Día 12 (Noche): Llegada a Sofia
"Aterriza como puedas"
De whatsapps de ida... y vuelta
Ya vamos en el autobús camino del hotel.
Y qué tal el vuelo?
De película de terror. Hemos pasado una tormenta con rayos, truenos y centellas. Las gotas rebotaban en el ala del avión y ha estado un rato que parecíamos embarcados en el saltamontes de la feria.
Me pilla a mí y me muero.
Yo casi.
(...)
Ya estamos en el hotel.
Y bien?
Se ve muy estrellado, aunque la noche sigue oscura y llueve.
Te digo el hotel.
Eso, muy estrellado. Y para llegar ni te cuento. Con las maletas andando por una calle adoquinada que arreglaron por última vez cuando aún Sofía se llamaba Serdica.
Día 13: Iglesia de Boyana y Sofia "la pluie"
"Cantando bajo la lluvia"
De levas y cirílicos
Toca cambiar euros por levas, camino de Boyana. Hechas maletas y mochilas, de nuevo al autobús. Chispea. A grosso modo, dos levas por cada euro. Esta vez la cuenta es fácil.
Mañana de domingo. Sofía se muestra gris, triste, sin esa chispa de vida que tienen las capitales a cualquier hora. Nariz pegada al cristal. Las gotas resbalan. Poco cosa.
Repaso lo poco aprendido, dispuesto a leer carteles, señales, luminosos... en el tenebroso y oscuro océano del alfabeto cirílico, ese cuyo nombre debemos a los santos Cirilo y Metodio, que allá por el siglo IX en este país lo empezaron a pergeñar y que hoy utilizan muchas lenguas como el búlgaro, el ruso, el mongol, el tártaro o el azerí.
Letras y sonidos se agolpan en mi retina y mi cerebro. La P es la R, la I una N al revés, la N, H y la H, es X pero suena como jota. Me quedo con la A, la E, la O, la M o la T que son iguales. Porque la B es V y la B también es B pero distinta. Miro bien el rabito porque puede ser A casi U. Y la U como la Y. La P es pi... No que esa es L. A la P le ha pasado como al perro de San Roque. Y que decir de la R al revés que se diptonga en IA. Y eso sin contar las nuevas: el cero con palito, F, el tres una zeta, algo parecido a una casita, la D, la G como erre minúscula. La C es S sin seseo... ¡Qué mareo! Nuevas letras piden paso. Ni idea. Desisto... hasta que un enorme panel publicitario en blanco y negro, con la cara de una sensual mujer, llama mi atención. Intento leer: лили иванова. Silabeo como infante con mella. Sonrío. Nadie me ve y si alguien lo hace dudo que conozca la razón interna de mi alegría. Lilí Ivanova. Un rayo de luz en el inmenso mar.
Levas y stotinkis*
Interior de la iglesia de Boyana, s. XI-XIII - Patrimonio de la Humanidad-*
En el Museo Arqueológico
Detalle de la Iglesia Rusa
Catedral de San Aleksandûr Nevski, con cúpulas recubiertas de oro y bronce
Interior de la catedral, donde el monachus persecutor acecha*
Monumento al ejército soviético, año 1954
Realidad o ficción; color o perspectiva
Día 14: Sapareva Banya y los Siete Lagos (Parque Nacional de Rila)
"Ocho apellidos vascos"
Llegando al primer lago
y comida en la orilla
para posteriormente bordearlo
y subir y comprender su nombre: Bŭbreka
Hombre de montaña, ya te lo dice el cartel
Y este es el lago Okoto. Fácil ¿no?
Sendero entre lagos
para subir a Ezeren Vrah (2.559 m)
Pequeño lago de nombre desconocido
La niebla sube y baja, ni come ni deja comer
Vistas al lago Bliznaka
Mañana iremos, pero no por aquí
Acercándonos al lago Bliznaka
Lago Ribnoto, cubierto de plantas acuáticas
Sistema de abastecimiento
Telesilla
entre abetos y piceas
Achillea millefolium - Milenrama
Viola tricolor - Violeta
Sapareva Banya - Iglesia de San Nicolás, s. XIII
En un parque del pueblo, el géiser más caliente de Europa, 103ºC, al atardecer
Día 15: Monasterio de Rila y Ermita de S. Juan (Sveti Ivan Rilski)
"El protegido"
Monasterio de Rila - Iglesia de la Natividad
Como las alas al viento, yo le elevo a Dios mi corazón
Frescos a la entrada de la Iglesia de la Natividad
Detalle de los frescos
Interior de la Iglesia de la Natividad*
Frescos y zona de habitaciones
Arcos y pinturas de las paredes
Hacia la ermita, en una zona húmeda
Por el hayedo
Cruzando el río Ocoba
Por la ermita de San Lucas
La ermita de San Juan de Rila, donde una cueva estrecha pone a prueba a los adeptos del séptimo pecado capital. Por si acaso, comemos antes.
