Participantes: Ana, Manolo, Ricardo, Paco Ruiz, Jesús
Distancia recorrida: 16,5 km
Desnivel acumulado: 1300 m
Desayuno en la gasolinera de Nerja con la agradable compañía de Fali
que iba a sus cabras. Hubo pugna por pagar el desayuno, Ricardo porque había
cumplido años y Ana porque los iba a cumplir. Al final pensamos que hay más
días que longanizas, que pagara el que ya los había hecho y que Ana lo hiciera
en una próxima salida. Felicidades a ambos.
Aparcamos a la entrada al carrilillo de costumbre. Ahora tenemos dos
sendas para ir a Cornocalejo, la que sale desde la carretera poco antes del
aparcamiento y el carrilillo. Tomamos este último por disfrutar de los tajos
sobre la cueva de Gonzalo y de la profundidad del barranco de la Cuesta del
Espartal a nuestra derecha. Los tajos son espectaculares por las formas de los
roquedos, por la vegetación que los rodea y por el corralillo que aprovecha la
cueva de Gonzalo.
Del carrilillo sale la vereda que sube a la cueva. La vegetación se
había limpiado recientemente y descubrimos que al comienzo de la vereda había
un carrilillo a la derecha que zigzagueaba primero al barranco y luego hacia
los tajos. En realidad la vereda va por otro carrilillo hasta cerquita de la
cueva de Gonzalo, allí lo deja y sigue ya como vereda para pasar por debajo del
algarrobo centenario e ir al Cornocalejo.
Alguna foto en el cortijo, paradita en la fuente de Cornocalejo donde
nos sorprendieron la cantidad de puestas de huevos de sapo, y un par de parejas
de sapos que estaban “a lo suyo”, a producir las largas ristras de huevos.
En el puerto del Madroño tomamos la senda a la cuesta del Cielo que
baja empinadísima a la cañada de los Madroños. La cañada iba sin agua, pero
unos metros más abajo, se oía en una zona de junqueras, la surgencia de la
fuente Mancaje. Dudamos por donde sale la senda de la cañada. Hay que subir un
poco por ella y de allí sale a la izquierda. Desde la cañada de Colmenarejos la
jara pringosa está invadiendo la senda, especialmente en el entorno de la
fuente del Carrascalejo (a la cual no se puede acceder por las zarzas) así que
pronto la jara cegará otra vez la senda y habrá que esperar a que se limpie
para volver a utilizar esta senda.
La senda se une a la que sube de la Civila al Cielo en la zona de la
mina Pozo del Hierro. Allí nos reagrupamos pero solo un momento porque en
cuanto nos pusimos a caminar se establecieron cuatro grupitos entre los cinco
que íbamos: primero Paco, después Ana, luego Manuel y cerrando la marcha
Ricardo y Jesús. Ya se sabe, la gente unida. Más adelante Paco y Ana se
unieron, Manuel cerquita de ellos y más atrás Jesús y Ricardo. Curiosamente
posiciones muy relacionadas con la edad.
En el Alto del Cielo tomamos el Ángelus y nos volvimos a reagrupar.
Continuamos hacia el este y en vez de subir al cerro de las Minillas de Herrera
lo tomamos a media ladera buscando la sima. La encontramos gracias a Manuel y
su “Manolito” porque viniendo del Cielo no se llega con facilidad. Pasamos por
el collado de la Mina Herrera con los restos del incendio y al pie del Morrillo
de los Cabreros nos volvimos a separar: Jesús al oeste buscando una sendita que
decía había hasta el puerto de la Orza, Paco, Ana y Manuel al colladito entre
el Morrillo y el cerro de los Pinos y Ricardo intermedio de ambos. Jesús perdió
la poquita huella de senda que había al principio, se unió a Ricardo y ya
continuaron a juntarse al resto del grupo que aguardaba en lo alto del cerro de
los Piornos.
Bajamos al puerto de la Orza, pensamos que era pronto para comer e
iniciamos la bajada por la senda que va por la cañada del Espartal. La niebla
había entrado temprano desde el mar, tanto que creímos que llegaríamos al Cielo
con niebla, pero el viento cambió a norte y la sujetó, pero ahora, conforme
bajábamos, la teníamos cada vez más cerca, por eso, antes de entrar en ella,
decidimos comer al solcito. Y allí en un clarito del matorral hicimos los
honores a la chacina leonesa, a los tomates, pimientos, tortillas, carne y
queso, terminando con el brownie, no de Ana, sino del Mercadona aunque lo trajo
Ana, pastas de cabello de ángel de Alhama, té y orujos.
Proseguimos la marcha con la alegría que da el estómago lleno, bajamos
al puerto del Madroño y a la fuente y cortijo de Cornocalejo. Paco fue más
rápido porque quería buscar orquídeas y el resto, más despacio, llegamos a los
tajos de la Cueva de Gonzalo y decidimos visitar la cueva. Con no mucha
dificultad llegamos a ella, visitamos la habitación del cabrero, sin uso desde
hace años, y pensamos bajar yendo hacia el barranco de la Cuesta del Espartal
tratando de unir con el carrilillo que habíamos visto en la mañana. Imposible
bajar por allí. Dimos la vuelta y proseguimos por la vereda conocida. Unos
tubos al lado de la cueva nos hicieron suponer que los carrilillos se habrían
hecho para hacer alguna perforación allí, poco exitosa a juzgar por el
abandono.
Día magnífico, por la temperatura, sin viento, aunque la niebla nos
impidió disfrutar de las magníficas vistas al sur desde lo alto de la
cordillera.
La Ruta
Los tajos de la Cueva de Gonzalo. El puntito azul de abajo es Ana
En el cortijo de Cornocalejo con la Cabeza del Caballo al fondo
En la fuente de Cornocalejo
Lio de sapos a "lo suyo"
Por el collado del Madroño
Llegando al Pico del Cielo
El grupo en la cima del Cielo
Caminando hacia la Cuesta del Espartal
En la cima del Espartal
Preparando la comida
Bajando entre la niebla
Llegando al cortijo Cornocalejo
Cruzando la puerta de los tajos de la cueva de Gonzalo
La cueva de Gonzalo
Yo os espero en la gasolinera
ResponderEliminarMe apunto.
ResponderEliminarMe apunto al Cielo. Nos vemos en Nerja.
ResponderEliminarEstaré en la plaza a las 7
ResponderEliminarMañana estoy en la plaza a la hora prevista. Contad conmigo.
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