jueves, 30 de enero de 2025

1 de febrero: Sierra de Casarabonela


Participantes: 14
Luis, Pili, Paco Ponfe,  Germán, Jesús R., Paco Z., Rafa, Manuel D., Paco Ruiz, Lily, Ricardo, Jesús C., Tere y Jerónimo.

Distancia recorrida:
14,5 kilómetros
Desnivel de subida acumulado:
970 metros
Altura mínima: (490 m – Casarabonela)
Altura máxima: (1092 m – Cresta de la sierra próxima al Tajo de S. Francisco)
Tipo de recorrido:
Circular
Tipo de camino:
Veredas  y un pequeño tramo de carril

Desayuno en la pastelería de Casarabonela. Llena de cazadores, con una muchacha eficiente que no podía con todo. Pan malo. El padre de Jesús R. nos invitó porque al parecer conoce al dueño de la pastelería. ¡¡¡MUCHAS GRACIAS JESÚS!!!

El desayuno en Casarabonela no lo tenemos bien resuelto. Una posibilidad es desayunar en la gasolinera de Cerralba; Pili y Paco estuvieron allí y parece tener buena pinta. Otra es salir 15 minutos más tarde y desayunar en el bar Nuevo de Casarabonela que abre a las 8,30 porque al final, ese cuarto de hora lo perdemos esperando el desayuno en la abarrotada pastelería.

Vinimos a Casarabonela con la intención de ir al pico del Grajo, en la sierra de Alcaparaín. Los cazadores que había en la pastelería nos advirtieron que por el Grajo-Alcaparaín había una montería, lo que nos hizo cambiar la ruta por la cresta de la sierra de Casarabonela. Jerónimo tiene alternativas para todo.

Partimos del aparcamiento de Casarabonela subiendo a la carretera de circunvalación y por ella fuimos al norte a buscar el principio de la llamada Calzada Romana y el principio de la PR-A 270, Camino de la Dehesa. Parece ser que sí, que hubo una calzada romana que unía el eje Málaga-Álora con Acinipo en Ronda. No obstante, lo que vemos hoy, es una amplia senda empedrada, con muy buenas cunetas y vierteaguas, pero escalonada, inapropiada para el paso de carretas.

El día estaba frío en Casarabonela, pero la calzada romana está orientada al sur y el solcito mañanero pronto obligó a quitar algunas capas de abrigo. Delante de nosotros iba un gran grupo, quizá un autobús. Fuimos tras ellos hasta la pista de Jorox. En la pista el gran grupo tomó hacia Carratraca-Ardales y nosotros el carrilillo que sube a la cresta de la sierra de Casarabonela.

En la cresta de la sierra hubo que abrigarse, más que por el frío por el viento. No era el mejor día para recorrer la cresta porque, aunque teníamos buen sol el viento azotaba, sobre todo en los colladillos. Lo que sí teníamos era unas preciosas vistas tanto al este, izquierda, como al oeste, derecha, con el contraste entre los oscuros olivares y la tierra calma cubierta de la verde, tierna, hierba invernal. Además, por el este, teníamos una sucesión inacabable de crestas de sierras, superpuestas unas a otras, con el tinte azulado de la bruma matutina. Una delicia de vistas.

La cresta de la sierra se ve de lejos, en el acercamiento a Casarabonela, como una línea más o menos plana, con algunos piquillos. Cuando caminas por ella los “piquillos” resultan ser cerros importantes, con mucha pendiente, que hay que remontar y bajar siguiendo una sendilla de montañeros, esto es, trazada por la línea recta de máxima pendiente. Tiene su dificultad, de esfuerzo en las subidas y de evitar resbalones y caídas en las bajadas.

Pasamos junto a un grupito de montañeros aficionados jóvenes que estaban comiendo su bocadillo y más al sur paramos nosotros al Ángelus en un carasol protegido del viento.

En el puerto de la Jácara dejamos la agradable solana del sureste para entrar en la umbría del noroeste, fresca y ventosa, con un pinar y unos tajos muy bonitos, por donde baja y serpea la buena, tradicional, senda hacia el tajo de la Campana.

Al tajo lo adornaba un gran arco de piedra; se cayó hace unos años y este atractivo se ha perdido, pero no el enorme tajo hacia las tierras de labor que rodean la sierra, con un derruido cortijo allá abajo.

Del tajo de la Campana continuamos la senda hacia arriba, hacia el puerto de la Madera. Senda con buen firme, con sus zigzags para suavizar la subida, y con unas muy buenas vistas hacia los acantilados del intrincado valle de la derecha que desciende a desembocar en el arroyo de las Doncellas.