Los bosques que rodean Rila
Día de fiesta en el Monasterio y alrededores
Gentiana asclepiadea
Día 16: Bansko y Parque Nacional de Pirin
"El exorcista"
De sententia negans
Hay veces, lugares, momentos o viajes que parecen estar tocados por la mano de dios. Otros por el pie de Violeta Jessop. Este ha sido uno de ellos.
Para comenzar, una tormenta en pleno vuelo. La llegada al hotel, a la una de la noche y por esas calles llenas de baches y charcos. La lluvia del día siguiente, con parte del grupo chorreando y una ruta anulada. La llegada a Sapareva Banya - ulitsa de tierra y barro para pasear maletas. Día de revisión para el telesilla - las doce que fue y media -. En Rila, día de fiesta. A tope. Y uno tras otro cayendo enfermos - el estómago, la barriga, vómitos y diarrea-. ¿Quién cena normal? ¿Quién dieta blanda? El autobús que no pasa a Trigrad. Nueva espera. Y cuando el trayecto era más largo y el calor más apretaba, el aire acondicionado dice basta. Vueltas en Plovdiv buscando el hotel, que a las dos aún no estaba. Maletas en la entrada. Y a Vratsa, a la brasa. Más dentro que fuera. Parada en la gasolinera. La puerta del aseo se atranca y allí queda encerrada. Niños tiran piedras. ¿Alguien da más? Bankia se llama el agua y la Crisi nos la trae.
Leyendo en el autobús camino de Bansko
Subiendo hacia los lagos de Pirin
Saltando de piedra en piedra
Parte del grupo en el Lago Muratovo
Pico Muratov (2.676 m)
Parada de reagrupamiento junto a un hito
Amor de vaca
Lago Ribno Banderisko
Subiendo hacia el lago Zabesko Banderisko
En el Lago Dalgo Banderisko
Camino de bajada, con el pico Vihren (2.914m) al fondo
Día 17: Shiroka Lûka, Montes Ródopes: Trigrad - Cueva de Yagodina
"El viaje a ninguna parte"
De las montañas del sur
La región de los Ródopes hace frontera con Grecia y Turquía. Es una zona abrupta, de inmensos bosques de abetos, piceas y hayas, con su cortejo de diversos arbustos que en otoño visten las laderas de los más variados colores.
Las montañas están salpicadas de pequeños pueblos que viven principalmente de la agricultura, y cuya población está formada por búlgaros ortodoxos y búlgaros musulmanes (pomaks) que conviven pacíficamente desde hace siglos, por lo que no es raro encontrarse en estas pequeñas aldeas una iglesia ortodoxa junto a una mezquita.
Este lugar alberga una gran diversidad de flora y fauna, destacando 28 de las 35 especies de murciélagos que hay en Europa y una planta, la Haberlea rhodopensis, endémica de esta zona de Bulgaria y que crece en la entrada de las cuevas. A esta flor se la conoce como "flor de Orfeo".
Haberlea rhodopensis - Flor de Orfeo *
A raíz de ello, Orfeo se puso a tocar con su lira canciones tan tristes que todas las ninfas y dioses lloraron. Viendo su inmensa pena le aconsejaron que descendiera al mundo de los muertos en busca de su amada. Durante el camino a las profundidades de la Tierra, Orfeo tuvo que sortear muchos peligros y empleando su música, consiguió convencer a Hades para que le permitiera volver al mundo de los vivos con su mujer Eurídice, con la condición de no mirar atrás hasta que los rayos del sol cubrieran totalmente su cuerpo.
