Participantes: 14 | Paco Ruiz, Ricardo, Elisa, Jesús C., Mariola, José, Jerónimo, Nori, Luis, Pilar, Paco Ponferrada, Lola, Paco Zambrana y Manuel D. |
Distancia recorrida: | 15,5 kilómetros |
Desnivel de subida acumulado: | 1.190 metros |
Altura mínima: (260 m – Benalmádena) | Altura máxima: (972 m – Cerro Castillejo) |
Tipo de recorrido: | Circular |
Tipo de camino: | Veredas |
Desayuno en Churros&you, en Benalmádena. Lola tuvo el detalle de invitarnos por su cumpleaños ¡¡¡GRACIAS!!!
Primero dar la bienvenida a Mariola, José y Elisa. Todos viejos conocidos y todos llevaban años sin salir a caminar con la Vinoteca.
Hoy era el Día de Lola
por, al menos, dos motivos: cumplía años y dejaba su actividad laboral.
Cualquiera de los dos de suficiente entidad para celebrarlo y los dos juntos,
pues mucho más.
No nos pillaba de sorpresa. Lola
había advertido con tiempo del evento, siempre acompañándolo del ruego de que
se preparase una excursión cortita porque quería regresar pronto a casa para
reunirse con su familia. Bueno. No fue así. Se pensó en caminar por la sierra
de las Cabras que es una ruta corta y sin mucho desnivel, mas en esa zona
predecían un poco de lluvia y con ella la piedra caliza se pone resbaladiza y
peligrosa. Se trasladó la caminata al macizo de Mijas, con casi la seguridad de
que allí no llegaría la lluvia, pero ya no tuvimos en cuenta la petición de
Lola y se propuso una ruta más bien exigente.
Partimos del aparcamiento de la
calle Luis Cernuda de Benalmádena para entrar en el arroyo Cañitas y subir al
puerto Lázaro Jiménez debajo del Salto del Lobo. Los comienzos de caminatas
siempre son de saludos y de agradables charlas en las que se intercambian las
novedades habidas. Así fue hoy también. Por eso en el puerto hubo que hacer una
paradita de reagrupamiento. En ese ratito de reagrupamiento alguno decía que
habíamos subido unos 300 m, más o menos la mitad de la subida del día. No
sabían lo que nos esperaba. Además, Jerónimo, en la convocatoria del blog,
había puesto unos 15 km, pero nada dijo del desnivel.
Continuamos por la Umbría, con
preciosas vistas al valle del Quejigal y al tajo homónimo para salir a la senda
de Cazadores, debajo del tajo de la Sabia. De allí a las hoyas del Moro, con
nuevo reagrupamiento, cortito porque el vientecillo venía fresco y llegábamos
sudorosos. Teníamos enfrente el cerro Castillejo, con su vértice geodésico,
señal de fuerte atracción para Manolo, por eso, cuando se dijo de si subir o no
al Castillejo Manolo no lo dudó porque “en el vértice había que hacer una foto
de grupo”.
Subimos al Castillejo, hicimos la
foto, y continuamos por la cresta de la sierra, entre Benalmádena y Alhaurín,
por los puertos Serrano, Cerezal y Ceria, donde hicimos la paradita de Ángelus.
Además de los frutos secos, pasas, dátiles y mostachones habituales, Mariola
trajo un estupendo bizcocho de harina de arroz con naranja y semillas varias.
A estas alturas de la caminata
todos necesitábamos, más que un refrigerio, un descansito, por eso cuando nos
levantamos para proseguir las caras habían cambiado: más alegres y sonrientes,
con ganas de conversación. Con ese excelente talante bajamos la senda de los
Presidiarios, con abrazos múltiples a los troncos de los enormes pinos
resineros, implorando una transmisión de la fortaleza que los pinos exhibían. ¡No
sabíamos entonces que con esa bajada nos metíamos en una profunda hondonada de
la que, para salir, íbamos a necesitar toda la fuerza transmitida por los pinos!
