches, ofrezco el mío también. Mari Jo
ResponderEliminarMari Jo, nos vemos en el aparcamiento del antiguo Día y nos repartimos en los coches. Hasta el sábado. Jesús
ResponderEliminarJerónimo y yo vamos.
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