Desnivel de subida acumulado:
La ruta de Corcoya-Parque Natural del Embalse
de Malpasillo resultó ser un paseo entre flores. Desde la misma salida de la
aldea, en dirección a la Ermita de la Fuensanta, ya se anunciaba el festival de
flores, los olivos, tan rústicos ellos, estaban en flor, los jaramagos llenaban
las cunetas, algunas flores lilas y blancas ocultaban una antigua senda.
Nosotros proseguimos por el camino principal, dejando a la derecha el
cementerio y viendo, poco después, a la izquierda, una inmensa encina, presta
también a florecer. Al llegar a la Ermita, tuvimos la suerte de encontrar allí
al Hermano Mayor de la Hermandad, que nos abrió el santuario, pudiendo ver un
restaurado retablo barroco del siglo XVII y algunos cuadros con historias
milagrosas de la Virgen. Una de ellas, referida al Arroyo del Pontón, que se
formó para facilitar el paso de una mujer en peregrinación a la ermita, es
contada así: “al momento dos empinados peñascos que se hallaban en las opuestas
riberas del arroyo se desplomaron por sus bases, encontrándose uno con otro en
su caída y formaron un sólido puente por el que pasó la mujer a la Virgen de la Fuensanta”.
Junto a la Ermita, pudimos ver las cuevas de
José María “El Tempranillo”, refugio del primer bandolero romántico, en los
comienzos del siglo XIX. Nacido en Jauja (Córdoba) y matado en el cortijo de
Buenavista de Alameda (Málaga) por unos ladrones, después de que el bandolero
se acogiera al indulto y se dedicara “al extermino de la delincuencia”. Era el
año de 1833.
En la misma explanada de la ermita, en
dirección al arroyo del Pontón, una piedra talud recuerda “a los mineros que
trabajaron y dejaron sus vidas en las minas de la Sierra de la Cabrera”. Hacia
allí nos dirigimos, siempre acompañados por multitud de flores, algunas veces
tan juntas, que parecían auténticos mantos. Las minas de hierro de Sierra
Cabrera tienen una historia trágica, más conocida por el número de accidentes
que por el mineral extraído, hasta el punto de formarse una historia oral en
torno a los sucesos allí ocurridos. La memoria colectiva dice así:
“Según cuentan, en los terrenos aledaños a la Ermita
de la Fuensanta, en Sierra Cabrera, las minas de hierro fueron abandonadas
después de que un hundimiento atrapara a un número elevado de trabajadores,
cuyos cuerpos nunca pudieron ser rescatados, ni tampoco fueron reclamados por
sus familiares. Se trataba de gente venida de fuera, sin apenas horizonte, que
sólo buscaba un salario para el sustento. Algunos obreros recién llegados
tuvieron la fatalidad de iniciar sus trabajos en el turno de noche durante el
cual se produjo el grave accidente, que les ocasionó la muerte y el olvido. La
empresa explotadora, ante la magnitud de la catástrofe, abandonó la explotación
y trató de ocultar el siniestro. El silencio de la aldea ayudó a ello. El
trágico suceso debió de ocurrir en un año de los primeros lustros del siglo XX,
en verano, en torno a la Virgen de Agosto”.
Tras las minas, después de haber entrado en
una de sus viejas galerías, nos dirigimos hacia el Arroyo del Pontón y hacia el
Embalse de Malpasillo, cuya vista no habíamos dejado de ver desde la misma
explanada de la Ermita. Entonces, el canto de los pájaros compitió con el
amarillo, el blanco y el lila de las flores. Algunos señalaron que la cátedra
de pájaros sigue vacante. Camino del Mirador de la Solana nos paramos en el
manantial del arroyo Tarajes, al tiempo que Lucía no dejaba de ver y coger
espárragos. Mejor, el que veía las esparragueras y cogía sus frutos era
Francisco Osuna, hijo de Cristino, un badolatoseño, que tuvo a bien
acompañarnos y guiarnos por aquellas tierras.
Desde el mirador de las Solana, fuimos, por
Gallape, a las balsas de Sandino, donde comimos y bebimos, hablamos y
descansamos. Ya quedaba poco para el regreso, aunque insistimos en hacerlo por
detrás de las Herrizas. Otro guía, en este caso, Francisco Cuadrado, corcoyano,
nos indicó el camino a seguir, un camino también repleto de flores, con vistas
a las sierras de Rute y Cabra. Sin apenas darnos cuenta, empezamos a ver la
Hacienda de Los Prados y las primeras casas de la aldea. Tranquilos, algo
cansados, menos habladores, poníamos fin a una ruta de amarillos, blancos,
lilas, rojos…”una auténtica sinfonía de colores”.
Iberis pectinata - Carraspique
En el interior de la Ermita de la Fuensanta
Panel Ruta del Tempranillo
Omphalodes linifolia
Tragopogon porrifolius - Salsifí
En La Cortadura - Minas de hierro de Corcoya
Entre flores amarillas...
y flores blancas
Puente natural del Arroyo del Pontón
Amarillos
Grupo en el Mirador del Genil
Meandro del Río Genil
Embalse de Malpasillo
El Castillete
Por un bosquete de enormes tarajes
Allium roseum - Ajo de bruja
Liados con un gladiolo. Al fondo Sª de la Cabrera
Entre albaidas (Anthyllis cytisoides)
Echinops strigosus
Bellardia trixago - Gallitos
Salvia argentea
Río Genil
Tulipa sylvestris - Tulipán
Pozo del Sandino
Por el olivar
Vino entre flores
Yo me apunto la primera, os espero en la plaza. Luci
ResponderEliminar¡¡¡Sorpresa!!!.Me apunto.
ResponderEliminarEstoy todavía en León pero me apunto para el sábado. Estaré a las 7 en la plaza.
ResponderEliminarMe apunto
ResponderEliminar"POSDATA"Paco Ruiz
EliminarLola Valle y Paco también se apuntan a la salida por tierras del "Tempranillo".
ResponderEliminarMoi aussi.
ResponderEliminarAna, ¿siete y cuarto en el Higuerón?
Ok Jerónimo. I'll be there.
ResponderEliminarMe pilla un poco a trasmano pasarme por calle Génova o La Moncloa, por lo que prefiero ver las rutas de bandoleros de Corcoya, que está mucho más cerca y me garantiza que no me van a despojar de lo que me va quedando.
ResponderEliminarEs decir, a las y cuarto en la gasolinera rinconera esperando el paso del convoy de levante.
Un abrazo
Manuel
Seguramente no pueda salir (pequeña cuestión física); y lo siento, porque el siguiente sábado tengo asunto familiar.
ResponderEliminarSi mañana no estoy en la plaza a las 7, no me esperéis.
Ricardo.
Je serai à 7 heures dans la boulangerie Flores.
ResponderEliminarJe préfère aussi à ces brigands
À demain.
AS
Tarde, pero voy mañana. Estaré en la Tamoil del rincón de la Victoria.
ResponderEliminarSaludos Enrique.