jueves, 31 de octubre de 2024

Sábado 2 de noviembre: El Cielo desde el Río de la Miel

Participantes: 11
Jesús C., Tere, Paco P., Luis, Paco R., Germán, Pilar, Joaquín, Carlos,  Ricardo y Jerónimo
Distancia recorrida:
13,7 kilómetros
Desnivel de subida acumulado:
1210 metros
Altura mínima: ( 510 m – Carretera Río de la Miel)
Altura máxima: (1560 m – Prox. Alto de la Cuesta del Espartal)
Tipo de recorrido:
Una parte circular y otra lineal, de ida y vuelta.
Tipo de camino:
Veredas más o menos marcadas y un tramo de carrilillo casi sendero.


Desayuno en la gasolinera de Nerja, con un camarero amable, y aceite de dos tipos en las mesas, lo que dulcifica la mala calidad del pan.

Bienvenidos Pilar y Joaquín después de una larga temporada sin caminar juntos. Un placer que os unáis al grupo.

Aparcamos en los pocos espacios que hay en la carretera a la altura de donde sale el carril a la cueva de Gonzalo que está cortado con una cadena, pero bien se podía haber aparcado en el carril porque poco más arriba un desprendimiento corta el carril, de modo que está inhábil para vehículos.

Comenzamos a ascender por el carril de la Cueva de Gonzalo, en una mañana sin viento, cálida, con nubes y claros, con la tierra mullida por el agua caída en estos días anteriores, con algunas violetas arbóreas ya florecidas dando la bienvenida al otoño.

El carril, sin uso, lleva a la derecha el profundo barranco del Espartal y lo cruza más arriba, debajo de la cueva de Gonzalo, justo donde lo dejamos, para tomar a la izquierda los vestigios de un carrilillo, devenido en senda con zarzas, que subía a la cueva de Gonzalo. Sobre nosotros unos impresionantes tajos, con abrigos que sirvieron para guardar ganado, de ahí el nombre de Agujero o Cueva de Gonzalo, que quizá fuera uno de los cabreros que habitó esa covacha. Hubo un tiempo que se hicieron carriles a mansalva que luego no se han utilizado. Uno de estos fue el que hemos recorrido y, más aún, el que subía a la misma cueva de Gonzalo.

Las cuevas, los tajos, un impresionante algarrobo, y un puertecillo entre dos roquedos por donde pasa la senda componen un entorno agradable y bonito, en parte deslucido por la estrechez de la senda y las zarzas que la acompañan. Pero la gente usa la senda porque la encontramos abierta y pisada.

La senda deja la cañada del Barranco del Espartal para entrar en la pequeñita del Barranco Moreno que nos acompañará hasta el puerto del Madroño. En las paraditas que hacíamos en esta zona disfrutamos al este de los dos enormes peñones que conforman los Castillejos y de la loma de las Cuadrillas que separa los valles de los ríos de la Miel y Jate.

De lo que debió ser un gran cortijo, el Cornocalejo, quedan unos avejentados olivares en la zona más llana y unos cuantos muros cada vez más derruidos. Paramos en la fuente de Cornocalejo que manaba un hilillo de agua, pequeño, aunque suficiente para probarla y rellenar alguna botella.

De la fuente la senda sube al puerto del Madroño, muy empinada, y a tramos convertida en barranquillo por el agua. Subimos despacio y en el puerto hicimos un descanso para que Tere se recuperara de una pájara que había sufrido subiendo, descanso que empalmamos con el Ángelus. Teníamos ante nosotros una panorámica extraordinaria: a la izquierda los tajos del Aguilón y de los Gigantes, con los Castillejos más abajo. A la derecha la costa con sus calitas y reflejos, y el roquedal de la Cabeza del Caballo rodeado de un espeso matorral de jara porque allí afloran los esquistos en una pequeña área, y allá abajo la hoya del río de la Miel.

Continuamos el camino por la cresta, en dirección norte, hacia el Morrón de los Pinos que, efectivamente, tiene un puñado de pinos que se salvaron del incendio, dejando a la izquierda la senda hacia La Civila. En el cruce de Pino Rayo dejamos a la derecha la senda al puerto de la Orza y continuamos ascendiendo en dirección a los pinos del Morrón hasta que la senda gira un poco a la izquierda y llanea a buscar el lecho del barranco de los Madroños.

Aquí termina la senda tradicional y por la ladera derecha del barranco sube a pecho una nueva, de montañeros, sin un triste zigzag que suavice la subida. No obstante, la senda está pisada y con mojones abundantes que evitan despistes hasta el collado de la Minilla Herrera, ya en la cuerda del Cielo, donde tomamos a la izquierda la sendilla de la cresta en dirección al Cielo.

El levante mete nubes en estas crestas y la niebla iba y venía dejando entrever, de vez en cuando, la enorme panorámica desde el Cielo. Ricardo encontró a un compañero del Instituto quien nos ayudó a hacer la “foto de familia” en el Cielo.

