Participantes: 12
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Jerónimo,
Lola Valle, Paco Zambrana, David, Manuel de Rincón, Luci, Paco Ruiz, Carlos,
Antonio de Fornes, Ricardo, Manolo de Nerja y Jesús
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Distancia recorrida:
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12 kilómetros
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Desnivel de subida acumulado:
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690 metros
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Altura mínima: 900 metros (Huertas de Zafarraya)
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Altura máxima: 1.352 metros (Cerro Hoyo del Toro)
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Tipo de recorrido:
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Circular
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Desayuno
en el Cruce de la carretera de Benamargosa. Un bollito que costaba tragarlo
Aparcamos
en Ventas de Zafarraya nada más pasar el puente de la vía
para explorar esta sierra que nadie conocía y se nos antojaba cortita pero de
mal andar.
Encima
del aparcamiento han hecho un parquecito para rememorar el tren de Zafarraya
con una vía de tren pequeñita sobre macadán, con su cambio de agujas y su doble
vía. De ese parquecito arranca una vereda estrechita aunque suficiente para ir
remontando la pendiente mediante zigzags hasta el mirador del Pradillo, con
unas vistas muy bonitas sobre el llano de Zafarraya y sobre Ventas cubiertos
ambos parcialmente por la bruma matutina de las noches en calma.
La
cuesta ya nos había quitado el fresco de la mañana. Desde el mirador del
Pradillo se divisan arriba, al sur, las barandillas del mirador de la U y hacia
ellas parte la sendita que seguimos. Poco antes del mirador de la U la sendita
se divide yendo la de la izquierda al Boquete y la de frente al mirador. Ambos
lugares se han de visitar. El Boquete es impresionante por sus dimensiones. Es
un agujero inclinado que traspasa la sierra dando vistas al sur, de entre 10 y
20 m de altura y algo más de anchura, realmente llamativo. Por encima, el
mirador de la U nos hizo disfrutar de inigualables vistas sobre el Llano y
sobre la vertiente sur desde la Mesa de Zalia al mar, en una mañana tranquila,
serena, con el fresquito justo para que apeteciera caminar.
Del
mirador sale una sendita de borregos por la cresta hacia el oeste. Termina
enseguida frente a un peñascal y ahí tuvimos el primer dilema: unos rodearon el
peñascal por el norte, otros por el sur y otros aún por el norte, más abajo,
por la sendita de entrada al Boquete. Reunidos todos seguimos cresteando al
oeste con dificultades, visto lo cual una pareja decidieron evitar la cresta
por el sur. Los de la cresta siguieron por terreno muy escarpado y otro grupito
decidió evitar los peñascales subsiguientes también por el sur. Finalmente, los
que quedaban por la cresta también se dividieron porque un grupo la evitó por
la ladera norte.
En
el Hoyo del Toro los del sur esperaron al de la cresta y juntos siguieron hacia
el cerro del Toro con su vértice geodésico. En la misma base del cerro, al lado
de la sendita, está la cueva de los Guaicos. La exploramos hasta su final y nos
reunimos con los de la ladera norte en la cima del Toro yendo juntos al collado
siguiente donde tuvimos el Ángelus.
El
personal estaba de maravilla al solcito en el collado. Nadie quería proseguir.
Pero lo hicimos siguiendo unos hitos de piedra y las veredas del ganado. Antes
de llegar a la siguiente cima alguien se descolgó del grupo evitándola por la
ladera sur, otros bajaron desde la cima al sur y otro continuó cresta adelante.
En el puerto de Veredas Blancas nos volvimos a reunir.
Esta
historia de separaciones y reuniones es una constante siempre que hacemos rutas
nuevas. Parece que todos creemos que nuestra idea de por dónde continuar la
marcha es la mejor…y la ponemos en práctica, aunque lo lógico sería que el
grupo marchase unido.
El
plan era de Veredas Blancas regresar por el camino de la vía, sin embargo la
ladera norte tenía un atractivo pinar. Vuelta a discutir qué camino coger.
Optamos por el pinar para bajar a Zafarraya y por una vereda estupenda llegamos
al llano donde se terminaba el pinar. Buscamos un sitio seco y soleado para
comer y allá hicimos nuestro rolde. Lola actuó de maestra de ceremonias e
impuso un poco de orden y de parsimonia en la comida. Un buen trabajo el de
Lola. Comenzamos con las ensaladas, las verduras, las tortillas y terminamos
con las carnes y pescados. Quesos, pastas, tés y orujos. Comida pantagruélica,
como siempre.
Solo
nos quedaba continuar por la pista asfaltada hacia Ventas disfrutando del sol,
de la compañía y de la excelente tarde.
Cualquier
ruta tiene sus atractivos y esta también. Los miradores, el Boquete, la Hoya
del Toro y la cueva de los Guainos, además de las hermosas vistas a sur y
norte. Para futuras caminatas lo mejor sería desde el mirador de la U bajar
hasta una sendita que por el sur va a media ladera y remontar luego a la Hoya
del Toro.
ESPIRITUALIDAD neandertal
Homo neandertalensis. El hombre de
Zafarraya y Alcaucín.
Cuando
en Europa el Homo fue hombre
moderno, Homo sapiens, sapiens en el Boquete de Zafarraya, el Homo siguió siendo neandertal. No se
dejó colonizar y mantuvo sus tradiciones musterienses.
No era propicio a la transformación, al
cambio. No era propicio a los vientos. No era un hombre ni vulnerable ni blando. Dejó la costa, las
playas y el rebalaje para preservarse, sí. Para mantenerse, sí. Para ser presente
de un pasado, sí. Para no caer en desuso, sí. Para no perder muelas, sí. Para
descontextualizarse, sí. Para tallar la piedra dura, sí. Para apretar la
mandíbula, sí. Para conservar la rabia, sí. Para guardar la ira en la
mandíbula, sí.