A pesar de su deseo de volver a contemplar a su amada, Orfeo no volvió la cabeza en todo el camino. Pero justo al final, cuando aún la luz no había tocado uno de sus pies, Orfeo se giró y en ese momento Eurídice se desvaneció en el aire para siempre.
Ante la imposibilidad de regresar de nuevo al inframundo, Orfeo se retiró a los montes Ródopes y allí murió despedazado por las Bacantes tracias, que se sintieron despreciadas por él, al no ser correspondidas en sus deseos de amor.
A partir de ese momento, el alma de Orfeo viajó hasta unirse con la de Eurídice en el inframundo.
Las Bacantes, como castigó por el crimen cometido, quedaron convertidas en árboles.
Saliendo del pueblo de Trigad
Típicas casas de los pueblos de Bulgaria, con tejados a cuatro aguas
Pasando junto a enormes piceas
Acantilados calizos horadados por cientos de cuevas sobre la garganta de Trigrad
Cruzando una pradera entre grandes extensiones de bosque
Traducción libre del búlgaro: "Siendo Ester alcaldesa honorífica del pueblo de Yagodina queda inaugurada esta fuente para disfrute de vacas, cabras, ovejas y caminantes. 2017". El marmolista confundido grabó 2 0 x 1 01.
Típica construcción cubierta de madera del pueblo de Yagodina, con la mezquita al fondo.
Bajando por un hayedo hacia la Garganta de Buynovsko
donde se encuentra la Cueva Yagodina,
en búlgaro ЯГОДИНСКА ПЕЩЕРА,
con unos 10 km de longitud
y cinco niveles
pero que en general, nos gustó poco
Flora de los Ródopes:
Impatiens aquatica
Día 18 y 19 : Monasterio de Bachkovo y Plovdiv
"2001: Una odisea en el espacio"
Monasterio de Bachkovo - Iglesia de Sveta Bogoroditsa
Frescos que cubren paredes y techos
Cúpula de la iglesia
El iconostasio dorado del siglo XVII
Detalle de las pinturas
Uno de los monjes colocando las velas que los fieles ortodoxos ofrecen como señal de arrepentimiento y amor a dios.
Pinturas murales en el refectorio del monasterio
Detalle de estas pinturas
Plovdiv, en el centro del país, se extendía sobre siete colinas, como Roma. Y digo se extendía, porque durante la época comunista, una de las colinas fue aplanada, por lo que ya sólo quedan seis.
La ciudad conserva restos desde los tracios, quinto milenio a.d.C., pasando por griegos, romanos, bizantinos y turcos, hasta llegar al s. XIX, del que se conserva un buen puñado de casas con las fachadas pintadas, de estilo resurgimiento. Hoy en día es la segunda ciudad de Bulgaria en número de habitantes y se la considera la ciudad europea más antigua todavía habitada.
Casa Dimitûr Georgiadi
Casa Kuyumdzhiogh
Junto a la Sveta Konstantin y Elena
Casa Balabanova
Teatro romano, al que no pudimos entrar pues andaban grabando un anuncio
Paseando por la calles de Plovdiv, junto a la mezquita
La mezquita y lo que queda del Estadio Romano
Interior de la mezquita Dzhumaya*
Uno de tantos graffitis artísticos que decoran las paredes y mobiliario urbano de Plovdiv.
Iglesia de Sveta Marina
Típico baño búlgaro
Día 20: Vratsa y el Parque Natural de Vrachanski Balkan
"Good Bye, Lenin"
Del carácter búlgaro
¡Qué decir de este pueblo con el que en realidad poco hemos tratado!
Generalizaría si los tachara de hoscos y poco amables en el trato, centrándonos en algunos episodios que acaecieron en un lugar o en varios de este país llamado България.
Baste recordar a la señora de la tienda en la estación de Gora Lakatnik o a aquellas ¿funcionarias? que en la misma estación impidieron la entrada de algunos a los servicios. O qué decir del señor de un elegante bar de Plovdiv, corajudo y maleducado, o de aquel camarero que en Sofía nos dejó compuestos y sin comida cuando fuimos a preguntarle, con amabilidad, en nuestro inglés de aquí, algunas dudas sobre platos de la carta de allí. O la dependienta de una tienda de "Rosa de Bulgaria", toda espinas.
¡Qué decir de este pueblo con el que en realidad poco hemos tratado!
