El niño que miraba el
mar
“Cada vez que veo esa fotografía
que huye del cliché del álbum familiar,
miro a ese niño que hace de vigía
oteando el más allá del fin del mar.”
miro a ese niño que hace de vigía
oteando el más allá del fin del mar.”
L. E. Aute – In memoriam
A tantos días que no ven amanecer.
El olor del desayuno agita las sábanas del sueño, penetra los
rincones de mi oído, borbotean las pupilas de placer y me siento, tranquilo, y
recuerdo a Teresa en su pequeño bar de Alfarnate, el frío de la mañana y como,
ateridos, saboreábamos ese café hirviendo y sopeábamos pan caliente, recién
comprando, en un plato rebosante de un aceite verdoso, picante, de aroma y
sabor intensos.
Y en esta primavera robada, los primeros rayos de sol nos
ven caminar alegres por las calles casi vacías, hoy más aún en realidad, de un
pueblo cualquiera (podría ser Yunquera y
Mª Carmen nos traería esos molletes humeantes, crujientes y a la vez esponjosos,
que tanto nos gustan) recorriendo caminos pisados tantas veces, mochilas al
hombro, en busca de sustento para el cuerpo y para el alma.
Y allí donde el azul del cielo se funde, allá a lo lejos,
con el gris sombrío de un mar plomizo, embravecido, curvado de dolor en olas
repetidas que van y vienen, siempre la misma, siempre distintas, allí, entre senderos
sin fin, nos hemos detenido y hemos llevado los ojos al suelo para distinguir entre
las blancas calizas, como puntos de colores, cientos de orquídeas florecer.
Paro el tiempo: las cuatro y diez.
Por el borde de la inconsciencia tiro el reloj. Cronos a la
mierda. Malhumorado se aleja: ¡Te esperaré! ¡Tengo todo el tiempo!
Miro el instante que ha fijado la fotografía.
Jesús Cuartero acerca el fruto de una fusca ya pasada a
sus ojos cansados. Lola Valle analiza con mirada poética el color de una atlántica.
Manuel Díez va al encuentro del vértice no hollado por sus pies ¡difícil! Pili busca
una sombra donde resguardarse de ese calor que la atormenta. Paco Zambrana
mimetizado con el paisaje forma parte indeleble de él. Luci escudriña la tierra
tras el tallo asustadizo del espárrago que teme salir. Tere vuelve la mirada atrás y pregunta
a Luis por Nori que aún más lejos sueña cerezos en flor さくら. A su lado, Carlos congela el tiempo en pétalos suspendidos.
Paco Ponfe, prismáticos en mano, otea las laderas, las sombras que se mueven y
aquellas que permanecen quietas. Y Jesús
junto a él, espera al zorro, al águila o a la cabra que se acerca y nos da
recuerdos de Fali. Paco Ruiz, manos en los bolsillos, nos observa desde arriba,
allá a lo lejos. Manu se toca sus maltrechas rodillas y echa de menos las
mullidas campas del norte, donde a buen seguro, el azul se esconde tras el
telón de acero de las nubes. Lucía descansa sentada en una piedra. Enrique
habla. Manuel nos saca una sonrisa ¡cuántas margaritas! Ana escucha. Mª
Victoria y Rafa entre ellos conversan, mientras Lola nos mira pasar sentada
bajo un viejo árbol de tronco retorcido y nos acompaña, siempre. Y Ricardo… ¿dónde
está Ricardo? Cogió un atajo para recuperar el tiempo robado, ese que nos
pertenece.
Margaritas.
Formas y colores que quedaron ancladas al calendario, recuerdos
de tiempos mejores, instantes iguales y diferentes, siempre las mismas y
siempre distintas, esperando el momento
apropiado: ¿Cómo está la Sierra de Mijas de flores? ¿Habrán salido ya las
pyramidalis? ¿Será buena época para ver
orquídeas en Cuevas de San Marcos? ¿Y el Torcal?
Llueve. Una nube desgarrada.
Tras la noche vendrá la noche más larga. Dicen que tras la
tempestad viene la calma y que no hay tormenta que no escampe. Quedará contar
las piedras arrastradas, las casas inundadas, los árboles arrancados, las vidas
perdidas. Nos quedará pedir perdón por olvidar y olvidar para vivir de nuevo. Volveremos
a salir al sol que más calienta pero también al frío invierno o a esa lluvia
que nos cala el alma, y en ese momento,
hechas las paces con Hades, su padre, sonriente, volverá a dar cuerda a este
mundo atroz, egoísta y miserable,
solidario, responsable, gentil, donde se esconde la maldad y florece la
Belleza.
Orquídeas.
