domingo, 17 de noviembre de 2024

comida Navidad: domingo, 15 de diciembre

 En el Rte. El Pollo, donde siempre.

Para que nos vayamos apuntamos los que tengamos intención de ir y calcular más o menos cuántos seríamos.

El menú y el precio lo pondremos más adelante.

jueves, 14 de noviembre de 2024

Salida 16 de noviembre: Igualeja - Parauta - Cartajima

Participantes: 19
Luis, Nori, Pili, Paco Ponferrada, Jesús R., Lily, Lucía, Germán, Lola, Paco Zambrana, Manuel D., Carlos, Paco Ruiz, Pilar, Joaquín, Ricardo, Jesús C., Tere y Jerónimo.

Distancia recorrida:
 16 kilómetros
Desnivel de subida acumulado:
850 metros
Altura mínima: (610 m – Río Genal, unión arroyos)
Altura máxima: (875 m – Loma de Igualeja)
Tipo de recorrido:
Una parte circular y otra lineal de ida uy vuelta.
Tipo de camino:
Carriles, senderos y las calles de los pueblos


Desayuno en la Venta la Parrilla de Ronda. Contundentes rebanadas con aceite y mantecas blanca y colorá, a discreción, más algunos platitos de jamón y tomate. Muy buen desayuno y buen servicio. A 4,5€. Manolo, para celebrar su cumpleaños, tuvo la gentileza de invitar a esa enorme caterva de gente. ¡¡¡FELICIDADES MANOLO!!!

Los castañares del Genal siempre congregan una multitud de caminantes. Esta vez fue de las que baten récords: 19 personas, 6 vehículos, un grupo que está al límite de lo manejable.

Aparcamos en la calle principal de Igualeja, con Luis haciendo de gorrilla aparcacoches, y comenzamos a caminar calle abajo hasta la iglesia, donde tomamos a la derecha para ir a buscar el barrio Santa Rosa por donde sale el camino de Parauta. Hacía tiempo inmemorial que no hacíamos la ruta hacia Parauta, tanto que ya no recordábamos las empinadas calles de Santa Rosa, aunque sí la calle que despide Igualeja, la calle de la Tetona.

Entramos en el castañar salpicado de encinas, quejigos y alcornoques, todos de grandes dimensiones, caminando por el agradable suelo cargado de humedad. De hecho, aquella misma mañana habían caído unas gotas.

Al decir de algunos al castañar le faltaba aún una semana para estar en su plenitud de colores. Para otros, sin embargo, eso era rizar el rizo, estaban preciosos, con poca hoja en el suelo aún, pero con las hojas verdes, cobrizas y amarillentas en los árboles a las que el sol sacaba reflejos irisados con el movimiento de la brisa. Una delicia. Imposible caminar sin parar con frecuencia a disfrutar de esas laderas cubiertas de castaños tan coloridos.

La marcha era lenta. Subimos a la loma de Igualeja atravesando la cabecera del arroyo Heladero y en lo alto de la loma iniciamos el descenso al arroyo de los Granados entre preciosos castañares, con algunos rodales de setas, las poco valiosas Volvaria y los deliciosos parasoles. Hace años cogíamos esas setas, ahora, con todas las parcelas rodeadas de potentes alambradas, no hay manera de aprovecharlas.

En el arroyo de los Granados se ha construido un puente para pasarlo y afrontar el fuerte repecho de la subida por la loma de la Higuera. Se ve que con la homologación del sendero Igualeja-Parauta, PR-A 226, se exigiría el puente sobre el Granados.

Nada más alcanzar la loma de la Higuera comienza el descenso al siguiente valle, el del arroyo del Jubrique que se atraviesa por la cabecera remontando la siguiente loma, la de Manzanera, que ya nos coloca sobre Parauta. Un continuo subir y bajar este camino desde Igualeja.

A la entrada de Parauta el carril se divide, yendo a la derecha hacia la parte alta del pueblo. Nosotros tomamos a la izquierda el empedrado paseo que desciende para entrar en la parte baja del pueblo. Como hacía tantos años que no pasábamos por Parauta nos sorprendió lo limpio y bien arreglado que está, con algunas pinturas en las paredes y, sobre todo, sillas colgadas de las ventanas con diversos muñecos.

Bajamos a tomar el camino del Molino donde empieza el “Bosque encantado”, una serie de esculturas de madera, muchas aprovechando los troncos de los castaños, a lo largo del camino. Encontramos aquí una multitud, sobre todo de familias con niños, haciéndose fotos en las esculturas. A duras penas se podía caminar por entre el gentío.

