miércoles, 11 de octubre de 2017

MARTES 10 OCTUBRE: BARRANCOS DE LA LUNA, RÍO DÚRCAL Y BAÑOS DE ULQUÍZAR

Barranco de Luna, Río Dúrcal y Baños de Urquiza. 10-10-17.
Participantes: Paco, Juani, Antonio, Victoria, Manolo y Jesús
Distancia recorrida: 17 km.
Desnivel acumulado: 300 m.

Desayuno en Talará, buen pan y café a menos de 2 €. Buen sitio. Para repetir.

Dar la bienvenida a Juani, antiguo conocido, ahora recién jubilado. Esto de los jubilados va en aumento imparable.

Manolo había preparado una ruta en tres partes, como las obras de teatro que son en uno dos o tres actos, pues esta ruta era en tres actos. Primero ir al cementerio de Saleres para hacer el barranco de Luna, luego ir a los puentes de la carretera y ferrocarril de Dúrcal para hacer el río Dúrcal, y finalmente aparcar en el cementerio de Dúrcal para bajar a los baños de Urquiza.

Desde el cementerio de Saleres se da vista al barranco de Luna, una cicatriz entre la caliza de los olivares, que no hace sospechar lo que esconde. Entramos desde la parte más alta a la que accedimos desde la carretera por un carril terrizo y hormigonado desde el que se oía el murmullo del agua. Pero el comienzo es en seco por unos olivares añosos y espigados hasta entrar en contacto con el agua.
El comienzo fue malo. Manolo abría la ruta, resbaló arrastrando culo y mochila por el barro, y quedo marcado para todo el día con ese barro tan pegajoso. Esperamos a que se lavara y principiamos el descenso por el cauce, con su buen chorrito de agua a pesar de ser octubre de un año sequísimo. Las paredes del barranco se van cerrando dejando pasar sólo un resquicio de luz, caracolean y juegan con cuevecillas, resaltes, y pedruscos enormes del conglomerado superior, caído aquí y allá, más o menos erosionado, dando lugar unos pedruscos a veces difíciles de sortear, y otras veces encajados entre los paredones formando túneles. ¡Qué maravilla de barranco! Caminas por un trozo que te parece precioso para adentrarte después en otro tramo más bonito aún. Encantados con la ruta chapoteamos de lo lindo en el agua, nos resbalamos por las piedras para caer en las pocitas, evitamos la vegetación y las zarzas, siempre mirando a esos inmensos paredones que el barranco ha horadado.
Finalmente salimos y, como guinda, la luna casi llena nos estaba esperando sobre el barranco. Subimos por la senda, luego la cambiamos por un carril que dando un rodeo te saca a la carretera. También se puede continuar por la senda entre olivos y naranjos para salir a la carretera al lado ya del aparcamiento del cementerio.
Subimos hasta la entrada de la Albuñuela para tomar la carretera a Cónchar, Cozvíjar y Dúrcal. Paramos en Cozvijar para comprar unos hojaldres; los tienen por dulces de invierno y aún no los hacían. Mala suerte porque ya nos relamíamos con esos deliciosos dulces.
Justo a la entrada del puente de la carretera habíamos reservado un par de sitios para aparcar, y allí estaban. Bajamos al río e iniciamos el sendero aguas arriba protegidos por la sombra de chopos y sauces. Pasa la senda a un lado y otro del río hasta que termina entrando en el cauce. Llegamos a una presa que sorteamos por una acequia por la margen derecha y continuamos río arriba haciendo contorsiones para pasar entre las ramas y troncos caídos. Más adelante los equilibrios se hacen por los enormes pedruscos de dolomía dura, afinados por el agua. Bolos les llaman y con razón.
Después de un corto Ángelus seguimos río arriba hasta la cascada final. ¡Vaya chorro de agua desplomándose! Impresionante final de recorrido. Hacia abajo tomamos la acequia de la margen izquierda caminando primero por el borde, luego por el sendero del acequiero y finalmente por un estupendo carril que nos llevó al pueblo mientras el río se iba quedando allá abajo jalonado por los chopos y las huertecillas. Con el carril volvimos al cauce del río y cerquita del puente, bajo una frondosa alameda, encontramos el restaurante apropiado.
Comida larga, bien reposada después, hasta que alguien dijo de levantarnos para hacer la tercera parte de la ruta. En Dúrcal, siguiendo las indicaciones de “Tanatorio”, llegamos al cementerio. Aún dimos un par de vueltas buscando el carril de bajada a los baños. Como no lo encontramos volvimos al sombreado aparcamiento del cementerio.
Todo había ido de maravilla hasta que llegando al cerro del Moro unos siguieron a su cima y otros no nos enteramos y seguimos descendiendo carril abajo. Oímos voces en el “Baño Grande”, bajamos creyendo que eran nuestro compañeros, pero no; era una pareja a la que dejamos con sus arrullos. Fuimos después al “Baño Chico”. Tampoco estaban nuestros compañeros, y finalmente a la cascada del arroyo Alcaza que estaba solitaria. Disfrutamos un buen rato de la cascada y volvimos al Baño Chico. En una de las pozas estábamos metidos cuando llegaron los que nos precedían. Ya se sabe: recriminaciones de unos a otros y de otros a unos. Al final baño conjunto y vuelta al cementerio.
Día perfecto por la temperatura y por la belleza de los tres recorridos que de esta manera, trasladándonos de un sitio a otro con el coche, se pueden hacer sin problema. Repetiremos.

                            BARRANCO DE LA LUNA EN SALERES





















LA SALIDA DEL BARRANCO DE LA LUNA CON LA LUNA ENCIMA

RÍO DÚRCAL















BAÑOS DE ULQUÍZAR Y CASCADA DE ALCAZA

EL PEÑON DEL MORO


LA UNIÓN DEL RÍO DÚRCAL Y EL ARROYO ALCAZA DESDE EL PEÑÓN DEL MORO

EN EL BAÑO CHICO

CASCADA DEL ARROYO ALCAZA









No hay comentarios:

Publicar un comentario