Participantes: Paco Zambrana, Paco Ruiz, Germán y Jesús
Distancia recorrida: 21 km
Desnivel acumulado:520 m
Desayuno en Ojén, en la carretera, en un bar de nombre vasco. Muy buena atención, con buenas tostadas a un precio razonable, menos de 3€
Comenzamos a caminar en el cruce
de los caminos de Siete Revueltas y del Vacal. Desde este lugar, echando la
vista al este, lo primero que impresiona es la inmensa sierra Parda de Ojén. El
plegamiento de la Alpujata dejó al norte de la cordillera sólo una ladera más
bien estrecha hasta encontrar la sierra Blanca de Coín, al otro lado de la
Albuqueria, en cambio hacia el sur hay una enorme extensión de sierra llena de
valles y crestas, la que nos disponemos a conocer.
Comenzamos descendiendo por el
valle del arroyo Jobretín, con un área de huertas aprovechando el agua del
arroyo y sin asomo de otras tierras cultivadas fuera de ese pequeño enclave.
Conforme descendemos va llegando cada vez con mayor claridad el murmullo de las
aguas del Jobretín mientras al frente el cerro Linarejos va tapando el
panorama. Cruzamos a la ladera izquierda del arroyo y desde un cerrillo damos
vista al valle de Linarejos, un valle amplio, llano, con sus casitas y huertas,
rodeado de montañas, surcado por el arroyo Jobretín, un valle idílico, fruto de
la falla geológica donde terminan las peridotitas de la Alpujata y comienzan
los gneises de Elviría-Las Chapas con su precioso alcornocal. En el centro del
valle el Jobretín traza un par de meandros, uno de casi 360º, antes de salir
por el este.
Del valle del Jobretín pasamos al
de la Majá del Hinojo. Lo novedoso en
este valle son los numerosos restos de excavaciones mineras, especialmente en
el cerrete a la izquierda sobre el arroyo que trae un buen chorro de agua
cantarina.
Un vado facilita el cruce del arroyo, dejando a la izquierda los restos
mineros (hay plaquitas de mica en la misma pista) y llevando a la derecha la
desembocadura del arroyo Majá del Hinojo, ya cruzado, en el de la Majá de la
Parra, al que vamos; este de la Maja de la Parra se une al Jobretín por debajo
del valle de Linarejos para formar el río de Ojén.
Cruzadas las aguas del arroyo de
la Majá de la Parra ascendemos por la ladera izquierda hasta el collado en la
separación de Ojén y Mijas. A nuestros pies el valle del arroyo del Laurel que
va al este, hacia el río de las Paradas, sobre él el edificio blanco del centro
de drogodependencia de Mijas y más allá, dominando el panorama, el macizo de la
sierra de Mijas, y a sus pies las urbanizaciones de Valtocado, Alquería, Mijas
la Nueva, etc.
Tomamos el camino del Vacal que
va por la parte alta de los valles con excelentes panorámicas sobre ellos. El
primero, el de la Majá de la Parra, tiene abajo una casa con su poco terreno de
labor y arbolado alimentado con el agua del arroyo, cuya toma está un poco más
arriba, claramente visible desde la pista junto a unos peñascales. El arroyo de
la Majá de la Parra lo forman dos cañadas, una, la que primero pasamos, baja
desde el puerto del Vacal, por donde había senda antigua que comunicaba el
valle del Vacal, donde nos encontramos, con el de barranco Blanco, y otra
cañada que baja desde el puerto del Caballo, con su buen chorro de agua
aprovechable para refrescarnos porque de aquí hacia arriba no hay ninguna
actividad humana.
Cruzada la loma de las Parideras entramos
en el valle de la Majá del Hinojo. Otra vez tenemos una pequeña huertecilla en
el fondo del barranco aprovechando un poco de pobre suelo serpentínico y el
agua del arroyo. Al arroyo de la Majá del Hinojo contribuyen tres cañadas. La
primera viene del puerto de la Medialuna, mientras la segunda y tercera bajan
de puerto Hondo, entre los cerros Castillejos y Alcornoque. En la segunda
cañada, con agua, está la llamada Alberca de ICONA, un pequeño depósito de agua
surtido por una tubería que viene del arroyo en la que nos refrescamos. Los
cursos de agua siempre dan alegría.
Al pasar la loma de los
Portezuelos entramos en el valle del Jobretín que baja desde el puerto del
Alcornoque, en la parte alta de la cordillera de la Alpujata. También lleva
siempre agua, pero al paso por la pista la cubre la maleza, de bardaguera
principalmente, y es difícil llegar a ella. Por la loma siguiente, que separa
el Jobretín de una cañada tributaria suya, queda señal de senda loma arriba al
puerto del Alcornoque.
Pasado un colladito llegamos al
cruce donde habíamos aparcado. Un día excelente, más bien caluroso, con sombra
para comer en los eucaliptos de la pista, y agua en las cabeceras de los
arroyos para refrescarnos.
Jesús se apunta con coche si es necesario
ResponderEliminarMe apunto desde Málaga.
ResponderEliminaryo voy. Germán. Y si hace falta mi coche también viene.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarPaco Ruiz se apunta.
ResponderEliminarPaco. Te recojo a las siete.
EliminarNo contéis conmigo.
ResponderEliminarBuen día.
Lucia