Participantes: 11 | Germán, Pilar, Paco P., Jesús R., Lily, Jesús C., Manuel D., Paco Z., Lola, Tere y Jerónimo. |
Distancia recorrida: | 11,5 kilómetros |
Desnivel de subida acumulado: | 605 metros |
Altura mínima: (955 m – Los Navazos) | Altura máxima: (1345 m – Camorro de las Siete Mesas) |
Tipo de recorrido: | Circular, con un tramo prescindible de ida y vuelta |
Tipo de camino: | Veredas, sendas de animales y campo a través |
Desayuno en el bar Oasis de
Villanueva de la Concepción con pitufos, no había molletes, y churros recién
hechos, grandes, crujientes, con poco aceite, estupendos. Cada uno nos hemos
metido un pitufo bastante grande y uno o dos churros. A 4€/cabeza. Hemos salido
contentos.
Antes de las 9 llegábamos al
aparcamiento del centro de interpretación del Torcal en el llano de Polvillares.
Cada día nos cuesta más prepararnos para comenzar a caminar, que si cambio de
zapatos, que si comer algo, que si un forro polar u otro… echamos casi media
hora hasta que nos ponemos a caminar.
Comenzamos acercándonos al
mirador de las Ventanillas, como ya es habitual, para disfrutar de la vista al
sur y luego volviendo para bajar al hoyo de las Ventanillas. Hacía una mañana
tan serena, tan diáfana, sin un pelo de aire, que invitaba a recorrer la cresta
del sur del Torcal, emulando a las cabras que veíamos en la cúspide de los
riscos esperando los primeros rayos del sol.
En la cresta se tenía una vista y
un bienestar inmejorables. Alguien propuso tumbarnos allí, al solcito, y dejar
pasar el tiempo. ¡A dónde mejor íbamos a ir! Pero somos inquietos por
naturaleza y hemos continuado por la cresta, al oeste, para descender poco más
adelante al hoyo de la Burra. En él hemos tomado la ruta amarilla, por los
Arregladeros, bajo los imponentes tajos del sur.
El Torcal siempre es
sorprendente. Con la infinidad de veces que lo hemos recorrido y cada vez nos
muestra aspectos diferentes por la forma de las rocas, por la mezcla de
vegetación y roca, por el adorno de las cabras diseminadas entre los riscos…
Uno va caminando y admirando esas maravillosas composiciones pétreas en forma
de estratos horizontales, en forma de tubos verticales, en los equilibrios
inverosímiles de las piedras, en los callejones ocupados por la vegetación. Y
cada vez hay una perspectiva distinta, nueva, que obliga a parar, a admirar, a
fotografiar, esa multitud de rincones, tajos y pináculos.
Después del callejón del Agrasol,
al llegar al llano de la Mesa, solemos dejar la senda amarilla para ir en
dirección noroeste hacia el Torcal Bajo. El año pasado también seguimos esa
ruta llegando hasta la alambrada del cortijo de los Navazos, pero desde allí
tomamos al noreste y este por un andurrial horroroso del que salimos a duras
penas. Hoy nos proponíamos llegar al Torcal Bajo e investigar la entrada al
valle del cortijo de los Navazos para desde allí ir al noreste.
Nos internamos pues al oeste por
una zona poco frecuentada, pero con la senda bien marcada, con bonitas formas
de erosión, aunque no tan espectaculares como las de las rutas verde y
amarilla. Al llegar a las dolinas u hoyos la senda se difumina y hay que buscar
el rastro de las ovejas que son las que marcan la senda y nos guían en ese
dédalo de callejones que es el Torcal.
El enorme roquedal termina en la
llanura cercada por alambrada que ya conocemos. Seguimos la alambrada al
suroeste intentando rodear esa llanura y bajar al cortijo de los Navazos, pero
la alambrada seguía durante kilómetros alejándonos del punto de partida en el
Torcal Alto. Volvimos sobre nuestros pasos continuando por el borde de la
alambrada al noreste y cuando giró la alambrada al norte continuamos por el
rastro de las ovejas al norte también. Hicimos un corto Ángelus, más por
descansar que por comer, pues aún llevábamos los churros en el estómago, y
continuamos para llegar a un valle que terminaba en una abrupta caída a los
campos de labor del cortijo de los Navazos.