En el puerto de la Madera se discutió de dónde encontraríamos un agradable restaurante, si en la senda al este por la falda de la sierra o en la pista de Jorox. La senda va todo el tiempo por terreno inclinado, por eso nos decidimos a bajar a la pista y en cuanto la alcanzamos, a la derecha había un gran espacio llano, soleado, resguardado, que hizo de restaurante.

Cuando nos juntamos tantas personas es imposible recordar todo lo que salió de las mochilas. Citaré como cosas más novedosas los langostinos, los espárragos, el salchichón de Salobreña y la rúcula También tuvimos vino en abundancia. Hoy volvimos a ser la Vinoteca. Hubo de Granada, de Alicante, de Ribera y de Rioja al menos. Una rica tarta de limón y queso con orujos y tés terminó el ágape.

Al levantarnos de comer se suscitó un debate sobre el trabajo de preparación de rutas y de la puesta en el blog de las mismas que prometía ser caótico, pero Luis se encargó de dar a cada uno la palabra por orden de petición con lo cual se clarificó mucho.

De la pista de Jorox tomamos la senda de la Jácara que desciende al Llano Cristóbal, cruce importante de sendas y mirador excelente hacia el arroyo y tajos del Naranjal con el castillo y parte del caserío de Casarabonela a la izquierda.

Del Llano descendimos al cementerio y cruzamos el pueblo para llegar al aparcamiento.

Paco Ruiz trajo unas naranjas de su huerta que se repartieron entre los concurrentes. MUCHAS GRACIAS PACO.

Saliendo de Casarabonela con un cielo aborregado

Anthirrhinum... Conejitos

Dejamos la carretera de circunvalación para coger la "calzada romana"

que rodea la parte baja de la sierra

en busca del Pto. Martínez

desde donde hoy no subimos al Grajo: montería y Casarabonela ¡qué puntería!

Giro a la izquierda

para coger la cresta

que sube

y baja con mayor o menor pendiente

dejando unas vistas espectaculares hacia la Sª de Alcaparaín, nuestro objetivo primigenio

El tramo más pendiente y duro

Un descanso esperando

que todos vayan llegando

Un puertecillo con vistas

y una umbría intensamente verde

con su colladito herboso y una nube de adorno

Como lomo de dragón

Hay días en los que el cielo se viste de gala

Crestear, un verbo hecho camino

Panorámica del camino recorrido

pero aún queda

disfrutar a sur

y norte, con el Tajo de San Francisco, obviado por ventoso

Ya pensando en un lugar donde descansar y reponer fuerzas

y fue junto a este pino solitario

Sierra Prieta

se va mostrando cada vez más agreste

Un corto tramo pedregoso

En el Puerto de la Jácara


que nos dirige al norte, más umbrío y más frío

pero con un pinar espeso bajo el Tajo de San Francisco

El sendero nos acerca

al caído Tajo de la Campana

Falta algo

pero queda la encina que quiebra la roca

y las rocas que caen verticales

hacia el Vivero y los tajos de la Cabrilla

Pináculos verticales

Vinos

El Valle del Guadalhorce, este invierno verde

De la sierra al valle

Dos y un pino

Casarabonela

Por el Llano Cristóbal

Campanula mollis - Campanilla de roca

Mapa de la ruta

jueves, 23 de enero de 2025

25 de enero: El Chorro - Sª Almorchón - La Encantada

Participantes: Tere, Jerónimo, Pilar, Joaquín, Jesús R., Paco Ponferrada, Germán, Paco Ruiz, Isabel, Manolo, Lily, Ricardo, Lola, Paco Zambrana y Jesús C.

Distancia recorrida: 12,5 km

Desnivel acumulado: 620 m

 

Desayuno en El Cruce de Ardales. Buen pan, buen servicio, excelente zurrapa blanca, a 3,5€. Al restaurante fue a desayunar el grupo de Comando Preston, que venían en un autobús. En ese grupo iba también otra Isabel que vino con asiduidad una temporada y luego desapareció.

Bienvenida, Isabel, después de tanto tiempo perdida. A ver si vienes con más frecuencia.

El día venía marcado por la lluvia. El viernes por la mañana la predicción era de muy poca lluvia entre las 11 y las 13. Por la tarde incrementaron la previsión de lluvia a 1,2L/h, y eso ya es llover, aunque había diferencias entre distintas agencias predictoras.

Sin tener en cuenta esos malos augurios iniciamos la excursión para hacerla completa: Encantada y Almorchón, y con esa intención bajamos con los coches al embalse Tajo de la Encantada donde está la central eléctrica, allí quedamos la mayoría para comenzar a caminar y los conductores fueron con los coches a dejarlos junto al restaurante El Kiosko, al lado del segundo túnel de acceso al Caminito del Rey, donde esperábamos terminar la caminata. Los conductores volvieron al embalse del Tajo de la Encantada todos en un coche.