Generalizaría si los tachara de simpáticos y amables en el trato, centrándonos en algunos episodios que acaecieron en un lugar o en varios de este país llamado България.
Baste con recordar a la muchacha que nos atendió en un bar cerca del Estadio Romano de Plovdiv, un encanto, o a la dependienta de una joyería de Sofía, o a aquel señor que dejó comida y acompañante durante un rato para explicarnos en un muy correcto español los platos de la carta de un restaurante típicamente búlgaro y que no sólo se conformó con eso, sino que nos hizo de intérprete y nos aconsejó qué comer allí cuando andábamos más perdidos que gusano en manzana de plástico. O aquel muchacho búlgaro de Málaga que encontramos en la bajada de los Siete Lagos o al serio camarero que con corrección nos atendió después de la huida descarada y grosera de su compañero.
O al abuelo que vendía tomates y peras en una calle de Sapareva Banya o a la mujer que nos indicó donde coger el autobús para Sofía a la bajada del monte Vitosha. Hablando se entiende la gente y sin hablar, cuando se quiere.
¡Qué decir de este pueblo con el que en realidad poco hemos tratado!
Que quizás nos faltara más calle, más tranvía, más tomate, más roce, más amor. Y un poquito menos de pepino, que ya sabemos que amarga.
Torre de Meshchiite, en Vratsa
El sendero ecológico de Vrachanski
llamado "Eko puteka"
El sendero sube por una estrecha quebrada
con escalones de madera
y puentes
atravesando un bello hayedo
hasta llegar a una cascada, que en esta época del año llevaba poca agua
Volvemos al hayedo
Cruzamos praderas
Vinos búlgaros monovarietales: Melnik y mavrud
Y tras la comida, nos invaden las musas, el espíritu de los Ents
Una mirada atrás
Y unos sapos en el camino
y esta pequeña salamandra
antes de llegar a Vratsa
y a un graffiti en el lateral de una calle
Asplenium scolopendrium - Helecho lengua de ciervo
Echinops...
Linaria...
Día 21: Belogradchik: Fortaleza entre pináculos de arenisca roja
"Espartaco"
De tradiciones, costumbres y otras curiosidades búlgaras
Por muchas de las rutas que hemos hecho nos ha llamado la atención ver pequeñas pulseritas de lana o hilo de color rojo y blanco colgadas en los árboles. Son las martenitsas.
El 1 de marzo se celebra en Bulgaria la Baba Marta, el fin del invierno y la llegada de la primavera. Para ello se confeccionan las martenitsas, se adornan con pequeños muñecos o abalorios y se regalan a las personas en señal de aprecio y buenos deseos.
La persona debe llevarla puesta todo el mes de marzo o hasta ver una cigueña o los brotes nuevos de un árbol. Entonces ya se la puede quitar. Y la costumbre es dejarla colgada en un árbol que haya empezado a brotar o florecer. Y allí se quedan y nadie las quita. Hasta que caen deterioradas por el paso y las inclemencias del tiempo.
Y si vas a una casa búlgara como invitado a cenar, no olvides quitarte los zapatos. Puedes llevar tus zapatillas, aunque también te podrán prestar unas que seguro tienen de sobra. En último caso, te puedes quedar en calcetines. Y no olvides llevar algún presente para los anfitriones y sus hijos si los tiene. Aunque sea un pequeño detalle, como esos minúsculos ramos de flores silvestres que hemos visto vender a algunas ancianas por las calles. Siempre lo agradecerán.
¡Pero cuidado si tienes que negar o afirmar, que en Bulgaria es al revés de todo el mundo! Para afirmar mueven la cabeza de lado a lado y para negar, de arriba a abajo. Por eso, siempre es mejor acompañar el gesto con un da (sí) o un ne (no).
Y si tienes que limpiar el cuarto de baño, aprovéchate y dúchate a la vez. Ahorrarás agua. ¡Pero cuidado! No vayas a echarte en la cabeza el Mister Propper.
Primeras formaciones que vemos.
La piedra arenisca es una roca fácil de moldear por la acción del agua y del viento. En este lugar ha creado un paisaje espectacular, con cuevas, pasadizos y bloques y columnas de piedra, a veces con más de 200 metros de altura. Un auténtico laberinto en el que se ha instalado un frondoso bosque que aún si cabe hace más bello el lugar.
