Participantes: Pili, Paco Ponferrada, Luis, Ana, Lola, Paco Zambrana, Lucía, Victoria, Manuel de Rincón y Jesús
Distancia recorrida: 5,1 km en Sierra Llana y 6,6 km en Arroyo Hondo
Desnivel acumulado: 290 m en Sierra Llana y 290 m en Arroyo Hondo
Parece que la Vinoteca de los miércoles va volviendo a la normalidad. Prueba de ello es el aumento de participantes que se constata miércoles a miércoles. ¿O la afluencia se deberá a las rutitas cortas y la cervecita de mediodía? Sea por lo que fuere el grupo, afortunadamente, va creciendo.
Habíamos quedado en las últimas casas de la calle El Arroyo de Alhaurín de la Torre. En este pueblo hay otra calle nominada Del Arroyo y el Google Maps, en el teléfono, sistemáticamente te lleva a la Del Arroyo, la equivocada. Ana se dio cuenta del problema y vio que poniendo cantera de Sierra Llana Google Maps te llevaba al sitio de la cita. Con ese cambio nos reunimos los 4 coches donde terminaban las casas de la calle El Arroyo, la que da acceso a la cantera y sierra Llana.
Seguimos la pista asfaltada hasta el final en las instalaciones de la cantera de Sierra Llana donde una cadena impide el paso y allí aparcamos para comenzar el recorrido.
Nadie habíamos estado en Sierra Llana. Iniciamos la exploración por un carril que nacía donde habíamos aparcado. Ascendía un poco y luego descendía a unirse, ya convertido en senda, con la senda de la cañada de Sierra Llana que la recorre de norte a sur.
Tomamos la senda al sur, ascendiendo, hasta el final de la senda sobre el inicio de la inmensa cantera de Sierra Llana. Las canteras, desde arriba, se ven enormes, pero cuando las observas a su nivel, como ahora, se hacen inmensas, inconmensurables. ¡La cantidad de grava y piedra que se habrá extraído de allí!
Seguimos por la cresta del acantilado al oeste para dar vista a la cantera del Arroyo del Pinar. Otra enorme cantera también en activo. Con razón los arbustos de Sierra Llana tienen esa pátina blanca de polvo.
Otra sendita por la cresta de la sierra nos llevó al norte hasta el collado de Sierra Llana por donde una senda más principal, como la de la cañada, aprovecha el collado para unir la cañada, al este, con el arroyo del Pinar, al oeste.
Bajamos al arroyo del Pinar. La senda se une a la pista del arroyo en el llano donde se celebra la romería de Alhaurín, bajo una bonita pinada, bastante sucia de papeles y plásticos.
Tornamos al collado y a la senda de la cañada para explorarla hacia abajo, al norte, hasta su final en la pista asfaltada de la cantera de Sierra Llana donde hubiéramos debido aparcar.
La Sierra Llana sostiene un gran pinar de pino carrasco con mucha vegetación de aladierno, lentisco, palmito y algún rusco, pero sobre todo llaman la atención las lianas de Aristoloquia baetica y zarzaparrilla trepando y cayendo de árboles y arbustos.
Esta Sierra Llana conserva infinidad de balates de piedra, prueba de que estuvo totalmente cultivada en su tiempo. Es el único reducto que ha quedado de la antigua Sierra Llana, mucho mayor, hoy desaparecida por la actividad de las canteras.
Como habíamos terminado pronto la exploración de este pedacito de sierra nos trasladamos al Tiro Pichón para explorar la senda del Arroyo Hondo. De la pista de las Mezquitas nos metimos en el bosque del arroyo. ¡Qué feracidad! Lentiscos, aladiernos, mirtos, acebuches, todos arborescentes, colonizados aquí también por la zarzaparrilla y la Aristoloquia. A ras de suelo, un tapiz de vincas con las hojas péndulas mostrando su necesidad de agua.
El sendero va por la ladera izquierda en casi todo su recorrido, no por el valle del arroyo, con unos repechos duros, más a esa hora del mediodía. En la fuente nos refrescamos con el hilillo de agua que caía y continuamos con el siguiente repecho, más duro que el anterior, hasta la pista al puerto de las Grajas. Aún resuenan los gritos de Lola pidiendo agua al llegar a la pista.
Bajamos por la pista hasta poco antes de Fuente de Piedra, donde tomamos la senda de las bicicletas que va por el lomo izquierdo del arroyo de Fuente de Piedra. Esa senda nos devolvió a la pista de las Mezquitas y la pista a los coches.
La parada siguiente fue en Venta Vázquez. Unas cervezas fresquitas, unos platos de riquísimo tomate con ajo y otras cervezas constituyeron el aperitivo de hoy. Jesús, que había cumplido años nada menos que en marzo, tuvo la deferencia de invitar.
Y con las dos cervecitas en el buche, a casita. Que la Covid nos siga respetando, que de buscar buenos aperitivos los miércoles nos encargamos nosotros.
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