martes, 5 de marzo de 2019

9 de marzo: Sª de las Cabras


Participantes: 13
Paco P., Jesús R., Jesús C., Ana, Paco R., Tere, Manu, Luci, Manuel D., Miguel S., Ricardo, Paco Z.  y Jerónimo
Distancia recorrida:
12  kilómetros
Desnivel de subida acumulado:
900 metros
Altura mínima: (745 m – Fte. de la Yedra)
Altura máxima: (1.284 m – Pico de las Cabras)
Tipo de recorrido:
Circular y en parte de ida y vuelta
Tipo de camino:
Veredas de ovejas y campo a través
 
 
Desayuno en La Hiedra. Pocas mesas para sentarse. El desayuno de molletes, vienas, aceite y manteca colorá, bien. Felicidades a Ana y Jesús C. por sus cumpleaños, retrasada una y adelantado otro, y muchas gracias por la invitación.

 
La sierra de las Cabras es pequeñita, no da para mucho, y quizá por eso la tenemos olvidada y vamos a ella muy de tarde en tarde, pero después siempre resulta una excursión bonita y agradable.
Salimos de la fuente de La Hiedra por la carretera vieja, al este, buscando la única puerta que conocemos para cruzar la primera alambrada e ir hacia la cañada más al este de la sierra, rodeando el Tajo Prieto. Por ella remontamos siguiendo una de las muchas sendas de las ovejas. Las sendas de las ovejas son la clave y la tónica general en toda la sierra  de las Cabras. Por cierto que poco más arriba había un buen rebaño y otro en la dolina bajo el cerro de las Cabras. Son unos de los pocos rebaños que van quedando por las sierras malagueñas.
Dimos vista al llano de la dolina y en vez de entrar en la olmeda al pie del tajo del cerro de las Cabras fuimos hacia el cerro remontando el tajo por una cañadita herbosa, entre grandes majuelos, para llegar a la llanurilla superior. No nos detuvimos en ella para disfrutar de las vistas al sur, sino que enfilamos hacia la cima, ayudados siempre por las sendillas de las ovejas que aprovechan el alto del cerro para sestear en verano. No suben las ovejas hasta la misma cima, se quedan un poco más abajo, y en ese corto trecho por el inhóspito lapiaz nos dimos cuenta de la gran ayuda de las senditas de las ovejas.
En la cima, el monolito señalando el vértice geodésico está en el suelo. Se ve que a alguien le molestaba. Pasamos un buen rato arriba pues las vistas a los cuatro puntos cardinales son excelentes y luego con la consabida sesión de fotos.
En el descenso sí que nos asomamos al balcón dando al sur en la parte alta de la llanurita superior y luego paseamos la llanurita de este a oeste, por el borde del bosquecillo de majuelos, hasta el collado de los Lastonares, punto de entrada a la sierra desde el sur.
Por encima del collado hay una valla separando dos propiedades. El mejor sitio para atravesarla es descender un poco al suroeste del collado, siguiendo después el ascenso al oeste por la falda del cerro de los Lastonares. En esa subida paramos a reagruparnos y al Ángelus.
Para alargar un poco la ruta decidimos subir al cerro de los Lastonares, desconocido para la mayoría. Resultó ser una crestita alargada, con la misma altura más o menos, con muchos monolitos rocosos, y con muy buenas vistas al norte.
Descendimos por la ladera sur a buscar la “casita de los enanitos”, en el valle que desciende al oeste. Allí sigue la grutita, excavada en un monolito rocoso, recubierto casi totalmente por la hiedra. Alguien ha colocado un enanito dentro.
Como había tiempo subimos a la parte trasera del monolito de la casita. Nunca lo habíamos hecho. Hay allí un montón de rocas con formas diversas muy atractivas, separadas por pasillitos, como un pequeño torcalillo. Merece la pena asomarse e ir jugando a descubrir similitudes entre esas formas y animales u objetos.
Descendimos un poco por la cañada al oeste, pero como esa salida por el oeste está cerrada con vallas muy altas, decidimos volver por donde habíamos venido. Subimos al pozo, lleno de agua, adornado por los abrevaderos tallados en bloques de una sola pieza de piedra y paramos a comer en la crestita sobre el pozo, con vistas tanto al sur como a la casita de los enanitos.
La comida, como siempre, el mejor rato del día. Hubo chacina y boquerones en vinagre de aperitivo, después judía verde, habas, ensalada cateta y tortillas varias, finalizando con albóndigas en un par de salsas y el ya tradicional solomillo al ajillo. Después los quesos y la tarta de Jerónimo, esta vez de queso, brownie y frambuesas; cada día varía y nos sorprende. Para beber algunas cervezas frescas y, naturalmente, los vinos: de Cuenca, Somontano, Campo de Borja y Rioja, estuvieron a la altura de la Vinoteca. Hoy sí tuvimos el colutorio final de los orujos leoneses.
El regreso iba muy tranquilo, charlando, descendiendo, buscando narcisos de las subbéticas (Narcissus bugei) y violetas africanas (Viola demetria), andurreando por la olmeda de la dolina, cuando a alguien se le ocurrió proponer la exploración del arroyo del Madroño como vía de bajada. Se aceptó con mejor o peor talante y allá fue el grupo completo. La mayor dificultad del arroyo es la maleza del cauce. Descendimos unos por la vertiente derecha y otros por la izquierda, aceptablemente bien, hasta la última parte cuando el arroyo se encañona. Teníamos in mente remontar la cresta de nuevo si no había paso, pero no fue necesario. Paco Zambrana iba abriendo camino, explorando, hasta que vio salida. Todos le seguimos, despacio, ayudando unos a otros en un tramo complicadito por la pendiente y por las piedrecillas resbalosas. Cruzamos el arroyo y ya salimos a la llanura tras la gasolinera. Respiramos aliviados y fuimos a enjugar el mal rato con una cervecita en La Hiedra.
Como final de fiesta Paco Ruiz abrió las puertas de su inmensa furgoneta y allí había varias cajas de naranjas, bolsones de habas y de kumquat o naranjita china, para servirse a voluntad. Llenamos cada uno nuestras bolsas con esos preciosos frutos de La Viñuela y, contentos, partimos hacia casa.
Día excelente de temperatura, sin viento, con visibilidad aceptable. Ruta variada y bonita. El descenso por el arroyo de los Madroños, después de haberlo hecho una vez, se puede obviar.

