AGALLAS
Un lugar para ocultarse, para hablar en primera
persona y desde dentro, para hablarse a
una misma lentamente. Y parar. Y digo
parar, porque parar se me ha vuelto necesario. Agotadas las últimas
resistencias en la escucha y el plural mayestático no deseo más que el descanso en un viejo pinsapo
solitario.
¿Por qué los otros se inquietan con mi soledad y mi
silencio? ¿No miraron ellos el viejo pinsapo, la agalla de la cornicabra o la
raíz de la encina? No miraron, demasiado
ocupados en cumplir objetivos, concluir etapas, agarrar la rapidez de estos
tiempos o en agradar a un tú inexistente. Ni siquiera vinieron.
Decido hablar en primera persona de la tristeza o el
silencio, siempre escondida tras la correcta impersonalidad y el artículo. No entienden
los otros el tiempo que dedico a la tristeza y se alertan, turban, preocupan, y
aconsejan. ¿No miraron ellos el ramaje de la encina entre las raíces? Necesitó mucho
tiempo mi encina: inviernos y veranos, días y noches, calor y frío,
conversación y silencio, soledad y compañía.
Y creció.
Qué
alegría más grande vivir en los pronombres y conceder a la
tristeza la primera persona. No tengamos prisa en que pase el invierno porque
el invierno no se va a quedar y las cornicabras volverán a enrojecer el próximo
otoño, puesto que así es el perfecto ciclo de la naturaleza, y nosotros las
contemplaremos en noviembre y, entonces, el próximo otoño, el objetivo de la
cámara hará mi retrato.
Ahora,
permitidme el reposo en una agalla de cornicabra o en la patria roja de Anish
Kapoor. De momento, no me concedáis angarillas
para el mundanal ruïdo.
Y
digo parar, porque desvestir el pronombre me es necesario.
Yo te fui desnudando de ti mismo,
de los «tus» superpuestos que la vida
te había ceñido...
de los «tus» superpuestos que la vida
te había ceñido...
Dulce María
Loynaz
Tras hacernos kilómetro y medio por el carril, con mucho frío (3ºC), en la encina que marca el comienzo del sendero
Consultando el GPS junto a las ruinas del Cortijo de Buenavista
Encina memorable no por su tronco sino por la amplitud de su copa
Ruinas del Cortijo de Troncha
Otra encina curiosa
Alto en el camino para ir quitándose capas
Vistas al cornicabral de Lifa
Cornicabra arbórea
Ángelus en un risco
Bajando del risco
Cornicabras dispersas
Cornicabras con el Pico del Viento al fondo
Subiendo hacia el Pto. del Pinsapo
Cortijo del Hoyo del Pino y cara norte de la Sª de las Nieves
Llegando al majestuoso pinsapo del puerto del mismo nombre
Paco sobre unas rocas; al fondo, la Cabrilla
Abandonando el Pto. del Pinsapo
Valle del Arroyo de la Higuera
Llegando a los Llanos del Lirio
Sierra Hidalga desde los Riscos del Lirio
Cornicabra y Pico del Viento
Riscos del Lirio
Agallas de la cornicabra
Llegando a la Torre de Lifa
Vinos históricos
Foto de grupo
Cornicabral desde la torre
Bajando de la Torre de Lifa
Rapaz en vuelo
Fotografiando el Tajo
Tajo adornado de rojo y verde
Otoño
Arroyo de la Higuera
Y el GPS nos dice que 890 metros de desnivel de subida y 13,5 kilómetros recorridos, a los que hay que añadir el I.V.A., es decir, unos quince, que aún hay que llegar a los coches. En total 20 € que casi se quedan por el camino.
Estaré a las 7 en la plaza para explorar el Cornicabral.
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ResponderEliminarDesde Asilah no se ve el Cornicabral. Pasaré el trago con un te a la menta.
Abrazos marrocaines
Manuel González
Allí estaré.
ResponderEliminarYo tambien vere el cornicabral tomando un te acompañada de Manolo.
ResponderEliminarDesde Assilah con amor...!!
Un abrazo montañero
Lola D.
..en la plaza alas siete.Paco Ruiz
ResponderEliminarYo también madrugaré para conocer el cornicabral. Ricardo
ResponderEliminarTambién estaré en la plaza
ResponderEliminarAllí estaremos, David.
ResponderEliminarPaco Zambrana