El Bosque encantado aprovecha la parte llana del camino y termina cuando comienza el fuerte descenso hacia el Genal por la loma que separa el arroyo de los Granados, a la izquierda, del de Algorma a la derecha. Cruzamos el Algorma por un resbaladizo tronco ayudados de una improvisada barandilla y a continuación, en el llano del Molino del Real hicimos la paradita del Ángelus. El camino de Parauta a Cartajima también es un sendero homologado PR A-222, pero se ve que los homologadores no exigieron un puentecillo para cruzar el Algorma.

El llano del Molino del Real es el lugar donde se unen los arroyos de los Granados, noreste, de Algorma, norte, y de Riachuela, noroeste, para formar el río Genal. Una zona húmeda, llana, donde además se cruzan los caminos de Parauta a Cartajima con el de Cartajima a Igualeja, el que pensábamos tomar para regresar, por eso exploramos un poco el paso por el Genal, hacia la senda de Igualeja, con un grueso tranco que hacía las veces de puente para pasarlo a horcajadas.

Por alargar la caminata decidimos subir a Cartajima, famosa por sus murales sobre la blanca cal de las casas. La subidita es de cuidado. Se ha de tomar un ritmo pausado y continuo, parando de vez en cuando a contemplar el curso del Genal que va quedando abajo, marcado por la amarilla línea de los chopos, y arriba a la pelada sierra del Oreganal.

En la entrada de Cartajima nos reagrupamos. El pueblo nos recibió con una original pintura de unas golondrinas revoloteando o posadas sobre los cables de la luz que parece real, no pintada. Siguieron después otras del baño en la casa, de rincones floridos, de la esquina del beso, etc., hasta la plaza de la iglesia donde dimos por concluida la visita. El pueblo impoluto, una delicia.

Comenzamos el descenso al llano del Molino del Real donde pensábamos almorzar. En el camino grupitos de caminantes que, por lo que les oímos, subían a Cartajima donde les esperaba el autobús. Algunos, jóvenes, a buen paso, otros, de más edad, resoplando en la cuesta.

Cruzamos el Genal con más o menos éxito, con más o menos botas mojadas, y en la orilla izquierda nos pusimos a buscar un lugar para comer. Después de un buen rato lo encontramos al lado del río, entre los zarzales. Se limpió un poco el lugar, se acarrearon innumerables piedras y allí, apretaditos, iniciamos la comida.

Con 19 personas y 19 mochilas sacando cosas para comer es imposible recordar todo lo que fue pasando. Además, algunas fiambreras se terminaron antes de dar la vuelta completa al ruedo. Recuerdo chorizo, salchichón, jamón, langostinos, ensaladilla rusa y humus como aperitivo. Un par de tortillas, pollo con berenjena y guisado con pasas, carne con champiñón y con verduras, filetillos tiernos y lomo con ajos, lomo en manteca, tres tipos de queso y muchas cosas más que olvido. Para terminar uvas, chocolate y tarta con tés y orujos.

Comida prolongada que no se alargó más por la incomodidad de los asientos y porque no había espacio para echar una cabezadita.

Quedaban dos horas escasas a los coches, pero había que remontar la loma de Igualeja. La tomamos con parsimonia, sobre todo en la primera parte, la más empinada. Luego, cuando la senda desemboca en un carrilillo, la subida se suaviza entre los ubicuos castaños. Atrás y abajo va quedando el Genal, y atrás y arriba el blanquísimo Cartajima en la divisoria entre el bosque de castaños y la pelada sierra del Oreganal.

Cuando alcanzamos la cresta de la loma nos dimos un respiro mientras nos reagrupábamos. Lo que quedaba era ya descenso con alguna pequeñita subida, siguiendo primero el carrilillo y luego la senda entre la maleza.

En Igualeja, antes de iniciar el regreso, nos acercamos a visitar la fuente de la Alquería o nacimiento del río Genal. Es un espectáculo ver salir semejante chorro de agua de esa cueva en la ladera.

Día con nubes y claros, muy bueno para caminar, pero en esta época hemos de buscar rutas menos transitadas entre los castañares.


Pintura mural en Igualeja

Alguna encina de buen porte

por un camino

donde la humedad es patente

y los castaños hacen bosque

El color del otoño también depende de los ojos que lo miran

Hojas en el suelo

y hojas en los árboles

Bajando de la Loma de Igualeja

Algún hongo al borde del camino 

Animada charla

a la sombra de los castaños

Cartajima asoma

cuando los árboles dejan ver el bosque

Cruzando el arroyo de los Granados

Hygrocybe...