Interior de una de las cuevas, con dos niveles
En la planta alta
Entre pasadizos de roca
y verdes bosques
Grupo en una especie de mirador natural
Vistas al lugar por donde hemos subido
Un pasillo estrecho
¿Adoradoras del sol? ¿Dunovistas?
El Grupo Axarquía en Bulgaria
Acercándonos a Belogradchick
Martenitsas colgadas de los árboles
Columnas de arenisca roja entre el verdor de las hayas
Contemplando este increíble lugar desde las alturas de una roca
En un escenario de película
Camino de la fortaleza entre hayas
Los pináculos nos sorprenden por su verticalidad y altura
Fortaleza de Belogradchik, también llamada Kaleto
Está formada por tres recintos. El primero que encontramos, y más moderno, se debe a ingenieros franceses e italianos que trabajaron en ella en el siglo XIX.
El segundo, al que se accede por esta puerta, es del siglo XIV, de la época del Imperio Búlgaro
El último, el más interior y espectacular es el que corresponde con la fortaleza que los romanos mandaron construir en la parte más alta, rodeada de pináculos de piedra espectaculares y desde donde se tiene vista de todos los alrededores.
En la parte más alta de la fortaleza
Al amanecer, grupo de dunovistas saludando al sol.
El dunovismo es una religión basada en las enseñanzas del sacerdote búlgaro Petûr Dûnov que propugna el culto al aire libre y la meditación diaria. Vestidos de blanco se reúnen en determinados lugares, como en los lagos de Rila o aquí, en Belogradchick. Estuvo prohibido durante la época comunista, pero hoy en día está autorizada y cada vez son más sus seguidores.
Muchos tienen nombre: el león, el oso, Adán y Eva... Que cada cual utilice su inventiva y bautice a su gusto
Agallas en la hoja de un roble
Violeta
Physallis alkekengi - Alquequenje
Día 22: Garganta de Izkûr y Piedras de Lakatnik:
"El acorazado Potenkim"
Nacimiento a los pies de los acantilados
Comenzando la subida ¡cerca de la una!
Camino protegido por una barandilla
Entrada de una cueva donde parece brotar un río en épocas de lluvia
Algunos se internan a explorar la cueva
Continuamos en camino
por repisas
que cada vez nos suben más
pasando por zonas boscosas
y por cornisas al borde del acantilado
hasta llegar
a un monumento en memoria de las personas asesinadas en las revueltas que acaecieron en Bulgaria antes, durante y después del golpe de estado de 1.923
Por un túnel vegetal
Puente sobre el río Izkûr
El río Izkûr y las Piedras de Lakatnik
Una casa con vistas y mucho patio
Cruzando los andenes de la estación de Gora Lakatnik
Día 23: La ruta aparcada del Monte Vitosha
"Volver a empezar"
De re positiva
Hoy me he levantado con el pie derecho. Me da igual que se me cruce un gato negro o que se rompa un espejo. Voy a pasar por debajo de esta escalera y si me dan un limón, me haré limonada.
Me quedo con los bosques, con los lagos, las montañas.
Me quedo con los pequeños detalles de sus iglesias y sus monasterios. Y con los grandes.
Me quedo con los caminos y los caminantes.
Me quedo con las charlas del desayuno.
Me quedo con los momentos de silencio.
Me quedo con los largos viajes en autobús, incluso con las maletas siempre desechas.
Me quedo con tanta gente nueva que hemos conocido, con la que hemos convivido y vivido, con la que hemos compartido y sufrido, sin un reproche, sin un mal gesto, sin una mala palabra.
Me quedo incluso con los momentos de enfermedad y zozobra.
Y que no falte la ensalada de tomate, pepino y queso.
Con esa también me quedo.
Estiramientos
flexiones
torsiones
y deslizamientos
Para quedarse a gusto
escuchando el sonido del agua
caer...
mejor no caer
en uno
y mil chorros
que se despeñan entre árboles y rocas
para crear bellas cascadas
donde comer
y posar
refrescarse
y pasear
a la sombra de las hayas
y leer
y montarse en las piedras
del Río de Piedras
hablar
y escuchar
y recordar
el fruto rojo y negro
la flor amarilla
(Lysimachia vulgaris)
los olorosos claveles
y la pequeña linaria
Tardes de los días 22 y 23: Una nueva oportunidad a Sofía
"El extraño caso del doctor Jekill y Mr. Hyde"
De como una misma ciudad se puede ver de formas tan distintas
Sofia, triste, apagada. Esa Sofía del comienzo de nuestro viaje.
