Participantes: 12 | Paco P., Pilar, Luis, Lily, Lucía L., Antonio S., Jesús C., Manuel D., Antonio U., Paco Z., Ricardo y Jerónimo. |
Distancia recorrida: | 19,3 kilómetros |
Desnivel de subida acumulado: | 920 metros |
Altura mínima: (510 m – El Acebuchal) | Altura máxima: (1.330 m – Collado de los Cacharros) |
Tipo de recorrido: | Lineal, de ida y vuelta |
Tipo de camino: | Veredas y carriles. |
Desayuno en la gasolinera de Nerja. Nos acompañó Fali quien está atento al blog y en cuanto ve que vamos a desayunar a la gasolinera tiene la gentileza de venir a charlar un ratito antes de ir a visitar a sus pájaros y cabras.
Ruta conocida a la que siempre
volvemos por su belleza y trazado. Por ella atravesamos zonas húmedas como la
de debajo de venta Cebollero y los barrancos Bartolo y del Atajo, y zonas secas
como es habitual en estas dolomías almijareñas. En este año tan seco hasta las
adelfas y los brezos de los humedales están perdiendo sus hojas. Aún así por
donde se coge la senda al collado de los Civiles, en el mismo carril, aún
rezumaba agua, y los barrancos Bartolo y del Atajo llevaban los dos un buen
chorrillo de agua.
El trazado de la senda, desde que
se deja el carril y se comienza a subir hacia el puerto de Frigiliana es toda
una lección de ingeniería. La senda sube con pendiente bastante homogénea, como
requerían los caminos de herradura, aprovechando laderas, collados y gargantas,
retorciéndose cuando es necesario en unos zigzags inverosímiles, soportada por
unas albarradas de mampostería en seco, casi sempiternas de lo bien ejecutadas
que están, tanto en las laderas como en el barranco de las Angustias.
Esa inigualable vereda nos va
introduciendo en una de las zonas más intrincadas y agrestes de la Almijara,
llena de barrancos, crestas y laderas casi verticales, con roquedales
tremendos, inalcanzables, que la erosión ha hecho emerger en cimas, crestas y
laderas. Y todo ello adobado con un maravilloso pinar de pino resinero que
muestra su perfecta adaptación a las dolomías. Cerca de los valles, donde se
concentra un poco más de humedad, crecen unos hermosos pinos, pero también
aparecen colgados de los tajos, metiendo sus raíces hasta quien sabe donde para
encontrar unas gotillas de agua en el subsuelo, y ofreciendo unas estampas
maravillosas que el caminante trata de captar con sus ojos y su cámara para
recordarlas más tarde en casa. Todos muestran en su tronco las señales de haber
sido resinados cuando estos montes mantenían la potente industria de la resina.
No solo ofrecen pues belleza, sino también han sido sustento de los pueblos de
alrededor.
La vereda atraviesa la cordillera
por su punto más bajo: el puerto de Frigiliana. Cuando uno camina por esa senda
se imagina a los arrieros trajinando con sus recuas, las más de las veces
exiguas recuas, de mulas o burros cargadas con productos de la costa hacia el
interior y con productos del interior hacia la costa, haciendo uso de esas
ventas que jalonan la vereda: venta Cebollero, venta Camila, venta Panaderos,
venta de las Angustias, todas en el lado sur de la sierra, y venta del Vicario
ya cerca de Fornes. ¡Cuánto esfuerzo para sobrevivir! Pero a la vez, con qué
gusto pararían en las ventas para remojar el reseco gaznate con un vasillo de
vino y echar unas parrafadas con el ventero u otros colegas.
Llegamos al puerto de Frigiliana
con tiempo y por hacer hora de comer subimos por la cuesta del Chaparralejo
hasta el collado de los Cacharros, regresando luego al puerto por la sendilla
cercana a la cresta. Queríamos bajar a comer a venta Panaderos, pero cuando
llegamos al desvío de la senda hacia la venta, los que bajábamos primero,
pensamos que mejor comeríamos cabe el murmullo del agua de los barrancos del
Atajo o Bartolo en el carril. Descendimos pues el último tramo de la senda al
carril y en el barranco del Atajo encontramos el restaurante apropiado para
descansar y matar el hambre.
Hubo parsimonia en el comienzo
del ágape, cosa que siempre agradecen quienes preparan ensalada o hacen fotos a
los vinos. Luego tuvimos los aperitivos de chorizo y cecina de León, panceta
ibérica, edamame, manteca blanca, aguacates varios y guacamole casero. Pasamos
después a la ensaladilla rusa y… nada más, pues asombrosamente no hubo ni una
tortilla. Lo que sí hubo en cantidad y variedad fueron carnes: rebozadas, con
pisto, frita con ajos, con tomate… hasta en escabeche. Terminamos con los
quesos y bebimos vinos de Salamanca, Murcia, Somontano y un biodinámico de no
recuerdo dónde. Al final salió la deliciosa tarta que Jerónimo prepara y
transporta, siempre distinta, en capas de distinto color esta vez, jugosísima y
riquísima; la pasamos con té y orujo.
Me apunto
ResponderEliminarPilar y Paco Ponfe nos apuntamos.
ResponderEliminarVoy.
ResponderEliminarJerónimo, si podemos ir contigo, ¿a qué hora?
EliminarA las seis y media donde siempre.
EliminarOK
EliminarAntonio Usieto y Jesús van. Llevaremos coche. Salida del aparcamiento de la Iglesia a las 7,15
ResponderEliminarYo también me apunto. Si es posible me recogéis en Algarrobo a las 7,20.
ResponderEliminarTambién iré, desde Málaga.
ResponderEliminarSi no hay inconveniente estaré a 7:15 en aparcamiento. Ricardo
ResponderEliminarYo también me apunto.
ResponderEliminarMe apunto. Lucí
ResponderEliminarMe apunto. Llevo mi coche (Antonio Sánchez)
ResponderEliminarNos apuntamos
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