Paramos poco en el Cielo porque el vientecillo era fresco. Volvimos sobre nuestros pasos perdiendo la senda de vez en cuando, tan poco señalada está, al collado de la Minilla de Herrera donde encontramos la senda al noreste, hacia el collado de los Piornos, entre los cerros de los Piornos a la izquierda y el Morrón de los Pinos a la derecha. Y en una zona de lajas lisas debajo del collado paramos a comer.

Nos acomodamos en hilera aprovechando como asientos uno de los escaloncitos de la laja, y comenzó el acostumbrado baile de fiambreras. Langostinos, jamón, salchichón, hummus de berenjena, ensalada de cogollos, tortilla de patata, judías verdes, coliflor, brócoli, pollo guisado, costilla de cerdo y quizá algo más que olvido. Quesos de Júrtiga y cheedar y la ya tradicional tarta de Jerónimo, esta vez de zanahoria, con té calentito. En el capítulo de los vinos, dos de Portugal, del Alentejo, uno Verde y el otro tinto, más otro de garnacha aragonesa. Y aún quedó una botella sin abrir.

Coronamos el collado de los Piornos y la sendita rodea el cerro de los Piornos hasta el puerto de la Orza donde tomamos la senda al sureste, por el principio de la cañadita que luego se convertirá en el barranco del Espartal, con el tajo del Cuchillón a la izquierda y la loma de Pino Rayo a la derecha. Esta sendita resultó mucho más agradable que la subida de la mañana para salir del barranco de los Madroños.

La senda gira al oeste dando la vuelta a la loma de Pino Rayo, llega al cruce de Pino Rayo y baja al collado de los Madroños donde nos reagrupamos para emprender el empinado descenso a la fuente del Cornocalejo.

El día iba cayendo. Era claro que no teníamos luz para llegar a los coches. Salieron dos o tres frontales y algunas linternas de móviles y con esa luz, en fila india, a modo de la Santa Compaña, bajamos por la cueva de Gonzalo y por el carril posterior hasta los coches.

Excelente día para caminar y bonita ruta por las vistas. Hemos de programar rutas más cortas o calcular mejor la hora de llegada a los coches para evitar caminar de noche.

La subida desde la carretera por el carrilillo

Violeta arbórea

La cueva de Gonzalo queda allá arriba

Los tajos y aquel nido que aún permanece en un lateral

Junto a un viejo algarrobo

Puertecillo entre dos peñascos verticales

Arriba, sobre nuestras cabezas, asoma la Cabeza de Caballo

Entre aulagas, romero, jara y esparto

el camino asciende

hasta dar de bruces con el derruido cortijo de Cornocalejo

que rodeamos

para alcanzar su fuente unos cuantos de metros más arriba

La fuerte subida al Pto. del Madroño

donde Tere se hizo acompañar de una visible pájara

Ya vemos el Cielo

y las crestas calizas -tajos del Aguilón y de los Gigantes- que bajan hacia la costa granadina

Algo más repuestos

y con algo más de combustible

emprendemos la subida hacia el Morrón de los Pinos

Con alguna que otra parada

nos internamos en el Bco. del Madroño -que no vimos-

para encaramarnos a la cresta

y seguir la senda apenas marcada

que nos conduce sin pausa

pero sin prisas

a la cumbre del Cielo

A ratos el sol quiere calentar este cielo más que fresco

Vistas a los profundos barrancos que se abren al norte

Oteando el posible camino

que nos lleve a un buen restaurante, soleado y sin viento

Vinos al romero

Emprendemos la vuelta

hacia el Collado de la Orza

salvando algún que otro pequeño tajillo

Panorámica al norte desde el Collado de la Orza, con el Navachica al fondo

La niebla quiere acompañarnos

en la bajada

Va y viene acariciando la Cabeza de Caballo

para quedarse en la bajada del Pto. del Madroño

Llegando de nuevo al cortijo el anaranjado de la luz anuncia un pronto apagón

y así, como otros años en esta época, la noche nos coge en el camino, pero llevamos frontales, linternas

y al guardián de la cadena

Mapa de la ruta

13 comentarios:

  1. A lo que sea me apunto. Con coche si fuera necesario. Tengo que darle salida al pisto que ha hecho mi querida esposa.

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  2. Paco Ponfe se apunta con paraguas si fuera necesario. Aunque solo sea por probar ese pisto.

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  3. Nos apuntamos a caminar, a comer pisto y a ver el campo húmedo.

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  4. Jesús se apunta. A las 7,30 en la Ortíz. Carlos ¿llevas coche?

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  5. Mañana voy solo. Si os organizáis entre vosotros puedo recoger a cuatro en el ingenio. Ya me decís algo.

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  6. Tengo intención de ir. Nori quizás.

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  7. Aceptando propuesta de Paco propongo, Jesús y yo ir en mi coche al aparcamiento junto a la gasolinera del Erosky y encontrarnos allí con Germán para irnos con Paco a las 7:30. En la Ortiz 7:25

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  8. Aunque algo tarde, me apunto. Ricardo

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  9. Paco Ruíz sé apunta tardísimo.

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  10. Entonces tres en Ortiz y tres en Gasolinera Erosky, supongo.

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