miércoles, 9 de septiembre de 2020

9 de septiembre: Canillas de Aceituno - Peñón Grande

 Participantes: Perpetua, Miguel Ángel, Pili, Paco Ponferrada, Luis, Manuel de Rincón, Luci, Manu, Victoria, Antonio Usieto y Jesús.

Distancia recorrida: 9,5 km

Desnivel acumulado: 620 m


El grupo de los jubilados se va completando. Hoy hemos recibido a Antonio Usieto después de su temporada veraniega en Matalascañas.

Perpetua y Miguel Ángel marchan a Malawi. El objetivo de hoy era ofrecerles una cariñosa despedida. Por eso planeamos una rutita corta cerca de su residencia en Canillas y luego tomar una cervecita con ellos.

Poco más de las 8 partimos del aparcamiento municipal de Canillas por la empinada calle de los Picachos, de sonoro nombre serrano, en dirección al cementerio.

Estas rampas de Canillas mueven el sobrealiento al más pintado y a los jubilados ni que decir tiene. Saludamos al simétrico cementerio, que por muchos años nos espere, prosiguiendo camino arriba. En el siguiente cruce Jesús se despistó y se metió por la pista a la derecha. Una vez vista la equivocación tornamos sobre nuestros pasos, y ya por la pista adecuada tomamos la sendita paralela a la pista y llegamos al collado sobre el Nicar.

Entre la sendita por debajo del Peñón y la pista elegimos esta última para pasar por el mirador de los Tajos Lisos. La mañana estaba muy agradable, sin viento y temperatura suave, ideal para caminar a la sombra del tremendo Peñón Grande, imponente e inaccesible desde nuestra pista.

Echamos un buen rato en el mirador porque la agreste belleza del barranco de los Tajos Lisos, encajonado allá abajo, lo merece. Hoy, además, estaba ornado por unas neblinas matutinas que lo cubrían, lo velaban o lo descubrían a ratos.

La sombra de los pinos nos ha protegido en la ascensión por el carril al norte del Peñón y luego por la sendita de ascenso al mismo. Como teníamos tiempo hemos ido al promontorio del oeste. Allí hemos hecho un Ángelus de poca comida aunque de mucho rato. No había sombra, pero la brisita venía fresca y no se echaba en falta, tanto que alguien ha sugerido a Miguel Ángel y Perpetua que podían dar una carrerita a su casa, traer las cervezas y hacer el aperitivo allí.

Con mucha parsimonia hemos cargado las mochilas y partido hacia el este. Teníamos tiempo y la subida estaba hecha. Y eso el personal lo nota. Se camina despacio, se prodigan las conversaciones, se para con frecuencia… en fin se disfruta plenamente de la caminata.

Perpetua y Miguel Ángel se adelantaron a buen paso. Querían poner unas cervezas en el congelador y Miguel Ángel atender a sus clases telemáticas.

La senda de descenso, hacia la mediación, está abarrancada y al llegar a la Fuente de la Rábita se difumina en varias senditas. La fuente echaba su buen chorro de agua. El rumor del agua, la sombra de los enormes pinos resineros, el fresquito que nos acompañaba, invitaban a tomar las cosas con calma. Así hemos hecho en los alrededores de la fuente, visitando la cueva, con total tranquilidad, antes de emprender el descenso hacia Canillas.

Bajada lenta, con múltiples paradas. Luis iba delante y al terminar la senda en el carril de los corrales de Canillas, se sentó a esperar al resto de la comitiva. Tanto tardábamos en llegar que se impacientó pensando si habríamos tomado otra ruta. Nada de eso, simplemente bajamos muy despacio.

Por las empinadísimas callejuelas canilleras descendimos a la plaza donde está La Sociedad. La pendiente de esas calles es mayor que la de las sendas de la montaña; un pueblo francamente difícil de caminar.

Perpetua y Miguel Ángel nos obligaron a descalzarnos para visitar su casa. Nos ofrecieron una cervecita helada y nos enseñaron la casa desde la calle a la terraza, incluido un trastero externo. Una casita antigua, muy bien arreglada y acogedora ahora, pero ellos repiten constantemente la trabajera que han tenido allí en los últimos meses.

En la terraza nos acomodamos para disfrutar de un copioso aperitivo con tortillas, carne mechada, paleta, boquerones en vinagre, chorizo, queso, patatas de feria, etc. Cervezas frías en cantidad y una botellita de Toro, regalo de Miguel a través de Victoria.

Al aperitivo acudieron también Conchi y Tarifa, viejos conocidos del Patamalara y Remedios y Alfonso, también conocidos de todos.

Esto de caminar un rato y tomar aperitivo otro rato es una idea que está teniendo éxito. No sé si alguna vez volveremos a proponer excursiones de todo el día.


El Peñón Grande

Barranco de los Tajos Lisos

En el Mirador de los Tajos Lisos

Nubecilla por el barranco

Por la senda del Peñón

Por la cima oeste del Peñón

Canillas a vista de pájaro

Por la cresta

En la senda de la Rábita

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