El grupo mayoritario que habíamos quedado en el embalse del Tajo de la Encantada comenzamos a caminar porque en ese valle venía viento frío, viento y frío que cesaron en cuanto tomamos el carrilillo, devenido en senda, a la Encantada poco más allá de la central eléctrica.

Nada más comenzar nos recibieron los narcisos de campanilla con sus preciosas flores blancas adornando un enorme pedrusco al lado de la senda y con esa bienvenida comenzamos a subir esa empinada cuesta a La Encantada. En otras ocasiones hemos comenzado el recorrido por el Almorchón y luego, hacia las 13 del día hemos iniciado esta potente subida. En esos días hemos sudado de lo lindo. Hoy, en la mañana más fresquita, hemos subido con menos calor, aunque quitándonos capas de ropa, y aún así hemos llegado arriba sudando. Cuando llegábamos arriba nos han alcanzado los conductores que habían subido a un ritmo endiablado. Poco habían disfrutado del paisaje y de las preciosas vistas al vallecillo del arroyo del Chorro con el cerro de los Hornos a un lado y las Pedreras y Huma al otro.

El embalse de la Encantada, construido allá arriba aprovechando la mesetita del cerro de La Mesa, está vallado. No se puede acceder a él. Lo rodeamos por el norte, por el carril de servicio del embalse que va llaneando y permite disfrutar del paisaje sin el agobio de la cuesta. Tiene unas excelentes vistas al desfiladero de los Gaitanes y al Almorchón, pero en esta tranquila mañana de enero lo más llamativo era el verdor de todos los campos, vestidos del verde clarito de la yerba, transmitiendo esa alegría de las plantitas abriéndose a la vida, comenzando un nuevo ciclo, adornadas del rocío de la mañana.

El día se mantenía bien. Con alguna nube, aunque sin signos de lluvia. Bajamos por la carretera de Bobastro pasando por la caseta de acceso a Bobastro, cerrada, aunque con la verja de entrada abierta, para dejar la carretera poco más abajo y entrar en la senda que sigue uno de los afluentes del arroyo del Granado. Este trozo de senda es particularmente bonito porque desde la Mesa caen unos tajos de arenisca, erosionados por el viento para formar esas covachas o tafonis tan curiosas, mientras caminamos entre pinares por el valle de un barranquito formado entre los cerros de la Mesa a la derecha y el de la Cornicabra a la izquierda.

En un calvero soleado hicimos la paradita del Ángelus para proseguir descendiendo hasta encontrar el desvío a la izquierda que baja al arroyo del Granado a empalmar con la Gran Senda de Málaga. La Gran Senda se ha trazado aquí paralela a la carretera, ascendiendo hacia el puerto de las Atalayas, con múltiples subidas y bajadas para sobrepasar las cañadillas que bajan al arroyo.

La Gran Senda cruza la carretera para subir a un puertecillo donde principia el ascenso al Almorchón por su arista suroeste. Alcanzamos el puertecillo hacia las 13,30, el cielo se había cubierto completamente y por el oeste venía la lluvia. Se propuso acortar la caminata dejando el Almorchón para otro día porque si comenzábamos a subir ya no tendríamos vuelta atrás, habría que recorrer la sierra entera y salir por el norte por encima del camino del Rey. Se vieron pros y contras y al final se decidió dejar la sierra del Almorchón y evitar remojones.

La senda que desciende del puertecillo tiene un ramal a la derecha, muy poco antes de llegar a la carretera, para evitarla yendo paralelos a ella por arriba. Por ese ramal fuimos, aunque también terminamos en la carretera. Desde la carretera localizamos una covacha grandecita. Ponferrada subió a explorarla y vio que allí, en hilera, cabía todo el grupo. En esa covacha nos acomodamos cuando caían las primeras gotitas del día y allí organizamos la comilona de rigor con las fiambreras yendo y viniendo de un extremo al otro de la hilera de comensales.

Excelente comida, terminada con rica tarta de mandarina. Sí diré que tendremos que cambiar el nombre a Minivinoteca porque entre 15 salieron tres exiguas botellitas de vino. Tuvimos 2 litros de té y 2,25 litros de vino. Esto no guarda ninguna proporción. Hay que apuntarlo en la agenda en el capítulo de mejoras.

Desde el restaurante llegamos enseguida al aparcamiento donde estaban los coches en el túnel de comienzo del Caminito del Rey. Al final cayeron cuatro gotas, justo para mojar la carretera, pero claro, uno sabe de antemano que va a llover porque la lluvia se veía venir, pero no cuánto.