Participantes: 13 | Pili, Paco Ponfe, Germán, Jesús R., Paco Z., Carlos, Paco Ruiz, Lucía, Ricardo, Manuel D., Jesús C., Tere y Jerónimo. |
Distancia recorrida: | 15 kilómetros |
Desnivel de subida acumulado: | 800 metros |
Altura mínima: (1.312 m – Arroyo de Huenes) | Altura máxima: (1.885 m – Cerro Gordo) |
Tipo de recorrido: | Circular. |
Tipo de camino: | Veredas, carriles y algún pequeño tramo campo a través. |
Desayuno en la cafetería del hotel Boabdil en Otura. Muy buena atención y muy cómodo; pan de chapata, a 3,20€
En el collado Sevilla los coches
marcaban 1ºC, casi sin viento, pero el frío se notaba por todo el cuerpo, así
que estuvimos muy poco tiempo contemplando la espléndida vista de los Alayos y
comenzamos a caminar para entrar en calor. El frío fue también el causante de
que eligiéramos subir por la solana en vez de ir por la umbría del arroyo
Huenes al cortijo de Fuente Fría.
En el puente de los Siete Ojos
abandonamos la pista a la Cartujuela para tomar la senda que remonta por el
pecho de la ladera derecha del arroyo Huenes, claramente marcada por los hitos
del sendero PR-A 20, Cerro Huenes. La senda sube con bastante pendiente y,
cuando hubimos recorrido un trecho y recibimos los primeros rayos del sol,
comenzamos a quitarnos capas de abrigo. Era lo que esperábamos de la cuesta,
que nos quitara el frío.
Más arriba la senda se divide
yendo la de la derecha a los cerros del Sol, de la Carne y Gordo, mientras la
principal continuaba paralela al arroyo Majadillas hasta la llanura del Chopo.
Como era temprano y veníamos con fuerza, decidimos tomar el desvío a la derecha
para recorrer las cumbres. El primer cerro era el del Sol. Cuando estábamos
cerca de la cumbre, una parte de la cuadrilla la atacó directamente, mientras
un grupito trató de evitar el último repecho y tomó una veredilla que llaneaba
por su falda como para rodearla. Intento fallido. La sendilla desaparecía en
una cañadilla erosionada por las aguas; una parte volvieron sobre sus pasos y
otros decidimos ir a la cumbre por la pendiente ladera. Al final todo el grupo
se reunió en el colladillo entre los cerros del Sol y de la Carne.
Enfilamos, siguiendo la senda, a
los farallones rocosos que coronan la cumbre de la Carne. Debajo de los mismos
la senda giraba a la izquierda para evitar esos tajos. La senda se quedó en un
caminillo de cabras, con piedrecillas, peligrosa por riesgo de resbalones. La
pasamos despacio hasta alcanzar la ladera norte del cerro, donde, unos subieron
a la cumbre, mucho más accesible por esta cara, y otros comenzamos el descenso
al collado al norte del pico de la Carne. El descenso nos llevó un buen rato
porque era muy empinado y totalmente cubierto de piedrecillas resbaladizas. Un
rato difícil que se nos hizo largo.
En el colladillo esperamos a los
que habían coronado el cerro y todo el equipo se dirigió al tercer cerro, el
Gordo, cónico, terroso, y de bastante más altura. Iniciamos la subida hasta un
colladillo donde nos detuvimos a la paradita del Ángelus.
A todo esto, las vistas en todo
el trayecto de las cumbres son sensacionales: a la derecha, sur, la ladera
izquierda del arroyo Huenes, el puntiagudo Trevenque y la erizada cordillerita
de los Alayos; al sureste la inmensa Sierra Nevada con nieve que no formaba un
manto homogéneo y las edificaciones de Pradollano. Al norte el `picacho del
Tamboril y el cerro Huenes.
La subida a cerro Gordo fue
sencilla, sin otro problema que salvar el desnivel, descendiendo después al
norte y al noroeste en la dirección del cerro Huenes, aunque antes había que
salvar el cerrillo de las Minas. En cuanto se pone el pie en la ladera del
cerro de las Minas el suelo cambia. La dolomía descompuesta, terrosa y
blanquecina del cerro Gordo se transforma en roca caliza gris-azulada. La
desnudez de cerro Gordo cambia al matorral con grupillos de encinas del cerro
de las Minas, cerro de muy poca altura, que se corona enseguida para descender
al noroeste, hacia el cerro Huenes, continuando con el mismo tipo de suelo. En
esta laderilla y en el llanillo subsiguiente quedan agujeros, restos de la
minería que buscaba hierro y la plata al hierro asociada.
En el collado Huenes se llega a
la pista que en él muere. El cerro Huenes está allí cerquita, al noroeste, pero
hay que evitar el roquedo mayor e ir por el pinar al puertecillo a la izquierda
del roquedal. Al llegar al puertecillo descubrimos que hay una dolina y otro
resalte montañoso más al noroeste. Pasamos la dolina y en el resalte montañoso
es donde está el vértice geodésico y unas espectaculares vistas de toda Granada
y su vega. Preciosa panorámica.
Volvimos sobre nuestros pasos al
collado de Huenes y, siguiendo el PR-20 bajamos por el hermoso pinar de pino
silvestre hasta alcanzar la pista, el aljibe y el aprisco donde nos recibió la
manada de vacas y ternerillos.
El PR lo han trazado por la
cañadilla de Fuente Fría, pero si se quiere ver la fuente hay que bajar por la
pista, paralela a la cañada, y en la cerrada curva a la derecha que da la pista
está la fuente con su alberquilla.
Dejamos la pista y seguimos el PR
a la izquierda, por el pinar, con el tajo de la Sabina a la derecha, para
llegar a lo que fue el cortijo de Fuente Fría. Después hubo allí un vivero y se
construyó un barracón, aún en pie, para albergue de la gente que trabajó en la
repoblación forestal.
En la ladera derecha de la cañada
de Fuente Fría, buscando el solecito, paramos a almorzar. Hubo de todo.
Langostinos, chacina muy variada y boquerones en vinagre de aperitivo,
calabaza, menestra y ensalada en el capítulo de verduras, arroz y tabulé en el
de las pastas y carnes de todo tipo después. Quesos variados y para terminar la
tarta de Jerónimo, de mandarina esta vez, con tés y orujos. Al llegar sólo
salieron tres botellitas de vino. Parecía una ración escasa para semejante
cuadrilla. Pero cuando una cosa escasea aún sobra, y eso es lo que pasó con el
vino, sobró media botella.
Continuamos nuestra ruta, un rato
por umbría y después con el sol de tarde dándonos calorcito, por la ladera
derecha del arroyo Huenes que ahora lo llevábamos allá abajo. ¡Qué tremenda
erosión ha hecho! La vista al arroyo en lo hondo, las parcelitas de cultivo
sobre él, la llanura del cortijo de la Fuente del Hervidero encima, y la Boca
de la Pescá al fondo componen una estampa preciosa, de la que se disfruta
durante mucho tiempo.
La sendita se convierte en
carrilillo, cruza el arroyo Huenes, se une a la pista de la Cartujuela y nos
lleva al aparcamiento.
Día frío por la mañana, pero muy agradable después, soleado y sin viento. Una delicia de día.