Paco y yo mantuvimos esta conversación varias veces durante nuestro caminar por Bulgaria. Teníamos ganas de volver a esta ciudad porque a ambos nos quedó esa impresión sombría, de una ciudad sin vida, de una ciudad bajo una losa de pobreza y melancolía.
Lola comentaba que la ciudad no podía ser lo que habíamos visto ese primer día. Que habría una Sofía alegre, con vida, con gente en las calles, comprando y paseando, trabajando y hablando, viviendo. Intentaba hacernos ver la parcialidad del día: un domingo lluvioso. ¡Y qué razón tenías!
Sofía estaba viva. Tenía el corazón travieso de las capitales. El latido alocado de las calles comerciales, el del tráfico desbocado, el del mercado y la estación de metro, el del obrero y el estudiante. Y el latido más pausado del hombre que pasea junto a su perro, o el de la pareja que deja pasar el tiempo tumbada en la hierba del parque, o aquel de los jugadores de ajedrez junto al Teatro Nacional, o el más triste del mendigo que aguarda una moneda.
El latido alocado del turista que todo lo quiere guardar en su retina y su cámara.
El latido sosegado del mismo turista que ve pasar la vida con una Kamenitza en la mano.
Sinagoga de Sofía
Interior de la sinagoga
Iglesia de Sveta Nedelya
Mezquita de Banya Bashi y restos romanos de Serdica
En el interior de la mezquita
Casa del Partido, antigua sede del Comité Central Comunista
Donde antes estuvo Lenin señalando la Casa del Partido hoy se levanta esta estatua que representa a Sofía, con una corona de laurel en una mano y un búho, símbolo de la sabiduría, en otra.
El Parlamento búlgaro
Teatro Nacional
Típicas escobas con gorriones
Y el gran protagonista de este viaje: el tomate rosa búlgaro*
¿Comeremos tomate búlgaro-rinconero?
Excepcional y bello relato sobre vuestro viaje. Ese es el viaje, sentir las experiencias tanto negativas como positivas. Que el recuerdo de este viaje os acompañe siempre.
ResponderEliminarJero, gracias de nuevo. Así contados y fotografiados, el itinerario y los viajeros se estrechan aún más. Desde Corcoya, engalanada la Virgen y dispuestos los mostradores, he vuelto por un rato a los bosques y montañas búlgaras. Un abrazo. PZ.
ResponderEliminarEstupendísimo viaje, grupo, relato, fotos, experiencias, reportaje, en fin...todo. No debo ver estas cosas que me empiezan los temblores y sudores y tengo que coger un avión para curarme. Un abrazo a todos.
ResponderEliminarGracias mil Jerónimo...me encanta toda esta documentación que ahora puedo incorporar a mis propias fotos...o sea que ¿lo que veíamos en Vratsa desde el balcón era una ceremonia dunovista?'...me encanta ese derroche de sentido del amor-las vacas enamoradas- y de poesái...gracias de nuevo por tu contribución...espero veros a todos "pie y botella en ristre" pronto...
ResponderEliminarNuestro Jerónimo Wikipedia nos vuelve a dar una lección de buen humor, descripción evocadora, relato fresco y ocurrente y excelentes fotos del día a día.
ResponderEliminarEs un placer leer tus crónicas y dejarse llevar por tu hilo conductor. Enhorabuena amigo, nos has vuelto a enseñar Bulgaria con tu prisma.
Manuel
Suscribo al 200% las reseñas anteriores y ¡como no!, la que acaba de publicar Manuel.
EliminarMuchas gracias Jerónimo; me apunto al siguiente viaje al que tu vayas. Éxito seguro.
Esther
Puedo prometer y prometo... que comeremos tomate búlgaro-rinconero. Las semillas están ya al acecho.
ResponderEliminarManuel
Muchas gracias Jerónimo por este evocador viaje. Así narrado y documentado parece que os he acompañado...
ResponderEliminarYo no prometo tomates pero sí que no me perderé el próximo viaje.
Un abrazo montañero
Lola D.