Pendientes de la lluvia.
jueves, 31 de octubre de 2024
jueves, 24 de octubre de 2024
26 de octubre: Cerros Verde y Atalaya desde el Pto. del Collado - Cómpeta
Participantes: 13 | Luis,
Jerónimo, Tere, Paco Ponferrada, Jesús R., Pilar, Lucía, Germán, Lola,
Paco Zambrana, Paco R., Ricardo y Jesús C. |
Distancia recorrida: | 15,2 kilómetros |
Desnivel de subida acumulado: | 845 metros |
Altura mínima: ( 890 m – Puerto del Collado) | Altura máxima: (1.327 m – Cerro Verde) |
Tipo de recorrido: | Mayormente circular con algún tramo lineal de ida y vuelta |
Tipo de camino: | Veredas y carriles. |
Desayuno en el bar Ricky de Caleta de Vélez. Pitufos con aceite y tomate, alguno con jamón, a 3,5€. El pitufo integral duro al decir de algunos.
Empezamos el día con cambios.
Primero en el desayuno. Se había puesto en el bar Manolo de Caleta. Ricardo
avisó de que estaba cerrado y se trasladó el desayuno al bar Carlos, pero
alguien volvió avisar de que era sábado, había mercadillo allí y que podría ser
difícil aparcar, lo que nos llevó al bar Ricky.
Se había puesto en el blog la ruta Fábrica de la Luz de Canillas, Atalaya, Verde, puerto Blanquillo. Durante el desayuno se propuso y se aceptó cambiarla por la del puerto del Collado a puerto Blanquillo.
La primera parte del carril de la
Mina desde el Portichuelo al puerto del Collado está francamente mal porque el
agua lo ha arroyado. Hay que entrar por la circunvalación de Cómpeta y subir al
carril de la Mina a la altura de la Cruz del Monte, como hicimos en el descenso
por la tarde.
En el puerto del collado
estábamos a 10ºC y con un viento horroroso. Este puerto siempre es muy ventoso.
Preparamos las mochilas al abrigo de la caseta por protegernos del viento y
arrancamos a caminar siguiendo el carril que sube al collado de Vuelta Grande,
también llamado Cruz de Canillas, todos, excepto Ricardo que prefirió enfrentarse
al viento y a la empinada pendiente siguiendo la cresta.
En el collado de Vuelta Grande
seguía soplando el viento con intensidad hasta que la mole de cerro Gavilán nos
protegió, pero más allá, en los collados Moyano y Cavila, otra vez nos azotó de
lo lindo.
En el collado Cavila dejamos el
carril para tomar la senda de la cresta hacia Tajo Atalaya y tuvimos la grata
sorpresa de que estaba limpia, con buen piso, porque, supusimos, la habían
limpiado para las carreras de montaña. La sendita va por el oeste de la cresta
para evitar el tajo del Tío Ramón y nos llevó hasta el pie del roquedo del Tajo
Atalaya.
Desde allí, unos cuantos trepamos
a lo alto de la Atalaya. Hay que ir por la parte sur del roquedo, ascendiendo,
hasta el extremo oeste y por el oeste del Tajo trepar a la cima. Llegados a la
cima nos protegimos un poco del vendaval, estuvimos unos minutos y enseguida
descendimos, muy despacio, sobre todo en la cresta, por las fuertes rachas de
viento.
Reunido todo el grupo al pie de
Tajo Atalaya continuamos en dirección a cerro Verde, bajando primero al collado
Borriquero y subiendo después hacia el Verde. Este tramo ya estaba sin limpiar.
Se ve que la carrera de montaña había bajado desde el collado a la fuente
Borriquero.
Todo este trayecto por la cresta
de la loma Charambuscas es muy bonito por las vistas tanto al oeste como al
este. Además, había llovido el viernes y la tierra estaba húmeda y esponjosa,
agradabilísima de caminar. La senda pasa cerca del vértice geodésico. La
dejamos y nos acercamos a él y en los matorrales de alrededor hicimos el
Ángelus con el viento decreciendo afortunadamente.
Del cerro Verde la senda baja con
fuerza hacia el collado Solapón y luego continúa más o menos a nivel, con
pequeñas subidas y bajadas, por la Solana del Puerto de Cómpeta, cruzando los
barranquillos que caen de la cresta al barranco de los Pradillos. Todos los
barranquillos se cruzan bien, excepto uno, flanqueado por tajos pétreos, con la
huella de la senda muy estrecha. En este paso se ha colocado una cuerda que,
aunque no necesaria, sirve para aliviar miedos y vértigos.