En el puerto de las Arenitas
dejamos la senda de los Presidiarios para entrar en el valle del arroyo de la
Breña. Con preciosas vistas continuamos descendiendo por la arenosa y pedregosa
senda, cruzamos la cantera con restos de las últimas piedras talladas y
descendimos al fondo del valle. Todavía conservábamos los alegres semblantes
del Ángelus. Hasta que comenzamos a subir por el arenal del arroyo de la Breña
cerca ya de las dos de la tarde, con calor, y con ese piso tan inestable en el
que vas resbalando continuamente, perdiendo la poca energía que nos quedaba de
los abrazos de los pinos.
Las caras del personal iban
cambiando, serias, adustas, desabridas, sudorosas, por el interminable arenal
en el que buscábamos con ansia alguna piedra donde apoyar el pie para evitar
resbalar hacia abajo.
Según íbamos llegando al puerto
de las Víboras íbamos intercambiando esas miradas tristes, vacías, indicadoras
del agotamiento. En el puerto podíamos haber comido, pero alguien pensó que
estaríamos más protegidos del viento abajo, en el arroyo de las Víboras. Una
parte del grupo bajó sin haber pedido opinión a los que aún estaban en la
tormentosa subida. Nuevo intercambio de pareceres en el arroyo de la Víbora para
decidir que lo mejor era subir al puerto de las Coyunturas y sentarnos a comer
allí con toda la subida del recorrido ya hecha.
Otra vez nos metimos en el
arenal, aunque ahora teníamos a la vista los pinos del puerto de las
Coyunturas: sabíamos que la cuesta era cortita. Y cuando se tiene el objetivo a
la vista la energía se multiplica.
En un llanito soleado del puerto
nos fuimos sentando según íbamos llegando. Cada grupito que llegaba sonreía al
ver que el ansiado descanso había llegado.
Tuvimos una celebración por todo
lo alto. Para acompañar un par de bandejitas de jamón Lola y Paco descorcharon
un par de botellas de cava, fresquito, burbujeante, espumoso, delicioso; nos
supo a gloria y nos devolvió la alegría perdida en los arenales.
Gambas, chacinas caseras,
ensaladilla, ensalada, aguacate y pimientos de padrón de aperitivo. Después
tortillas y carnes al ajillo, con champiñón, rebozada… y más cosas que olvido.
Terminamos con los quesos. Vinos del Bierzo, Rioja, Somontano, Ribera y otro no
recuerdo de donde.
Hoy, la tradicional tarta de
Jerónimo, se vistió de lujo, se adornó con velitas y se cantó el cumpleaños
feliz. Riquísima, como siempre, acompañada con tés y orujos.
El regreso por el valle del
Quejigal, placentero, tranquilo, sin prisa, siempre hacia abajo, se nos hizo
corto.
Un día con predicción de alguna
llovizna que se quedó en nada, en sol, un ligero vientecillo, y muy buena
temperatura. Hicimos la caminata prevista, pero a la pobre Lola la dejamos en
el coche más tarde de lo que ella quería y mucho más cansada. Esto no era lo
que ella había pedido. ¡No se puede uno fiar de esta gente de la Vinoteca!
Lola, ya sabes que serás
recibida con los brazos abiertos en las caminatas de los veteranos. Y
celebraremos especialmente el primer día que nos acompañes.
Me apunto.
ResponderEliminarAllí estaré.
ResponderEliminarPaco, Jesús y Pili... Vamos
ResponderEliminarVoy. Tere a lo mejor.
ResponderEliminarMuy buena decisión, Jerónimo, cambiar las Cabras por la parte sur de la sierra de Mijas.
ResponderEliminarEn el bar ese de Churros&you o en la Parada hemos desayunado y bien
Lola Valle y Paco Zambrana también iremos.
ResponderEliminarYo también madrugaré.
ResponderEliminarRicardo
Buenas tardes, después de muchos años las ovejas descarriadas de Jose y Mariola desearían disfrutar de vuestra compañía si nos admitís en el grupo.🙈
ResponderEliminarNos apuntamos
ResponderEliminarHola . Podrá una mujer de 60 años con esta Sierra? Hay mucho desnivel?
ResponderEliminarEchad una copa para el cava
Podrá
EliminarYo también estaba apuntado, estaré en el aparcamiento de Dia
ResponderEliminarQué alegría Mariola y Jose!!! Nos vemos en el desayuno
ResponderEliminarVendrá también mi hija Elisa. Irá directamente al desayuno
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