Contraste entre las pizarras cubiertas de castaños

y las peladas calizas donde la arboleda de gran porte es escasa

Encina Vallecillo sobre Parauta, un árbol singular

En Parauta, entre pinsapo y limonero

Y saliendo del pueblo, Cortylandia trasladado a los bosques del Havaral, el Bosque Encantado dicen, más bien desencantado pues, en este tramo, ha perdido toda su magia.

Al otro lado, Cartajima,

entre su torcalillo y sus bosques de castaños, encinas y alcornoques

Algunos zumaques muestran sus rojos tímidamente. Por cierto, son las raíces y la corteza donde mayor concentración de taninos se da y son las partes que se utilizan para curtir pieles -Curiositas dixit, curiositas satisfecit-

Una manera peculiar de cruzar el arroyo Algorma

Panorámica de los castañares del Havaral y las moles calizas de la Sª del Oreganal

Golondrinas en la entrada a Cartajima

Pase usted

a las calles de este pueblo

de blanca iglesia y escalinatas como escenario de foto grupal

calles únicas

donde mirar como te miran con la mirada triste de la quiso jugar y no pudo

Bajada hacia el río

donde poner los vinos

y comer

Pero adversativo

el camino es muy bonito y con menos gente pero hay una cuesta arriba después de comer

Marco de amarillos, cobrizos y verdes

Bajo un enorme castaño hay hoy un gran grupo de mujeres del grupo 
Una pregunta para la reflexión: ¿por qué a los hombres no nos da nunca por hacernos una foto juntos?

¿Solo una?

Ya solo queda bajar, y bien

Igualeja, a un guiño

Uno de los nacimientos del Genal -sin duda, el más bello

Mapa de la ruta

jueves, 7 de noviembre de 2024

9 de noviembre: Cortijo del Hornillo - Vereda de la Estrella

Participantes: 7
Jesús C., Tere, Paco R., Germán, Lola V.,  Ricardo y Jerónimo
Distancia recorrida:
17 kilómetros
Desnivel de subida acumulado:
845 metros
Altura mínima: ( 1.150 m – Vegueta del Caracol)
Altura máxima: (1.846 m – Cortijo del Hornillo)
Tipo de recorrido:
Circular, con un pequeño tramo de ida y vuelta.
Tipo de camino:
Veredas y algún pequeño tramo de carril.

Desayuno en la cafetería del hotel Labella de Pinos Genil. Pan con aceite y jamón. Pan regular, jamón en abundancia, aunque la cantidad no compensase la calidad; caro, 5€. No tenemos un buen sitio para desayunar en esa zona. El bar de Güéjar está lleno y este está tranquilo, pero el precio y la calidad no están a la altura.

La semana que termina hoy han estado por la Alpujarra granadina unos cuantos compañeros, por eso hoy hemos sido pocos caminantes para ser sábado.

Partimos de la Vegueta del Caracol, a las 9, con unas choperas amarillas, preciosas. Los ríos San Juan y Genil traían un buen caudal, y sobre ellos pasamos para enfilar la vereda de la Estrella y dejarla en el desvió de la Hortichuela para subir a ella y luego llegar a la cantera de serpentina donde comienza la cuesta de los cipreses.

Y aquí comenzó el espectáculo de los robles que duraría muchos kilómetros. Estaban preciosos, la mayoría con colores cobrizos, algunos más verdes y otros más amarillos, con el suelo alfombrado de hojas sobre el tapiz de la hierbecilla verde. Nunca los habíamos visto tan bonitos, a pesar de que el día estaba nublado, con poca luz. Una delicia caminar inmersos en ese bosque lleno de color, cada uno a su paso, con charlas animadas.

En el cortijo del Hoyo, junto a la acequia de Haza Mesa, nos reagrupamos. El paisaje había cambiado. Habíamos dejado abajo el robledal y sobre él seguiríamos hasta Cabañas Viejas. Ahora el contraste era el alegre colorido del bosque de robles a nuestros pies comparado con el ascético, sobrio, serio paisaje de la loma de las Herrerías por debajo de la cresta de Papeles, compuesto de tierra desnuda marrón clara y manchones de oscuras encinas aquí y allá. ¡Qué diferencia entre las laderas sur, seca, y la norte mucho más húmeda y con barranquillos y acequias de careo con agua!