En puerto Blanquillo había un
buldócer alrededor del cual nos reunimos un poco protegidos del viento. Tan
apenas nos detuvimos, sino que enseguida descendimos al principio del barranco
de los Pradillos donde volvimos a estar protegidos del viento. Pasamos por el
pino de las Tres Ramas, donde se deriva la senda al collado de las Flores, por
la venta Cándido para llegar al cortijo de los Pradillos donde nos asentamos
para el almuerzo.
En la era, al sol, hicimos un
buen rolde, y comenzaron a pasar los aperitivos junto con las cervezas y un
rosado de Garnacha. Tuvimos boquerones, langostinos, pimientos asados, jamón,
salchichón y chorizo. Continuamos con escalivada, tortillas variadas, caballa,
y carnes de cerdo preparadas de distintas maneras. Quesos de Júrtiga y Mahón.
Vinos de Ribera, Manchuela y Rioja. Tarta de batata y tés. A ver qué
restaurante ofrece un menú largo y estrecho, como este, con una veintena de
platos diferentes y en un entorno tan magnífico como el cortijo de los
Pradillos.
Puestos en marcha nos recibió el
magnífico pinar en torno al barranco del Agua. Pinos enormes, con el
característico porte de copas anchas y ramas horizontales de los pinos
resineros, con el verde claro brillante que pone el agua en las acículas. Una
delicia pasear por ese pinar.
La senda continúa al suroeste,
entre las lomas de Charambuscas a la derecha, arriba, y la de Lucas a la
izquierda, abajo. Dejamos atrás la venta de María Dolores y en el collado de
Vuelta Grande decidimos dejar el carril y bajar hacia la casa de la Mina por el
sendero que zigzaguea por el calvero dejado por el último incendio.
De la casa de la Mina, carril
hasta el puerto del Collado donde tuvimos la desagradable sorpresa de tener el
coche de Zambrana sin batería. Se hicieron distintos intentos de ponerlo en
marcha, todos sin éxito. Hubo que llamar al seguro para que nos mandaran ayuda.
Cuando supusimos que la grúa estaba cerca quedaron allí Lola, Ricardo y
Zambrana y el resto, ateridos de frío, bajamos en los otros dos coches. Al
bajar, antes de llegar a la Cruz del Monte, ya subía la grúa para poner en
marcha el vehículo.
Primer día de otoño, con
temperatura alrededor de 10-12ºC, pero con viento en muchos sitios,
especialmente en el puerto del Collado, el más inhóspito de toda la sierra.
Volvimos todos con el frío metido en los huesos.
miércoles, 16 de octubre de 2024
19 de octubre: Juanar - Sierra Canucha
Participantes: 14 | Luis, Jerónimo, Tere, Paco Ponferrada, Jesús R., Lily, Carlos, Germán, Lola, Paco Zambrana, Antonio Usieto, Paco R., Ricardo y Jesús C. |
Distancia recorrida: | 13 kilómetros |
Desnivel de subida acumulado: | 974 metros |
Altura mínima: ( 730 m – Casa Puzla) | Altura máxima: (1.238 m – Pico Castillejos) |
Tipo de recorrido: | Circular |
Tipo de camino: | Veredas más o menos marcadas y un pequeño tramo por carril. |
Desayuno en la Cruz de Piedra de Coín. Buena atención, buenas rebanadas y buen lomo en manteca blanca y colorá. Un poco caro, a 5,5 € de media.
Bienvenido Paco Ruiz que hacía más de año y medio que no salía con el grupo. Nos alegramos de tenerte otra vez y ojalá no te tengas que retirar más por lesiones.
Dar la vuelta a la sierra Canucha
no es un recorrido largo ni con mucho desnivel, sobre el papel sencillo, pero
luego está el piso de las sendas, pedregoso, resbaladizo en muchos sitios, que
obliga a ir mirando continuamente donde se ponen los pies, lo que termina
haciendo una ruta exigente.
Partimos del Juanar, siguiendo la
sendita nueva que sale de la carretera, cruza el arroyo del Juanar para ir
después paralela a él por la margen izquierda, en una mañana con muchos más
claros que nubecillas, con un poco de brisa, ideal para caminar. Además, había
llovido esta semana, ¡por fin!, el piso estaba húmedo, y, parodiando a Lola, a
través de esas antenas que son los pies sentíamos la vida que comenzaba a
despertar de la tierra.
Por la senda de José Lima
subíamos al puerto de la Ereilla, donde los cerros de la Laja y el Gurapalá,
parecían acogernos como los brazos de una madre amorosa. Cruzamos la cañada de
las Minillas para subir hacia la fuente del Pozuelo. No llegamos a ella, sino
que nos desviamos al mirador de los Cuchillos, con una vista impresionante de
esos tajos de la Canucha que unos llaman Cuchillos, por lo afilados, y otros
Canchos de los Zapateros.
