Participantes: 14 | Luis, Pili, Paco Ponfe, Germán, Jesús R., Paco Z., Rafa, Manuel D., Paco Ruiz, Lily, Ricardo, Jesús C., Tere y Jerónimo. |
Distancia recorrida: | 14,5 kilómetros |
Desnivel de subida acumulado: | 970 metros |
Altura mínima: (490 m – Casarabonela) | Altura máxima: (1092 m – Cresta de la sierra próxima al Tajo de S. Francisco) |
Tipo de recorrido: | Circular |
Tipo de camino: | Veredas y un pequeño tramo de carril |
Desayuno en la pastelería de
Casarabonela. Llena de cazadores, con una muchacha eficiente que no podía con
todo. Pan malo. El padre de Jesús R. nos invitó porque al parecer conoce al
dueño de la pastelería. ¡¡¡MUCHAS GRACIAS JESÚS!!!
El desayuno en Casarabonela no lo tenemos bien resuelto. Una posibilidad es desayunar en la gasolinera de Cerralba; Pili y Paco estuvieron allí y parece tener buena pinta. Otra es salir 15 minutos más tarde y desayunar en el bar Nuevo de Casarabonela que abre a las 8,30 porque al final, ese cuarto de hora lo perdemos esperando el desayuno en la abarrotada pastelería.
Vinimos a Casarabonela con la
intención de ir al pico del Grajo, en la sierra de Alcaparaín. Los cazadores
que había en la pastelería nos advirtieron que por el Grajo-Alcaparaín había
una montería, lo que nos hizo cambiar la ruta por la cresta de la sierra de
Casarabonela. Jerónimo tiene alternativas para todo.
Partimos del aparcamiento de
Casarabonela subiendo a la carretera de circunvalación y por ella fuimos al
norte a buscar el principio de la llamada Calzada Romana y el principio de la
PR-A 270, Camino de la Dehesa. Parece ser que sí, que hubo una calzada romana
que unía el eje Málaga-Álora con Acinipo en Ronda. No obstante, lo que vemos
hoy, es una amplia senda empedrada, con muy buenas cunetas y vierteaguas, pero
escalonada, inapropiada para el paso de carretas.
El día estaba frío en
Casarabonela, pero la calzada romana está orientada al sur y el solcito
mañanero pronto obligó a quitar algunas capas de abrigo. Delante de nosotros
iba un gran grupo, quizá un autobús. Fuimos tras ellos hasta la pista de Jorox.
En la pista el gran grupo tomó hacia Carratraca-Ardales y nosotros el
carrilillo que sube a la cresta de la sierra de Casarabonela.
En la cresta de la sierra hubo
que abrigarse, más que por el frío por el viento. No era el mejor día para
recorrer la cresta porque, aunque teníamos buen sol el viento azotaba, sobre
todo en los colladillos. Lo que sí teníamos era unas preciosas vistas tanto al
este, izquierda, como al oeste, derecha, con el contraste entre los oscuros
olivares y la tierra calma cubierta de la verde, tierna, hierba invernal.
Además, por el este, teníamos una sucesión inacabable de crestas de sierras,
superpuestas unas a otras, con el tinte azulado de la bruma matutina. Una
delicia de vistas.
La cresta de la sierra se ve de
lejos, en el acercamiento a Casarabonela, como una línea más o menos plana, con
algunos piquillos. Cuando caminas por ella los “piquillos” resultan ser cerros
importantes, con mucha pendiente, que hay que remontar y bajar siguiendo una
sendilla de montañeros, esto es, trazada por la línea recta de máxima
pendiente. Tiene su dificultad, de esfuerzo en las subidas y de evitar
resbalones y caídas en las bajadas.
Pasamos junto a un grupito de montañeros
aficionados jóvenes que estaban comiendo su bocadillo y más al sur paramos
nosotros al Ángelus en un carasol protegido del viento.
En el puerto de la Jácara dejamos
la agradable solana del sureste para entrar en la umbría del noroeste, fresca y
ventosa, con un pinar y unos tajos muy bonitos, por donde baja y serpea la
buena, tradicional, senda hacia el tajo de la Campana.
Al tajo lo adornaba un gran arco
de piedra; se cayó hace unos años y este atractivo se ha perdido, pero no el
enorme tajo hacia las tierras de labor que rodean la sierra, con un derruido
cortijo allá abajo.
Del tajo de la Campana
continuamos la senda hacia arriba, hacia el puerto de la Madera. Senda con buen
firme, con sus zigzags para suavizar la subida, y con unas muy buenas vistas
hacia los acantilados del intrincado valle de la derecha que desciende a
desembocar en el arroyo de las Doncellas.
En el puerto de la Madera se
discutió de dónde encontraríamos un agradable restaurante, si en la senda al
este por la falda de la sierra o en la pista de Jorox. La senda va todo el
tiempo por terreno inclinado, por eso nos decidimos a bajar a la pista y en
cuanto la alcanzamos, a la derecha había un gran espacio llano, soleado,
resguardado, que hizo de restaurante.
Cuando nos juntamos tantas
personas es imposible recordar todo lo que salió de las mochilas. Citaré como
cosas más novedosas los langostinos, los espárragos, el salchichón de Salobreña
y la rúcula También tuvimos vino en abundancia. Hoy volvimos a ser la Vinoteca.
Hubo de Granada, de Alicante, de Ribera y de Rioja al menos. Una rica tarta de
limón y queso con orujos y tés terminó el ágape.
Al levantarnos de comer se
suscitó un debate sobre el trabajo de preparación de rutas y de la puesta en el
blog de las mismas que prometía ser caótico, pero Luis se encargó de dar a cada
uno la palabra por orden de petición con lo cual se clarificó mucho.
De la pista de Jorox tomamos la
senda de la Jácara que desciende al Llano Cristóbal, cruce importante de sendas
y mirador excelente hacia el arroyo y tajos del Naranjal con el castillo y
parte del caserío de Casarabonela a la izquierda.
Del Llano descendimos al
cementerio y cruzamos el pueblo para llegar al aparcamiento.
Paco Ruiz trajo unas naranjas de
su huerta que se repartieron entre los concurrentes. MUCHAS GRACIAS PACO.