Orquídeas de la provincia de Málaga
Aceras anthropophorum
Anacamptis pyramidalis
Barlia robertiana
Cephalanthera longifolia
Cephalanthera rubra
Dactylorhiza insularis
Dactylorhiza elata
Epipactis tremolsii
Gennaria diphylla
Himanthoglosum hircinum
Limodorum abortivum
Neotinea maculata
Ophrys apifera
Ophrys atlantica
Ophrys bombyliflora
Ophrys fusca
Ophrys fusca bilunulata
Ophrys lutea
Ophrys scolopax
Ophrys scolopax picta
Ophrys speculum
Ophrys tenthrendinifera
Ophrys tenthrendinifera ficalhoana
Ophrys dyris
Orchis cazorlensis
Orchis champagneuxii
Orchis collina
Orchis conica
Orchis coriophora
Orchis italica
Orchis langei
Orchis mascula
Orchis olbiensis
Orchis papilionacea
Serapias cordigera
Serapias lingua
Serapias parviflora
Y aquellas que esperan nombre
Melancolía, poesía y orquídeas, ¡muchas orquídeas!
ResponderEliminarMuchas gracias!
¡¡¡Preciosa la crónica!!!. Gracias Jerónimo.
ResponderEliminarPrecioso relato, las orquídeas nos recuerdan la primavera que nos perdemos. Habrá más primaveras. Gracias por acercarnos la montaña y recrear las caminatas
ResponderEliminarY tu..... Jeronimo que vas guiando nuestros pasos y cuidando nuestras espaldas para q no nos descuidemos.Siempre vigía y vigilante.... Gracias Jeronimo por esta crónica.... Todos juntos...
ResponderEliminarAunque no podamos vernos por el covid-19 sirmpre nos quedará la empinada y rocosa montaña como fieles perros que van a su dueño los senderistas siempre regresaran a la montaña acompañados del cantar de los pajarillos y la suave brisa del viento acariciando suavemente nuestra cabellera mientras los rayos de sol nos dan vitaminas
ResponderEliminarGracias Jerónimo por estar en contacto con ese niño tuyo que en ropajes de adulto mira más allá del mar.
ResponderEliminarGracias por crear
Gracias por dar
Gracias por desayunar tranquilo y conceder a tu niño pequeño el tiempo del recuerdo.
Gracias por madurar y no envejecer.
Gracias por abrir la puerta a Kairos
Por detener a Cronos
Por el renacimiento
de la orquídea negra
Por sentir a Paco Zambrana
parte del paisaje.
Paco es naturaleza que en
estos días intenta mirar
más allá del mar.
Zambrana es un niño que
necesita de las flores
(como todos los niños).
Gracias por escribir
Y mostrarte
Por crear
Por tenerme presente
en la contemplación
Y hacerme sentir una niña
alegre cuando Cronos
me visita algunas noches
en forma de sueños
con mi niña herida.
Gracias por nombrar y dar
voz a las personas
que echo de menos.
A los paisajes
que llevo dentro
Y
a la tierra que
da sus frutos para todos
como escribió Lorca
Y Lola desde la Gravillea que plantó en este terreno árido ha crecido con tus orquídeas.
un abrazo fuerte a todo el Grupo Anarquía
GREVILLEA ROBuSTA que da cobijo a una HiGUERA(tu higuera, Jero) que empieza a brotar en esta primavera-invierno.
ResponderEliminarCuesta encontrar las palabras adecuadas, y como no pretendo inventar lo que seguro no existe, solo me queda darte mil gracias, Jerónimo, por tan precioso regalo en esta ausencia obligada.
ResponderEliminarDesde este mi Rincón preferido, un abrazo necesario a todos y hasta muy pronto.
Manuel
Jero, gracias por el texto, por las fotos y por los escritos posteriores que has provocado en este grupo "axárquico", también jerárquico, que no "anárquico"!
ResponderEliminarGracias a todos por vuestras palabras y gracias sobre todo a aquellos que olvidé en la fotografía de un instante, que seguro sabrán perdonar mi desmemoria. A Miguel Sánchez, Antonio Sánchez, David, Paco Hernando, Marisol, Mariela, Antonio Usieto, Antonio y Fini, con los que hemos compartido tantos rincones de Granadaa, a Cayetano, al que en estos momentos creo envidiar y tantos otros que seguro se vuelven a quedar en los pliegues del recuerdo.
ResponderEliminarMe uno al sentir común de todos para agradecer a Jerónimo sus palabras y sus extraordinarias fotos. ¡Qué envidia!
ResponderEliminarY el agradecimiento tiene que ser extensivo a Lola por su poema, y a todos los que habéis escrito de una manera tan poética; el escrito de Jerónimo propiciaba ese tipo de contestaciones.
Todos tenemos unas ganas inmensas de volver a caminar. Entonces os recordaré vuestras habilidades descriptivas, salidas de lo más íntimo de cada uno, para que participéis en las crónicas de los recorridos.