 

Mapa de la ruta
 
Euphorbia characias
 
Aunque parezca, no escala
 
Siguiendo la senda del ganado
 
La verde dolina donde pasta el rebaño
 
La martenitsa y el árbol en flor
 
Saliendo de la dolina por un lateral muy empinado
 
Aproximación al lapiaz de la cumbre
 
Lapiaz puro y duro
 
En la cumbre del Pico Cabras
 
Como el vértice
 
De vuelta p'abajo
 
Contraste de colores
 
Afrontando las primeras rampas del Cerro de los Lastonares
 
Ya en la cumbre
 
algo más pequeña que el Pico de las Cabras
 
pero con buenas vistas al norte
 
Grupo en la "Casita de los enanitos"
 
Formas de las rocas
 
a cada cual más curiosa
 
Ranunculus ficaria
 
Remontando en vallecillo frente a la "casita"
 
Pilares de la fuente labrados en la piedra
 
Vinos
 
Narcissus
 
Viola Demetria - Violeta africana
 
Pasilllos de verdor en la sequía
 
Bajando hacia la dolina
 
La única olmeda de la provincia de Málaga
 
Barlia robertiana
 
Afrontando la parte más pendiente del barranco
 
Arrastraculo
 
No pudimos pregonar ¡a l'euro! Gracias, Paco

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