Después de repostar agua en la fuente Carmona, recientemente reparada, hicimos la paradita del Ángelus en Cabañas Viejas para continuar hacia el Hornillo. Este tramo es especialmente espectacular porque se entra otra vez en el robledal y la senda gira de sureste a sur, dando la vuelta a la loma que llevamos a la derecha, y entonces aparecen primero la Alcazaba y luego Mulhacén, Machos y Veleta, todos nevados, entrevistos primero a través de los cobrizos robles, y diáfanos después, en una vista inolvidable. Además, debajo, a nuestra altura, está la esplanada y construcciones del cortijo del Hornillo, reconvertido en refugio, del que hoy, curiosamente, salía una columnita de humo. Esa vista, por más que se haya contemplado cien veces, subyuga tanto que no hay quien pase y no le dedique varios minutos a su contemplación. También en esta zona algunos arces, completamente amarillos, destacaban del robledal.

En el Hornillo había una pandilla de jóvenes, los autores del fuego, que habían pernoctado allí y se disponían a volver hacia Güéjar. Nosotros continuamos al colladito sobre el cortijo pasando a continuación por la renovada acequia del Hornillo y por el barranco de Cazoletas, con su buen chorro de agua.

A veces es necesario caminar aislado, sin ruido. En el bosque de Cazoletas, arropado por los colores de los robles, con el crujir de las hojas bajo las botas, con el rumor del Genil que va llegando cada vez con más nitidez, con el arrullo de las copas de los árboles apenas mecidos por la suave brisa y con el breve canto de algún pajarillo, uno estaría semanas, con esa paz, esa dulzura, ese bienestar.

Se había propuesto parar a comer en el Guarnón. Al Guarnón descendimos, pero no había sitio para formar un buen rolde. Bajo las casillas de la Estrella Jerónimo descubrió un bancalillo llano que, una vez limpio de cardos sirvió de restaurante.

Una vez aposentados, se dijo de comenzar con tranquilidad, sin embargo algunos no pueden esperar: sentarse y a comer. Pasaron los aperitivos de langostinos, jamón, chorizo, salchichón, tomate cherry y ensaladilla rusa. Vino luego el capítulo de tortillas, de espinacas y patata, después las carnes con tomate y con verduras y finalizamos con los quesos. De postre, con el té calentito, pan de Calatrava riquísimo, que llegó allá arriba enterito, impecable, y Jerónimo lo sirvió con su correspondiente paleta de postres.

Nos quedaba la vereda de la Estrella, llana o descendiente, siguiendo la ladera izquierda del Genil. De vez en cuando paramos para recrearnos en la vista de Alcazaba y Mulhacén, quedó sólo la Alcazaba y, por último, al girar en la curva del Viso, la perdimos también.

En los alrededores del Genil lo más llamativo eran las rojizas cornicabras y los chopos en el cauce, sin embargo, los arces que esperábamos lucieran sus mejores galas, estaban aún verdosos, y los almeces y fresnos ya tenían las ramas casi desnudas. En el castaño de la Terrera o castaño Abuelo hicimos la consabida foto de grupo y sin más desembocamos en la Vegueta del Caracol.

Magnífico día, nublado, fresquito, ideal para caminar acompañados por unos colores otoñales preciosos.


Chopera en el Bco. de San Juan

Empezamos a caminar por la vereda de la Estrella

para dejarla en animada charla

camino de la Hortichuela

desde donde se vislumbra un panorama de auténtico otoño

Por la cuesta de los cipreses

Junto al Cortijo del Hoyo, por encima del robledal

donde alguna piedra sirve de primer plano

y donde el camino es sendero y mirador

No dejamos de admirar el amarillo

cobrizo de las hojas de los abundantes melojos

en contraste con el verde oscuro de las escasas encinas

Un arce espectacularmente amarillo

Contrastes de ladera

Entre robles

y algún arce que se asoma al camino

Un pasillo de hojas secas en el suelo y en el aire

Asoman los tresmiles por encima del robledal

Panorama hacia el Cortijo del Hornillo

Foto de grupo en la era

Dejando el cortijo atrás

son ahora Mulhacén y Alcazaba el centro de nuestras miradas

Vuelta al amarillo anaranjado

del bosque de Cazoletas

por el que el sendero

desciende

entre el plácido silencio del crujir de las hojas

y el recuerdo de un señor que por estos lares andaba

Melojo y Alcazaba

El escapado y el pelotón

Loma del Lachar

El Veleta y los Machos asoman allá arriba

El Valle alto del Genil

Giro en el camino

para pasar por las ruinas de la Mina de la Estrella

y bajar al río Guarnón

Vino un arce en colorida neblina

Panorama de sobremesa hacia el sur

Paleta de colores sobre fondo de esquistos

El profundo barranco del Genil

La vereda

por donde nuestros pasos

vuelven al origen

En el Castaño de la Terrera

Por la zona de los Arrecifes

Sorbus torminalis - Palosanto

Llegando a la Vegueta del Caracol

Barranco de San Juan

Mapa de la ruta