La caída era abrupta, pero no
insalvable. Paco encontró una bajadita por la cañada al oeste del valle que
evitaba la alambrada y siguiendo el rastro de las ovejas bajamos al llano del
cortijo de los Navazos. El cortijo nuevo con la gran nave ganadera queda muy al
oeste de donde descendimos, enfrente quedaban las ruinas de lo que fue el
cortijo del Navacillo. Nos separaba de ellas la parcela recién sembrada. Detrás
de las ruinas del cortijo se veía una clara senda de ovejas. No llegamos a
ella, sino que rodeamos el sembrado y por el extremo este dejamos la plácida
llanura para internarnos en la loma al este. Cruzamos más arriba la alambrada y
seguimos subiendo hasta que la señal de la senda de ovejas se dividía. Una
continuaba al este por una garganta muy bonita. Jerónimo la exploró y no le
gustó lo que vio, de modo que tomamos un poco más al norte por un amplio valle
al cual no descendimos, sino que lo continuamos a media ladera por el pedregal.
Desde allí vimos claramente la conveniencia de llegar a las ruinas del cortijo
Navacillo y tomar la senda de ovejas que había por detrás de él que nos hubiera
llevado suavemente por la ladera norte del valle en el que estábamos. Queda
para otra ocasión.
Llegamos al valle al pie de la
cornisa del Diablo, pero en vez de seguir el valle para subir al collado de la
Sima, atacamos a pecho la ladera hacia una curiosa piedra enorme, llana en
parte, que forma un arco apoyada en otra piedra. La formación es bonita,
curiosa, pero el repecho y el pedregal se las trae.
Era ya hora de comer, sin
embargo, decidimos seguir y pasar el descenso entre repisas y el paso bajo de
la repisa inferior antes de la comida. Este trozo de ruta está siempre en
nuestras salidas, lo conocemos bien y siempre lo disfrutamos sobre todo por las
vistas hacia la llanura de Antequera y por el puntito de emoción que da el
caminar por una repisa estrecha con una notable caída al norte.
Buscando un carasol sin viento
subimos a la parte alta del camorro de las Siete Mesas, el punto más elevado
del Torcal y allí encontramos un restaurante estupendo, al sol y sin viento,
con unas vistas insuperables al sur con las formaciones pétreas del Torcal y al
oeste con las siluetas azuladas de las múltiples crestas de las montañas. Como
siempre tuvimos un ágape excelente con chacinas, verduras, tortillas y carnes,
la deliciosa tarta y los tés con orujo finales.
Del camorro volvimos sobre
nuestros pasos a la senda dejada, pasamos por la Seta y pusimos rumbo al sur,
por un cómodo vallecillo, con la zona de aparcamiento ya a la vista.
Excelente día e insuperable entorno para caminar. Cuando venimos al Torcal ya sabemos que hacemos distancias cortas y poco desnivel, pero el piso tan pedregoso no permite otra cosa.
Me apunto. El lugar del desayuno me da igual. Con vehículo si fuera necesario.
ResponderEliminarPaco, Jesús y Pili... Vamos
ResponderEliminarLily se apunta.
ResponderEliminarVamos Tere y yo.
ResponderEliminarYo me apunto, voy en autobus y estare a las 7 en la plaza de la Axarquia. El Oasis para el desayuno me parece bien
ResponderEliminarPaco Ruiz va.
ResponderEliminarBienvenido Paco. Ya era hora de que pudieras venir!!!
EliminarJesús se apunta y estará en la plaza de la Axarquía a las 7, con coche si hiciera falta
ResponderEliminarLola y Paco también nos apuntamos, desde Torre y con coche si fuera necesario.
ResponderEliminarDecido salir (¡y salga el sol por Antequera!). Tengo ganas de caminar con vosotros. Ricardo
ResponderEliminarPaco Ruíz: me desapunto. Una inoportuna infección urinaria me pone fuera de juego.
ResponderEliminarGermán, por favor, acude a la plaza de la Axarquía de Torre mañana a las 7
ResponderEliminarOk. Allí estaré.
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