No era propicio a las mariposas, no. No era
frágil, no. No lloraba, no. Dejó las playas, dejó el mar, sí. No quería
cambiar, no. Tenía dudas el neandertalensis, pocas. Apretaba la mandíbula, fortalecía la ira,
tallaba la piedra dura.
No era propicio a los vientos, no. Dejó la
playa por la cueva, sí. Profundizó en la cueva, sí. Se adentró en la cueva, sí.
Miraba al Sur desde la cueva, sí. Veía el mar, poco. Masticaba la playa, sí.
Era omnívoro, sí. Se lo tragaba todo, sí. Se tragó un mar, sí. Era caníbal, sí.
Masticaba a sus congéneres, sí. Tenía un ritual de enterramiento, sí. Se
abrigaba en la cueva, sí. Dibujaba el mar, sí. Resistía, sí. Soñaba, no.
No era un hombre vulnerable, no. Tallaba el
sílex, sí. Apretaba la mandíbula, mucho. La cueva era cálida y templada, sí.
Dibujaba el mar, sí. Zafarraya era fría, mucho. No era propicio a los vientos,
no. Apretaba la mandíbula. Tallaba lascas, las afinaba, las convertía en
afiladas puntas. Este hombre no lloraba, nunca. Este hombre acariciaba las
suaves lascas, sí. Conoció el hacha, no. Conoció el cuchillo, no. Afinaba las
lascas, bastante. No era propicio a los cambios, no. Apretaba la ira, sí.
Nota: el hombre de Zafarraya
descontextualizado y descalzo se mantuvo en el Paleolítico Medio cuando el Homo
europeo transitaba la racionalidad en el Superior. Se cuenta que observaba a
las cabras y que se protegía de los vientos al abrigo de una cueva y se escucha
que el neandertalensis apretaba la mandíbula para guardar su ira y custodiar sus
láminas. Excavaciones recientes han demostrado que finalmente se extinguió
porque aflojó su mandíbula y fue colonizado por tres lágrimas: la lágrima de la
Maroma, la lágrima agrícola de los llanos y la más grande de todas que se
encontró incrustada en su cráneo plano, la lágrima del Mar.
Iniciando la subida desde el Aparcamiento
La niebla matutina
Subiendo desde el Mirador del Pradillo hacia el Mirador de la U
La ventana que atraviesa la roca
Caminado por la cara norte
El fotógrafo fotografiado
La cueva de Guaicos
Subiendo al cerro con el Hoyo del Toro a los pies
Subiendo al cerro del Hoyo del Toro
Parte del grupo en el Vértice Geodésico del Hoyo del Toro
Caminando en busca del Tajo del Cabrero
Subiendo hacia la cresta
En el Tajo del Cabrero
Bajando del Tajo
Por la senda de Veredas Blancas bajando hacia Zafarraya
En el cruce que sube al Hoyo del Toro
La primavera esta llegando
La colección de vinos siguiendo las recomendaciones del Comité de Cata
Un restaurante en el camino
Reanudando la ruta después de la comida
De regreso a las Ventas de Zafarraya
Las dos rutas de subida al Hoyo del Toro, una por el norte y otra por el sur
Jajaja. Me parto. Sois geniales. Este sábado tampoco puedo caminar con vosotr@s por circunstancias laborales. Pasadlo genial y suerte con los vinos.
ResponderEliminarVaya exquisitos que os estáis volviendo!!!!!!! Así me apunto a las comidas, ya que ponéis tanta información podríais poner lugar de la comida para los que no podemos hacer la ruta completa, por lo menos nos acercaríamos al lugar de comida a catar tanta variedad. Nota: También se llevaría vino
ResponderEliminarEl CCVA tiene toda la razón. Hay que poner un poco de orden en lo que con el paso de los años se está desvirtuando. La V.A. ya tiene un prestigio internacional que nos arriesgamos a perder si seguimos por esta vía de desorden Sodoma y Gomorra vinícola. Yo, en calidad de enólogo novato tomo nota de las precisas y autorizadas recomendaciones del CCVA y hago propósito de enmienda.
ResponderEliminarTambién llevaré pepino.
Me apunto. Yo tė con miel.
ResponderEliminarLola Valle y Paco también se apuntan.
ResponderEliminarEstaré a las siete en La Plaza con coche.
ResponderEliminarAS
Estaré en la plaza a las 7 sin coche, dispuesto a montarme en uno u otro de los que vengan.
ResponderEliminarFali, mañana podría ser un buen día por si quieres unirte aen la comida. Estaremos cerca y sobre la 1 del mediodía te puedo llamar y decirte por donde comeremos.
Como hay coche en Torre, yo iré directamente al Trapiche.
ResponderEliminarOs espero en la plaza.
ResponderEliminarAbandono el rincón en el que estaba y me incorporo a la ruta. Si hubiera o hubiese alguien del rincón en donde me encontraba que también se incorpore, iríamos juntos, de lo contrario en la plaza nos veremos.
ResponderEliminarContinuamos con la pertinaz sequía. Mal asunto
Manuel
Voy.
ResponderEliminarEstaré en la plaza.
ResponderEliminarMe apunto
ResponderEliminaraunque tarde, me apunto (acabo de llegar de Alhama)
ResponderEliminarNo he firmado el escrito anterior pero por lo de Alhama se entiende quién soy.
ResponderEliminarAhora sí firmo.
Ricardo