Río Cebollón, 2 de julio de 2016
Participantes:
Ana, Luis, Pili, Paco Ponferrada, Ricardo, Luci, Paco Ruiz y Jesús
Distancia
recorrida: 20 km
Desnivel
acumulado: 330 m
Desayuno
en Fornes: Buen pan pero el del bar tuvo que repartir el que tenía cuando le dijimos
que queríamos 8 tostadas.
Respetuosos
como somos con las ordenanzas, aparcamos los coches justo antes del cartel que
prohíbe la circulación de vehículos entre el 1 de junio y el 1 de octubre, en
la pista poco más allá de la Resinera. Nos pertrechamos con pantalones y
calzado adecuado…, y a buscar el Cebollón contentos de enjugar el calor
matutino con sus fresquitas aguas. Se presentaba un día caluroso.
Entramos
en el Cebollón donde la pista lo corta, caminando por sus aguas sombreadas por
los sauces y adornadas por los helechos, redescubriendo ese placer tan especial
de andar por el riillo. El Cebollón es un río especialmente agradable porque
siempre lleva el agua justa, la suficiente para refrescarnos pero sin impedir
avanzar por él, tiene una pendiente bastante homogénea y sus piedras no
resbalan.
En
el azud de la acequia se complica seguir por el río y salimos a la pista hasta
las Parideras para entrar otra vez en el agua. Este año el río va por el
carril que sube a Masajate por la loma
del Mono. Antes de llegar a los Tajos del Cebollón recuperamos la senda por la
margen izquierda hasta Tajo Caído, después al agua para salir poco más adelante.
No viene mal pisar la senda porque sino la maleza la cegará con lo que
perderemos la posibilidad de elegir entre agua y tierra.
Los
pinares sombrean tanto la senda como el río colaborando a hacer agradable la
caminata. Los macizos de helechos también pone su nota distintiva dejando la
senda en una trocha de la que apenas sobresalen las cabezas.
Hicimos
el Ángelus en el río, poco más arriba de donde se deja la senda al comienzo de
la cuesta de los Pastizares, en una agradable sombrita. Pasamos por las bonitas
pozas debajo de Marchichi, por la desembocadura del barranco de las Culebras,
finalizando la subida en la cascada debajo del puente de la Monticana. El agua
caía a 14ºC, así que entramos y salimos con rapidez buscando después el solcito
para secarnos.
Decidimos
bajar a almorzar a las pozas de Marchichi. Llegados a ellas comenzó el calvario
de buscar restaurante con sombra estable. Después de visitar innumerables tajos
y árboles al fin pusimos el huevo en una zona agradable, en la orilla
izquierda, con sombrea estable y sitio para todos. Y allí la fiesta de siempre.
Cervecita fresca para comenzar, chorizo y pimiento con atún como aperitivo,
tortillas y judías a la vinagreta como primeros platos y carne con chutney y
guisada con tomate y cebolla como segundos. Queso (se nota la ausencia de
Jerónimo) y tés sin orujos (se echa en falta también a Manolo). Vinos de la
Mancha, buenos y originales, con un toque agradable de syrah.
Ducha
larga en la presa de los Tajos, ya con el agua a 24ºC, y una vez refrescados
acometimos el último tramo a los coches.
Un
día muy bonito, caluroso, apropiado para ir al Cebollón y disfrutar de sus
frescas aguas, de sus verdes orillas y de la sombra de
sauces, pinos y tajos.
Lagunita
El grupo en la cascada del puente de la Monticana
Por el tranquilo Cebollón
En la presa primera
Líneas dunares en la arena de la orilla
Las Chicas de la excursión
Luis en una de las pozas de Marchichi