Desde el mirador se tiene una muy
buena perspectiva de la continuación del recorrido siguiendo la cañada del
Pozuelo hacia la caseta de Puzla que antes se distinguía muy bien por su
blancura y ahora ha dejado de verse porque la blancura de la cal ha devenido en
marrón con el tiempo.
Una vez superada la resbaladiza
bajada del mirador a la cañada se camina por la margen izquierda de ella, con
la enorme Canucha a la izquierda y el cerro del Pozuelo a la derecha, teniendo
al frente los grandes pinos resineros de la caseta de Puzla y dejando a un lado
y otro de la senda grandes enebros de la Miera podados como arbolitos.
En este tramo del recorrido se
cruzan 3 cañadas que bajan de la Canucha, siendo la más importante la tercera,
la de la Laja, que nace en el puerto de la Tejuela, debajo del prominente y
escarpado pico de la Tejuela. Conforme nos acercamos a la caseta de Puzla los
pinos cobran dimensión y su sombra atrae como lugar ideal para descansar un
poco. Allí, con muy buen criterio, hicimos la paradita del Ángelus.
Iniciamos el empinadísimo repecho
hacia el oeste, hacia el alto de la Canucha, por una sendita bastante limpia
que, conforme se acerca a los tajos, se torna casi vertical y exige ayudarse de
las manos para trepar en el roquedal. Una vez salvados los tajos gira la senda
para colocarse encima de ellos en un estupendo mirador de los llanos de Puzla,
las canteras y la sierra Alpujata un poco más allá.
En el puerto de Tajo Negro nos
unimos a la senda que viene de Monda para rodear el alto de la Canucha y llegar
a su cresta. El alto de la Canucha no es que sea la mayor altura ni mucho
menos. Lo llaman así en Monda porque es el cerro que más se ve desde allí y
oculta a las cumbres más altas al suroeste. El paseíto por la cresta de la
Canucha es muy gratificante porque se marcha casi en llano, con buen piso, y se
tienen a la izquierda los llanos de Puzla y la Alpujata mientras a la derecha
están las sierras de las Nieves y Real y debajo la zona de Huerta Arroyo
vertebrada por el arroyo del Rosal.
La senda entra en la ladera oeste
de los Cuchillos, bastante baja, y va cruzando todas las cañadas que bajan de
los Cuchillos: de Monda, de las Piedras, de Gonzalo Pérez y de los Pinsapos.
Entre una cañada y otra, su correspondiente puertecillo: de la Tejuela, del
Aulagarejo y de Gonzalo Pérez.
La senda se ha de recorrer
despacio por las piedrecillas resbaladizas que la cubren, sobre todo en las
bajadas, admirando los pinsapos que van llenando las cañadas de Gonzalo Pérez y
los Pinsapos, antes de llegar al emblemático puerto de la Encina o de los
Merenderos, entre los cerros del Madroño a la derecha y Castillejos o
Merenderos a la izquierda.
La encina es fenomenal, de esos
árboles emblemáticos a los que hay que rendir pleitesía. Y ¿qué mejor sitio
para almorzar que bajo su copa? Bajo ella nos sentamos buscando la sombra y al
final nos dispusimos como en estrella de tres puntas. Una de las peores
disposiciones que recuerdo porque sólo veías la cara de los tres o cuatro que
tenías cerca.
Comenzamos con langostinos, boquerones en vinagre, chorizo, salchichón, dos raciones de jamón y queso para continuar con habas, pisto, caballa, secreto, pollo, lomito… y alguna cosa más que no recuerdo porque para entonces el vinillo ya había nublado las entendederas. 5 tipos de queso, chocolate, almendras garrapiñadas y tarta. Vinos de Somontano, Argentina y Rioja. Después de este ágape aún hubo algunos que se levantaron y fueron a subir a los Castillejos. Otros, en vez de levantarnos, nos estiramos en el suelo dispuestos a descabezar un sueñecito, corto, por desgracia, porque enseguida bajaron los del cerro.
La comitiva se puso en marcha
descendiendo desde el puerto de los Merenderos al del Pozuelo y luego, por la
loma del Pozuelo, a través de su pinar y pinsapar, fuimos dejando a la derecha
las cañadas de Pajarón, Altabacal y Calderón, para llegar a la hondonada del
puerto de la Palma y allí enfilar al este subiendo al puerto de los Pulpitos, y
bajar por el carril del Juanar al refugio custodiado por el cerro del Chopón.
Más de uno bajábamos con la
intención de tomar un buen refresco en el refugio, pero estaba cerrado y nos
quedamos con las ganas.
Terminamos cansados, pero contentos de haber tenido un hermoso día y haber disfrutado de preciosas vistas y de excelente compañía.